Científicos colombianos estudiaron un colibrí que estuvo perdido durante 100 años: es la especie más buscada en el país

Al ser una especie microendémica, habita un espacio reducido, de 23 kilómetros de diámetro, en el que es considerado por los pueblos indígenas un animal sagrado

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El ala de sable fue
El ala de sable fue una especie fantasma durante 100 años - crédito Jaider Carrillo Tarazona / Perijá Birding Travel

Una investigación de tres años, realizada por seis científicos colombianos y uno norteamericano, con el apoyo de ONG Selva, Procat Colombia y American Bird Conservancy (ABC), se convirtió en el mayor estudio sobre el colibrí de Santa Marta o ala de sable: la especie del grupo Trochilidae más buscada en el país.

Durante 100 años fue una especie fantasma, pero un equipo de investigadores, entre ellos, el profesor asistente de la Universidad Nacional, sede La Paz, Carlos Esteban Lara estableció que es una especie microendémica, que habita un espacio reducido, de 23 kilómetros de diámetro, en cercanías al río Guatapurí, que se ubica a un costado de la Sierra Nevada, aunque, en del lado del Cesar.

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Sus estudios sobre el colibrí ala de sable fueron publicados en un artículo extenso de la revista Bird Conservation International, de la Universidad de Cambridge y según dijeron en declaraciones citadas por Revista Semana: “Es un logro para la investigación científica colombiana. Estamos demostrando que tenemos la capacidad de hacer el trabajo de campo y publicar informes de talla mundial”.

Río Guatapurí - crédito SITUR
Río Guatapurí - crédito SITUR Cesar

El colibrí de Santa Marta es una de las especies que hacen de la Sierra Nevada el centro de endemismo continental más grande del mundo; es decir, el ecosistema con mayor número de especies que únicamente se encuentran en estas tierras: 24 con el escurridizo Trochilidae.

Según Lara, “con la investigación pudimos resolver preguntas claves acerca de su distribución, su estado de amenaza, sus dinámicas de apareamiento y alimentación”.

Y agregó: “Estamos hablando de una especie que bajo toda forma de pensamiento ancestral indígena es sagrada. Proteger al colibrí es una tarea que nos compete a todos, porque aunque fue redescubierta, aún está en peligro”.

Entendiendo su atractivo entre ornitólogos, observadores de aves y aficionados, el equipo de la expedición, al que se unió Jaider Carillo plantea un turismo de aves controlado, que permita al colibrí ala de sable seguir habitando este pequeño rincón de la costa caribe:

“Compartimos el redescubrimiento del colibrí de una manera responsable: mediante pocas visitas a este territorio sagrado para no arriesgar a la especie”.

Colombia es el país con
Colombia es el país con mayor número de especies de colibrí en el mundo - crédito crédito @andres.visual / Inastagram

Colombia, el país con más especies de colibríes en el mundo:

Colombia alberga la mayor diversidad de colibríes del planeta, con más de 160 especies registradas en su territorio. Esta cifra, confirmada por entidades como el Instituto Humboldt y la plataforma de ciencia ciudadana eBird, convierte al país en un punto clave para la conservación y el estudio de estas aves, conocidas por su velocidad de vuelo y su papel como polinizadores.

Los colibríes, pertenecientes a la familia Trochilidae, están distribuidos en todos los pisos térmicos del país, desde las zonas bajas del Amazonas y el Chocó hasta los ecosistemas de alta montaña, como los páramos andinos. Esta diversidad altitudinal y climática es una de las principales razones por las que Colombia concentra tal variedad de especies. Según el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la combinación de cordilleras, valles interandinos y selvas húmedas ha generado una gran cantidad de nichos ecológicos que favorecen la evolución y adaptación de los colibríes.

Los colibrís se distribuyen en
Los colibrís se distribuyen en todos los pisos térmicos de Colombia - crédito iStock

Algunas especies son endémicas, como el chivito de Santa Marta (Oxypogon cyanolaemus), que solo se encuentra en los páramos de la Sierra Nevada de Santa Marta, uno de los ecosistemas más frágiles y a la vez más ricos en biodiversidad del país. Otras, como el colibrí coruscante o el colibrí coliazul, tienen distribuciones más amplias, pero todas cumplen funciones ecológicas clave, especialmente como agentes polinizadores de una gran variedad de plantas nativas.

Estas aves, que requieren grandes cantidades de néctar a diario por su acelerado metabolismo, han coevolucionado con muchas especies vegetales, estableciendo relaciones de dependencia mutua. Su presencia es considerada un indicador de salud ecológica, especialmente en zonas donde las interacciones entre plantas y animales garantizan el equilibrio de los ecosistemas.