En Colombia se ha registrado un repunte en las estafas telefónicas que afectan a personas de todas las edades y estratos sociales, dado que estos fraudes suelen involucrar llamadas en las que los delincuentes se hacen pasar por empleados de entidades bancarias, empresas de servicios públicos o incluso parientes que supuestamente enfrentan una situación de emergencia.
A través de técnicas de ingeniería social, logran manipular a las víctimas y obtener datos sensibles, como números de cuenta, contraseñas bancarias o información personal que luego utilizan para sustraer recursos económicos o activos de valor.
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Aunque las autoridades han puesto en alerta a la ciudadanía, los estafadores se adaptan con rapidez a nuevas plataformas y aprovechan la desinformación para generar confianza, por lo que en muchos casos solicitan a la víctima realizar transferencias de dinero o entregar físicamente bienes, bajo el argumento de un pago o una supuesta recompensa.
Confianza que se convirtió en pérdida
Recientemente, un video que se viralizó en TikTok reveló cómo los propietarios de la empresa Toro Food JC Zipa fueron víctimas de una elaborada estafa que les costó maquinaria valorada en 6 millones de pesos.
En la grabación, una de las dueñas de la marca, con sus ojos llenos de lágrimas, narró el paso a paso el engaño que terminó con la desaparición de los equipos que habían llevado confiados a Bogotá.
Según su testimonio, el fraude se gestó a partir de la venta de maquinaria heredada de una sociedad disuelta. La víctima y sus socios, que residen fuera de Bogotá, acordaron el negocio con un interlocutor que afirmó ser propietario de varios restaurantes.

Los contactaron a través de redes sociales, concertaron la reunión en el barrio La Alquería y los citó en el restaurante Madri Express, donde les hicieron creer que pagarían en efectivo.
“Nos acaban de estafar aquí en el barrio La Alquería. Estamos sorprendidos, no sabemos por qué somos tan confiados y nosotros somos buenas personas”, comenzó a narrar la mujer víctima de la estafa.
De acuerdo con el video, “el modus operandi que usaron fue que nos contactaron porque estábamos vendiendo unas cosas que nos habían quedado de una sociedad que acabamos. Nos citaron en un restaurante porque el señor era dueño de unos restaurantes. El restaurante se llama Madri Express aquí en La Alquería. Nos vinimos con la ilusión de que habíamos vendido dos de las cosas que teníamos a la venta. Llegamos, las descargamos y nos dijeron que como el señor era dueño de dos restaurantes nos iban a pagar en el otro establecimiento”.
La confianza inicial llevó a los comerciantes a trasladar la maquinaria sin verificar minuciosamente la identidad del comprador, pero una vez que descargaron los equipos y se dirigieron al segundo restaurante para recibir el pago prometido, el presunto comprador dejó de responder llamadas y mensajes.
Regresaron al primer punto de encuentro y, al cabo de veinte minutos, una camioneta apareció para recoger la mercancía que ellos habían dejado “de buena fe”. Según el relato, quienes se hicieron pasar por empleados de Madri Express cargaron la maquinaria y desaparecieron sin dejar rastro.

La mezcla de confianza y aparente legitimidad
El fraude contra Toro Food JC Zipa ejemplifica varias tácticas comunes en las estafas telefónicas:
- Suplantación de identidad y manipulación: los delincuentes hicieron creer a los emprendedores que compraban maquinaria para sus propios restaurantes, y aprovecharon la buena fe de las víctimas.
- Uso de ubicaciones reales: al mencionar establecimientos conocidos y exhibir un lugar físico, los estafadores generaron una falsa sensación de legitimidad.
- Coordinación de varios puntos de encuentro: la promesa de un pago en efectivo en un segundo restaurante distrajo a los dueños de la maquinaria, dejándola desatendida durante el periodo en que fueron “cobrarlos”.
- Desaparición programada: una vez que los propietarios se alejaron, una camioneta con supuestos empleados llegó a recoger el equipo. La única cámara de seguridad en el lugar no registró con claridad la placa del vehículo, dificultando su identificación.

De acuerdo con las víctimas, al enterarse de la estafa, los empleados de los restaurantes aledaños mencionaron que quienes se hicieron pasar por compradores habían ido a encargar almuerzos.
Esto les otorgó un aire de credibilidad y así el plan criminal se cimentó sobre una mínima preparación: solicitaron 15 almuerzos para probar que tenían vínculo con el establecimiento, lo cual les permitió moverse libremente sin levantar sospechas.
En el video, la dueña de Toro Food JC Zipa aseguró que: “Nosotros somos emprendedores. Actuamos siempre de buena fe, yo no entiendo por qué la gente es tan mala, lo que nos robaron estaba avaluado en 6 millones de pesos. Solo quería que lo supieran… Cuando uno es tan buena persona y tan estúpido. No se dejen estafar”.
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