
La Secretaría Distrital de Salud de Bogotá (SDS) recientemente declaró una alerta amarilla en la red hospitalaria pública debido a la saturación de los servicios de urgencias y hospitalización. Esta medida responde al incremento en la demanda de atención médica ocasionado por el primer pico respiratorio del año, asociado a la temporada de lluvias, y a una crisis estructural en el sistema de salud a nivel nacional.
De acuerdo con datos del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (Crue), entre el 14 y el 23 de mayo de 2025, la ocupación hospitalaria pediátrica aumentó del 90% al 94,3%, mientras que las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricas (Ucip) pasaron del 88,6% al 95,1%. Además, el 75% de las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS) que ofrecen servicios de urgencias superaron una sobreocupación del 250%, y en el caso de las IPS pediátricas, este indicador alcanzó el 350%. Asimismo, el 23% de las IPS reportaron una ocupación del 100% en sus servicios de urgencias.
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En entrevista con Infobae Colombia, Erwin Hernández, profesor e investigador en Atención Primaria y Salud Pública de la Universidad de La Sabana, explicó que esta situación refleja una crisis más amplia en el sistema de salud colombiano.

De acuerdo con el experto, problemas como la demora en la asignación de citas con especialistas, la entrega tardía de medicamentos y la insuficiencia de recursos financieros han contribuido al colapso de los servicios de urgencias. Hernández señaló que la Unidad de Pago por Capitación (UPC), que determina los recursos asignados a los hospitales, tuvo un incremento del 5,6%, cuando debería situarse entre el 12% y el 16% para cubrir las necesidades actuales.
El investigador destacó que la percepción de ineficiencia en el sistema lleva a los ciudadanos a acudir a los servicios de urgencias, incluso para condiciones que podrían ser atendidas en consulta externa. Esta tendencia se agrava durante la temporada de lluvias, cuando aumentan las enfermedades respiratorias agudas, especialmente en niños y adultos mayores. Además, la falta de entrega oportuna de medicamentos contribuye al deterioro de condiciones de salud que podrían haberse controlado previamente.
La alerta amarilla implica que los hospitales de Bogotá están operando al límite de su capacidad, especialmente en los servicios de urgencias. Según explicó Hernández, esta medida no significa que los hospitales estén cerrados o que se suspenda la atención, pero sí requiere la implementación de acciones especiales para evitar el colapso del sistema. Estas acciones incluyen la coordinación entre clínicas, hospitales y la Secretaría de Salud para redistribuir pacientes, priorizar casos graves y liberar recursos.

Entre los riesgos inmediatos de esta situación, Hernández mencionó las largas esperas en los servicios de urgencias para pacientes con síntomas menos graves, el aumento en los traslados entre hospitales debido a la falta de capacidad en algunos centros, y el agotamiento del personal de salud. Este último factor podría comprometer la seguridad de los pacientes, ya que jornadas laborales más extensas y el estrés incrementan la probabilidad de errores médicos. Además, los servicios pediátricos, especialmente en el área respiratoria, son los más afectados por la saturación.
A largo plazo, el experto advirtió que la crisis estructural del sistema de salud podría persistir incluso después de que pase la temporada invernal. Esto podría traducirse en una disminución en la calidad de la atención, mayores desigualdades territoriales en el acceso a los servicios de salud y un incremento en los costos para el sistema. También se prevé un impacto negativo en la salud mental de la población debido a la insatisfacción con los servicios y las barreras de acceso.

En cuanto a las posibles soluciones, Hernández subrayó que la reorganización del sistema de salud es un desafío complejo que no puede resolverse de manera inmediata. A corto plazo, sugirió redireccionar pacientes entre la red pública y privada, fomentar campañas de autocuidado y contratar más personal de salud. Sin embargo, reconoció que estas medidas enfrentan limitaciones significativas, como la escasez de médicos en el país, que cuenta con solo 130.000 profesionales, de los cuales 30.000 son especialistas.
A mediano y largo plazo, el experto propuso implementar sistemas de alertas epidemiológicas tempranas, descentralizar los servicios especializados y mejorar la financiación del sistema de salud. También destacó la importancia de involucrar a la comunidad en la toma de decisiones para fomentar una mayor comprensión de los problemas del sistema y promover soluciones más efectivas.
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