Preocupa la ruta del tusi en Pereira: menores aprenden a “cocinar” como una opción de dinero fácil y rápido

Las rutas del tusi, la droga sintética también conocida 2CB o cocaína rosada, atraviesan colegios, conjuntos residenciales y zonas comerciales de alta afluencia juvenil en los municipios de Pereira y Dosquebradas, en el departamento de Risaralda.

Así quedó en evidencia por parte de las autoridades luego de la presentación de los resultados en materia de seguridad durante el primer semestre de 2025.

Como parte de lo que se indicó por parte del coronel Óscar Ochoa, subcomandante de la Policía Metropolitana de Pereira, una red criminal sofisticada ha implementado tecnología de punta y reclutado a menores de edad para la producción y distribución de la sustancia.

Además de ser usados en algunos casos como sicarios, otro de los detalles que alarma a las autoridades en esta región del Eje Cafetero es que los adolescentes reclutados estarían viendo con buenos ojos la ganancia de dinero fácil y rápido por ser “cocineros”.

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Esta denuncia de la Policía hace recordar a varias de las escenas de la famosa serie a nivel mundial Breaking Bad (y que tuvo hasta adaptación en Colombia con la producción Metástasis), donde un profesor de química y uno de sus exalumnos se sumergen en un mundo de peligros por el anhelo de obtener dinero a toda costa.

Y para esto se ponen a “cocinar”, término que utilizan en las redes de producción para quienes tienen la misión de elaborar la sustancia. Para esto se utilizan las mismas cocinas de los apartamentos y se adaptan para obtener el polvo rosado (que también puede ser de otras tonalidades como azul o amarilla, y que puede varias debido a los químicos).

Y es justo esto último lo que estaría haciendo esta empresa criminal (pero en vez de metanfetamina su producto insignia es el tusi), debido a que, en los últimos meses, las autoridades de Pereira y Dosquebradas han detectado una transformación profunda en las redes de microtráfico.

El fenómeno del Tusi ha dejado de ser un asunto marginal para convertirse en un negocio estructurado, con rutas planificadas que cruzan barrios residenciales, entornos escolares y espacios frecuentados por jóvenes. Es por eso por lo que la Policía Metropolitana ha identificado 35 puntos de distribución activos en Pereira y Dosquebradas.

Lo que más ha llamado la atención de los equipos de inteligencia es que cada una de las zonas tiene marcas que la representa y sirve como canal de ventas para ofrecer, al mejor estilo de un catálogo y ayudados con códigos QR diseñados por hackers, esto permite rastrear ventas, controlar inventarios y verificar la autenticidad del producto.

Sin el deseo de hacer spoiler a quien no se ha visto la serie Breaking Bad, en una de las temporadas se muestra cómo la red de ventas de un reconocido narcotraficante que guarda un bajo perfil como propietario de una cadena de restaurantes llamada Los Pollos Hermanos, maneja por debajo de cuerda y al detalle toda la operación para, producir y distribuir la droga desde un mismo punto hacia las zonas donde se vende por grupos delincuenciales menores, o incluso los mismos menores.

Esta situación no se descarta que pueda estar ocurriendo, guardando las debidas proporciones, en Risaralda.

El coronel Ochoa describió durante su intervención en una sesión del Concejo de Pereira, describió como un “modelo criminal tecnificado, donde cada punto funciona como una microfranquicia”, lo que viene ocurriendo en Pereira y Dosquebradas.

Esta estructura jerárquica asigna roles específicos: un “cocinero” principal por sector, un distribuidor, un transportador y una figura denominada “ruletero”, responsable de las entregas rápidas.

El uso de tecnología no se limita a la logística interna; los hackers vinculados a la red han introducido códigos QR en cada punto de venta, y algunos jóvenes portan pulseras con estos códigos para facilitar el acceso a eventos donde circula el tusi.

Esta cocaína rosada no es una sustancia única, sino una mezcla de ketamina, cafeína, anestésicos veterinarios, colorantes y otros psicoactivos.

Cada dosis se vende entre 30.000 y 50.000 pesos colombianos (es decir, entre 7 y 12 dólares), y su consumo se concentra en fiestas electrónicas, discotecas, bares y eventos clandestinos, indicó un informe del portal 360 Noticias.

Uno de los aspectos más alarmantes, según el coronel Ochoa, es el reclutamiento de niños y adolescentes para la producción y transporte de la droga.

Durante un operativo reciente en Dosquebradas, las autoridades encontraron a dos menores de 8 y 10 años manipulando sustancias para preparar tusi.

Uno de ellos declaró: “estaba aprendiendo porque con eso ganaba 300.000 pesos por noche”, indicó el alto oficial.

Los menores, expuestos a riesgos físicos y toxicológicos, son captados con promesas de dinero rápido y regalos como camisetas de marca o teléfonos móviles.

Pero la red utiliza la tecnología no solo para la logística, porque también aprovechan para cometer lavado de activos.

Los ingresos mensuales se estiman en más de $350 millones, según inteligencia policial. Parte de este dinero se blanquea a través de negocios fachada, como tiendas de ropa, peluquerías, bares, cafés y empresas de envíos.

Además, se han identificado transacciones mediante plataformas de criptodivisas. Esto dificulta el rastreo del flujo de dinero ilícito, y da cuenta del alcance de la red, que trasciende las fronteras locales.

El coronel Ochoa confirmó que el tusi se exporta hacia Europa, especialmente a París, Barcelona y Ámsterdam, camuflado en frascos de cosméticos o suplementos alimenticios.

Para el transporte internacional, la organización engaña a mujeres jóvenes con promesas de empleo o becas, y luego las utiliza como “mulas” o las vincula a redes de explotación sexual.

Estas rutas internacionales ya son objeto de investigación por parte de Interpol y Europol.

Por tal motivo, el fenómeno del Tusi ha obligado a las autoridades a adaptar sus estrategias y la Policía ha creado una “cápsula operacional” dedicada exclusivamente a combatir esta red.

Por último, y en lo que va de 2025, se han realizado 94 allanamientos, 1.940 capturas (el 90% por delitos relacionados con estupefacientes) y la incautación de más de 180 armas de fuego.