‘Tokio, el inicio’, la cinta colombiana que mezcla brujería y suspense con una inquietante niña como protagonista

El largometraje de Martha Sandoval, que se estrena en salas de cine este jueves 15 de mayo, narra una oscura historia marcada por la magia negra y una misteriosa muñeca

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La cineasta Martha Sandoval construyó
La cineasta Martha Sandoval construyó una historia centrada en una niña, en la que elementos como lo místico, la magia, el vudú y la brujería cobran vida en un entorno rural - crédito MSM Producciones

Una nueva propuesta cinematográfica de suspenso y terror se estrena en Colombia con una narrativa que mezcla lo sobrenatural con las complejidades de la vida familiar.

Tokio, el inicio, película dirigida por Martha Sandoval, tiene como protagonista a una niña de 9 años y se desarrolla en escenarios rurales de Cundinamarca, explorando temas como el duelo, la incomunicación y la influencia de las fuerzas místicas.

La película llegará a las pantallas nacionales este jueves, 15 de mayo, como la ópera prima de Sandoval, quien buscó rendir un homenaje a su tierra natal a través de esta historia.

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El largometraje sigue la vida de Tokio, una niña callada y reservada que vive con su madre Stella y su muñeca, su única compañía constante.

Según el diario El Tiempo, la película relata cómo su hermana mayor, Sofía, busca establecer una conexión con ella, aunque sin éxito.

A medida que avanza la trama, en el hogar empiezan a ocurrir fenómenos inquietantes: pesadillas, insomnio y una creciente sensación de una presencia oscura afectan a Stella.

Tokio, mientras tanto, muestra cada vez más hostilidad hacia quienes intentan acercarse a su madre. Esta atmósfera se enrarece aún más cuando se alude a una conexión inexplicablemente tenebrosa entre Tokio y su difunto padre, Epifanio, quien murió meses atrás.

El tráiler de la película Tokio grabada en Cundinamarca espera generar muchas reacciones y expectativas - crédito MSM Producciones

En palabras de su directora, Martha Sandoval, la película plantea una relectura de la relación entre las mujeres y la brujería, utilizando los elementos del terror como vehículo narrativo.

Al hablar con El Tiempo, Sandoval explicó: “Por donde tú la veas, es una historia feminista, de mujeres [...]. Esta película narra cómo un hombre puede someter tanto a una mujer, la obsesión que desarrolla por controlar a una mujer que se desenvuelve muchas veces en feminicidio”.

La producción busca dar luz a cómo patrones de control y obsesión afectan profundamente a las relaciones familiares y llevan al núcleo del miedo psicológico.

En este proyecto, la directora confió especialmente en las jóvenes actrices que interpretan a las hermanas protagonistas: Isabella Muñoz González, quien da vida a Tokio, y Sofía Zuluaga Córdoba, en el papel de Sofía. Ambas fueron seleccionadas basándose en sus experiencias previas con Sandoval durante talleres de actuación.

El centro de la historia
El centro de la historia es Tokio, interpretada por Isabella Muñoz González, una joven actriz cuya mirada cautiva y atrapa al espectador desde el primer momento - crédito MSM Producciones

Según la cineasta, ambas actrices compartían un parecido físico que ayudó a reforzar la verosimilitud de la relación entre sus personajes. Al respecto, Sandoval comentó: “Cuando escribimos Tokio pensé en Isabella porque siempre fue una niña que se dejaba trabajar, y muy dispuesta. [...] Trabajar con ellas fue especial porque las conocí de pequeñas y las dos tenían una confianza muy bonita conmigo”.

La película, cuyos elementos centrales incluyen el vudú, las tradiciones místicas y los vínculos entre la niñez y lo sobrenatural, también resalta por su conexión con el lugar en el que fue filmada: Mesitas del Colegio, municipio en el departamento de Cundinamarca. Sandoval, quien se desempeña en la industria audiovisual desde hace más de dos décadas, explicó que este proyecto se concibió como un tributo a su tierra natal.

Sobre el tema, añadió al medio que su decisión de filmar en esta región obedecía a su deseo de devolver algo a la comunidad que formó sus primeros recuerdos: “Cuando yo soñaba hacer cine decía que grabaría en mi tierra porque es un lugar que conozco, y es como retribuirle a mi región y mi entorno todo lo bonito que viví allá, así sea con una película de suspenso”.

En conjunto, dieron vida a
En conjunto, dieron vida a una película donde lo místico, la magia, el vudú y la brujería se manifiestan en un entorno rural, al que llegan un grupo de estudiantes universitarios. Su presencia sugiere que incluso desde la ciudad persiste una fuerte atracción por lo oculto y por aquellas fuerzas que, supuestamente, permiten alterar el destino o influir en el amor - crédito MSM Producciones

Para cristalizar esta visión, la directora colaboró con su amigo y colega Diego Espinosa, quien la asistió en la dirección. Su experiencia conjunta permitió construir el ambiente escalofriante y opresivo que impregna la película, con escenarios sumidos en neblina, casas y senderos que evocan el aislamiento y el misterio. A este ambiente contribuye una paleta de colores fríos que, de acuerdo con el análisis de El Tiempo, “sugiere la distancia afectiva entre los personajes y refuerza el carácter opresivo del espacio doméstico”.

Un elemento interesante en la narrativa es la presencia de un grupo de estudiantes universitarios que se ven envueltos accidentalmente en los acontecimientos sobrenaturales que rodean a Tokio y su familia.

Sandoval utiliza este recurso para profundizar en las tensiones entre lo urbano y lo rural, mostrando cómo los personajes buscan respuestas en creencias y prácticas alejadas de sus entornos citadinos. La cineasta comentó sobre este aspecto que algunos tratan de solucionar sus problemas más profundos en lugares que ofrecen una apariencia de misticismo y respuestas fáciles, advirtiendo que “no hay que buscar lo que no se sabe, y el que busca encuentra”.

‘Tokio, el inicio’ marca un hito en el cine colombiano, no solo como el debut cinematográfico de Sandoval, sino también como un intento de abordar temas complejos desde una perspectiva femenina e íntima. Con una experiencia previa en producciones más pequeñas, esta película representa el paso de la directora al terreno del largometraje comercial, sin perder su sello personal que combina elementos sociales y un fuerte sentido de identidad cultural.