El costo de la solidaridad en la cotidianidad del transporte público en Bogotá: entre robos y engaños

A través de TikTok se conoció la experiencia de Caroline Munar, que se refirió a la normalización de la delincuencia en la ciudad y cómo actos de ayuda son, en ocasiones, aprovechados para delinquir

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Las experiencias vividas provocaron en Munar un sentimiento de frustración y desconfianza, llevándola a expresar abiertamente su desencanto con parte de la ciudadanía capitalina - crédito carolinemunar/TikTok

La capital colombiana, a menudo elogiada por su diversidad cultural y sus esfuerzos por promover el respeto y la convivencia pacífica, es también escenario de experiencias que llevan a algunos de sus habitantes a perder la fe en la “cultura ciudadana”.

Casos de robos y engaños en el transporte público son una realidad que genera frustración y desconfianza. Una de estas historias, que se conoció gracias a un video en redes sociales, es la de Caroline Munar, que compartió las dolorosas razones por las que está “aburrida de la gente” que vive en Bogotá.

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“Marica, la gente de verdad es muy o desagradecida o hijueputa, no hallan cómo hacerle la trampa”, expresó Munar con indignación en el metraje.

Ayudar en TransMilenio: una lección amarga

La primera historia que relató Munar comenzó en un bus de TransMilenio cuando presenció la caída de un anciano, al que con un gesto de empatía y sin dudarlo, ayudó, por lo que se acercó para levantar al señor y ofrecerle su asiento.

Un gesto solidario de Munar
Un gesto solidario de Munar hacia un anciano en un bus de TransMilenio terminó en la pérdida de su primer teléfono nuevo, arrebatado mientras prestaba ayuda - crédito Transmilenio

En ese momento, Munar se aseguró de que no estuviera lastimado a pesar de que ya estaba a punto de bajarse del bus, pero lo que siguió fue un golpe de realidad que la dejó marcada.

Mientras ayudaba al anciano, alguien aprovechó su distracción para sacarle el teléfono de la chaqueta: “O sea, hijueputa, estaba ayudando”, pero lo que más le dolió fue que el robo tuvo un significado importante, dado que era su “primer teléfono nuevo”, comprado a crédito y con gran esfuerzo, lo que intensificó el dolor y la frustración de la pérdida.

Engaño con la tarjeta del Sitp: la confirmación de la desconfianza

Días después, Caroline Munar vivió otra experiencia que consolidó su percepción negativa, pues un joven subió al bus sin dinero para el pasaje.

Munar, con generosidad, se ofreció a pagarle el pasaje con su tarjeta del Sitp: “El muchacho como no qué pena, es que no tengo plata, yo te lo regalo, o sea, no se me cae nada, de verdad”, relató.

Caroline, precavida, siempre marca su tarjeta de TransMilenio con una calcomanía, por lo que al pasársela al joven, este la tomó y, de manera imperceptible para ella en el momento, la cambió por otra tarjeta.

“Yo normal la cogí y la guardé, cuando no sé, ya tengo aquí la malicia, pues de la gente de Bogotá, saqué de nuevo la tarjeta y miré y no tenía ningún sticker, yo: ‘Ay, qué pena, disculpa, me diste la tarjeta equivocada’”.

El abuso de la confianza
El abuso de la confianza se repitió días después, cuando un joven intercambió la tarjeta personalizada de Munar por una vacía tras recibir su apoyo para pagar el pasaje en Sitp - crédito carolinemunar/TikTok

Al revisar el saldo de la tarjeta que le habían entregado el joven, Munar descubrió que “no tenía ni siquiera lo de un pasaje”, mientras que ella recarga mensualmente la suya y la cuida con esmero.

Marica, si tú necesitas un pasaje, yo no te lo vendo, yo te lo regalo, todo bien, pero ¿para qué haces esa mierda?”, cuestionó con evidente decepción.

Medellín como contraste y la crítica a la “idealización” de Bogotá

La frustración de Caroline Munar fue más grande al comparar su experiencia en Bogotá con la amabilidad que, según ella, encontró en Medellín: “Qué amabilidad de la gente, o sea, tampoco es que yo venga aquí a echarle flores a Medellín, pero de verdad, le echan mucho palo”, afirmó.

Munar también criticó la “idealización” de Bogotá por parte de algunos de sus habitantes: “Y los que digan: ‘Ay, amo Bogotá, Bogotá es lo mejor’, vives de Usaquén pa’ arriba, de Chapinero alto pa’ arriba, o sea ¿y los que viven en la Candelaria?, ¿y los que viven en Bosa?, ¿y los que viven en Puente Aranda?, esa no es la Bogotá que ellos quieren”.

La desilusión de Caroline Munar
La desilusión de Caroline Munar pone en entredicho los avances de la cultura ciudadana en Bogotá tras vivir dos episodios de robo y engaño en el transporte público - crédito Unsplash

Aclaró que incluso trabajando por Chapinero, donde se siente la “Bogotá de arriba”, fue víctima de un robo, por lo que lamentó la creciente normalización de la delincuencia, citando el aumento de robos de ventanas de carros, una situación que, según ella, “ya se volvió costumbre”.

“Ya he visto como cuatro videos en eso, ¿qué pasa? Bogotá está muy mal, eso sí, yo no lo voy a romantizar y la gente peor, porque uno trata de ayudarlos y no hallan cómo robarlo, cómo quitarle las cosas a uno", concluyó Munar, abriendo el debate sobre la percepción de la cultura ciudadana y la seguridad en la capital colombiana.