
Las celebraciones dentro de propiedades residenciales suelen ser motivo de disputas entre vecinos, especialmente cuando el nivel de ruido interfiere con los horarios de descanso.
En Colombia, estas situaciones están contempladas dentro del marco legal del Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, que establece reglas específicas sobre la generación de sonidos que puedan perturbar la tranquilidad.
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El artículo 33 de la Ley 1801 de 2016 dispone que es un comportamiento contrario a la convivencia “producir ruidos que afecten la tranquilidad de las personas, especialmente en horas de la noche. Esto incluye música a alto volumen, fiestas, actividades comerciales o domésticas que generen un nivel de ruido superior al permitido”.
Este tipo de disposiciones aplican tanto para viviendas ubicadas en propiedad horizontal —como conjuntos cerrados o edificios— como para otros entornos urbanos. En estos espacios, además del Código de Policía, también se deben respetar los reglamentos internos adoptados por cada copropiedad.
Dichos documentos suelen especificar los horarios permitidos para realizar mudanzas, trabajos de remodelación, eventos sociales o ensayos musicales.
De igual manera, las restricciones sobre el ruido también se encuentran reguladas por normas ambientales. La Resolución 0627 de 2006, expedida por el Ministerio de Ambiente, establece los niveles máximos de emisión sonora que deben respetarse en diferentes zonas del país, dependiendo de si son residenciales, comerciales o industriales.

El incumplimiento de estas normas puede acarrear consecuencias tanto a nivel policial como dentro de la misma comunidad. Cuando un residente considera que el ruido sobrepasa los límites establecidos, tiene la posibilidad de presentar una queja ante la administración del conjunto o directamente a la Policía Nacional. Esta última está facultada para acudir al lugar y verificar si hay infracción.
En caso de constatarse una alteración de la tranquilidad, el artículo 33 permite imponer medidas correctivas que van desde una advertencia verbal hasta sanciones económicas. Una de las más comunes es la multa tipo 2, que para el año 2025 supera los $300.000 pesos colombianos.

Estas multas pueden aumentar si la conducta se repite en el tiempo. En ciertos casos, si no se toman medidas para disminuir el ruido, las autoridades pueden ordenar la suspensión temporal de la actividad que lo genera. Además, en propiedades horizontales, la administración puede aplicar sanciones internas según lo estipulado en el reglamento, que puede incluir llamados de atención formales, restricciones de uso de zonas comunes o cobros adicionales.
Las alcaldías locales y la Policía también realizan jornadas de medición de ruido en diferentes sectores, especialmente en aquellos donde se han recibido múltiples reportes. Estos operativos buscan verificar el cumplimiento de la normativa y prevenir alteraciones al orden público.
Cabe resaltar que el nivel de sanción no está determinado únicamente por la intensidad del ruido, sino también por el momento en que se produce. Por ejemplo, una reunión con música elevada durante la semana a las 11:00 p.m. suele tener más probabilidades de ser objeto de queja que un encuentro en horario diurno durante el fin de semana.
Los horarios que normalmente se consideran como franja de descanso nocturno van desde las 10:00 p.m. hasta las 6:00 a.m., aunque pueden variar según el reglamento de cada conjunto residencial. Por esta razón, los residentes deben consultar las normas internas de su copropiedad y también revisar la legislación vigente a nivel local para evitar sanciones.
El uso de equipos de sonido, instrumentos musicales, sistemas de karaoke o incluso electrodomésticos con altos niveles de emisión sonora debe ser regulado de acuerdo con los límites legales y comunitarios. Las actividades comerciales desarrolladas dentro de viviendas —como talleres o clases de música— también están sujetas a estas normas si generan incomodidad entre los vecinos.
Por lo tanto, antes de planear una fiesta o cualquier tipo de evento en una propiedad residencial, es importante tener en cuenta la normativa nacional y local, así como las reglas particulares de convivencia que rigen cada edificio o conjunto. Estas disposiciones buscan garantizar un equilibrio entre el derecho al esparcimiento y el respeto por el descanso de los demás habitantes.
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