Joven tiktoker se sinceró sobre su adicción al juego y advirtió a otros sobre los casinos: debe más de 60 millones de pesos

En su mejor racha la ludópata, como ella misma se declara, apostó dos millones de pesos y ganó cinco veces más, pero las pérdidas posteriores fueron aún mayores

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En una sola jugada llego
En una sola jugada llego a apostar hasta siete millones de pesos - crédito @ange_out / TikTok

Horrorizadas quedaron 550.000 personas tras encontrarse en redes con el testimonio de la Ange out, la joven colombiana que debe más de sesenta millones de pesos en apuesta, por su adicción al juego.

“Imagínese usted deber más de sesenta millones de pesos que ni siquiera se ha gastado. No estoy teniendo un buen día y ni siquiera puedo seguir yendo al psicólogo, por plata, hice cuentas y, realmente, ya no tengo de dónde sacar. Conocí el peor de los vicios, el que menos se nota. Y me vale v**** que la gente se entere. Las deudas que yo tengo ahorita son por la ludopatía”, lamentó, en un video en el que advirtió a otros sobre los riesgos de jugar como pasatiempo.

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Pese a haber visto de cerca lo mucho que los juegos de azar pueden atrapar a una persona, se dejó seducir por la idea de hacer dinero fácil, en unas cuantas jugadas.

“Yo trabajaba en un casino y ahí fue donde conocí el mundo de las apuestas y es una m*****. Lo peor que le puede pasar a un jugador primerizo es ganar, porque empieza a creer que siempre va a ganar. Pero no, imagínense debiendo más de 60 millones de pesos, que ni siquiera se ha gastado, que ni siquiera se ha comido. Es una m*****”.

Al principio, parecía tener una buena racha, pero las perdidas no tardaron en agobiarla - crédito @ange_out / TikTok

Ange es el vivo testimonio de que, al principio, es fácil ganar, pero conforme se avanza en el juego y las personas se comprometen con la idea de ganar a toda costa, llega la perdida y la falta de control.

A veces usted gana la primera vez y dice: Ah, esto es fácil, esto es chimba. Cuando empecé en las apuestas no perdía. A mí me podía ir como un c*** en el amor, pero me iba bien en el juego”

Y continuó: “A veces usted tiene unas rachas en las que se gana todo. El celular que tenía antes de este, lo compré con eso. El computador que tengo lo compré con plata de las apuestas. Esta cama la compré con plata de las apuestas. No voy a mentir, no voy a decir que usted siempre pierde, porque al ganar podría pensar que solo tuve mala suerte, pero no. Yo tenía una suerte muy hijuep****. Un día, con 2 millones de pesos, me hice 10 millones de pesos. El negocio”.

Con un salario, que no llegaba a superar los dos millones de pesos, vio en el juego una opción de mejorar su estilo de vida:

En una solo jugada llegó
En una solo jugada llegó a apostar hasta siete millones de pesos - crédito VisualesIA

“Yo dije: Aquí la hice, aquí va a salir de pobre y en ese entonces ganaba el mínimo. Lo que más aposté en una jugada fueron 7 millones de pesos, pero empecé a perder y lo feo de ese vicio es que usted no lo controla. Cuando usted empieza a jugar, se ciega, solo quiere ganar, así sean 20.000, pero luego empieza a pensar que si se hizo 20.000, puede hacerse 50.000, luego 500.000 y luego un millón y es algo que no se controla”.

Y, aunque logró comprar con aparente facilidad objetos tecnológicos y amoblar su apartamento, las deudas por el juego son mucho mayores a la ganancia:

Me gané un celular, un computador, una cama, pero esas tres cositas me costaron una deuda de más de 60 millones de pesos. Me costaron mi salud mental y física, porque me enfermé. Todas las noches llegaba a llorar, a encerrarme en mi pieza. A preguntarme en qué momento yo conocí este vicio”.

En algún punto pensó en aventarse por la ventana de su apartamento y lo único que la detuvo fue la imagen de su familia llorando su muerte, pero, incluso con ellos es difícil tratar el tema. De ahí que su única conclusión sea: jamás entrar a los casinos, ni dejarse seducir por los juegos que están en manos del azar.

Incluso con su familia resultaba
Incluso con su familia resultaba difícil hablar del tema - crédito VisualesIA

Al menos millón y medio de personas luchan con su adicción al juego en Colombia:

La ludopatía, o trastorno por juego patológico, es un problema con implicaciones sociales, económicas y de salud pública que ha ido empeorando. Según el Instituto Nacional de Salud (INS), cerca del 2.5 % de la población colombiana presenta algún grado de adicción al juego; cifra que ha aumentado en la última década debido a la proliferación de apuestas en línea y la accesibilidad a juegos de azar.

El fenómeno no discrimina edad ni género, aunque estudios del Ministerio de Salud indican que la mayoría de los ludópatas están entre los 18 y 40 años, y la incidencia es mayor en hombres. La expansión de plataformas digitales ha facilitado el acceso a apuestas deportivas, casinos virtuales y juegos de azar, lo que, a la larga, ha incrementado la vulnerabilidad de los jóvenes y adultos jóvenes frente a la ludopatía.

El trastorno se caracteriza por la dificultad persistente para controlar el impulso de jugar, a pesar de las consecuencias personales, laborales y financieras. El diagnóstico clínico se basa en criterios establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), que incluyen señales como la necesidad de apostar cantidades crecientes de dinero, el aumento de la ansiedad o irritabilidad al intentar reducir o dejar de jugar, y el abandono de actividades sociales y familiares para dedicar más tiempo al juego.

Detectar la ludopatía en pacientes requiere atención especializada. Los profesionales de la salud mental emplean entrevistas clínicas estructuradas, cuestionarios estandarizados y la evaluación del comportamiento del paciente en relación con el juego. Entre las herramientas más utilizadas está el Cuestionario de Juego Patológico (South Oaks Gambling Screen), que permite identificar el grado de adicción y los riesgos asociados.

Pero no todo es malo. El tratamiento de la ludopatía en Colombia se ha fortalecido en los últimos años, con la inclusión de programas especializados en entidades públicas y privadas. La atención se basa, principalmente, en terapias cognitivo-conductuales, que buscan modificar los patrones de pensamiento y comportamiento relacionados con el juego. Además, algunos casos requieren apoyo farmacológico para tratar síntomas asociados como la ansiedad o la depresión.

El Gobierno colombiano, a través del Ministerio de Salud y Protección Social, ha impulsado campañas de prevención y sensibilización, además de regular la publicidad de juegos de azar para minimizar la exposición de poblaciones vulnerables. Instituciones como la Clínica de Trastornos Adictivos del Hospital de la Samaritana en Bogotá ofrecen programas integrales que incluyen terapia individual, grupal y familiar.

Sin embargo, expertos señalan que persisten retos para ampliar la cobertura y garantizar el acceso efectivo al tratamiento, especialmente en regiones apartadas del país. La falta de información, el estigma asociado y la limitada oferta de servicios especializados complican la detección temprana y la intervención oportuna.