Colombia entre dos potencias: Petro y el giro estratégico hacia China

Aunque Colombia aún no ha formalizado una adhesión a estos esquemas, su acercamiento podría interpretarse como una señal de alineamiento con un nuevo orden económico multipolar

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Ulf Thoene es profesor de
Ulf Thoene es profesor de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas (EICEA) de la Universidad de La Sabana - crédito cortesía

El presidente Gustavo Petro viajó a China con un objetivo claro: abrir nuevas puertas comerciales en medio de un contexto internacional cada vez más incierto. Se trata de una apuesta audaz, especialmente cuando las relaciones con Estados Unidos, tradicional aliado de Colombia, atraviesan uno de sus momentos más tensos.

A inicios de este año, Petro protagonizó un cruce de declaraciones con el expresidente Donald Trump en la red social X, luego de que Colombia se negara a recibir vuelos con migrantes deportados desde EE. UU. Petro calificó las deportaciones como inhumanas; Trump respondió amenazando con fuertes aumentos arancelarios a productos colombianos. Petro no se quedó atrás: replicó con medidas equivalentes, acusando a Washington de prácticas imperiales y declarando a Colombia abierta al mundo.

"Países intermedios como Colombia se
"Países intermedios como Colombia se ven obligados a rediseñar su política exterior y comercial para no quedarse rezagados. China, mientras tanto, avanza con paso firme en la región", expresó el profesor en su columna de opinión - crédito Shutterstock.

Aunque el conflicto diplomático bajó de tono, dejó en evidencia lo que ya muchos analistas advertían: Colombia no puede seguir dependiendo exclusivamente de un solo socio comercial. El modelo de globalización que por décadas facilitó el acceso al mercado estadounidense parece agotado.

Colombia ha sido históricamente un aliado clave de Estados Unidos en América Latina, respaldado por un tratado de libre comercio y una agenda estratégica común. El país norteamericano sigue siendo el principal comprador de petróleo, café y flores de Colombia. Sin embargo, la política comercial agresiva impulsada por Trump —marcada por aranceles punitivos y medidas unilaterales— ha debilitado los cimientos del orden económico abierto que prevalecía desde el fin de la Guerra Fría.

Gustavo Petro junto con Xi
Gustavo Petro junto con Xi Jinping en la cumbre de China-Celac - crédito Presidencia de la República

La Organización Mundial del Comercio (OMC), pilar del multilateralismo económico, ha perdido relevancia frente al auge de bloques regionales y la parálisis entre sus principales miembros. En este nuevo contexto, países intermedios como Colombia se ven obligados a rediseñar su política exterior y comercial para no quedarse rezagados.

China, mientras tanto, avanza con paso firme en la región. Empresas chinas lideran el mercado de electrónicos, tienen inversiones mineras y están a cargo de la construcción del metro de Bogotá. Su penetración también avanza en sectores clave como los vehículos eléctricos, en sintonía con la apuesta de Petro por la transición energética.

Pero el interés de China no es solo económico. Pekín reconoce el valor geoestratégico de Colombia, ubicada entre el Pacífico y el Caribe, y la ve como una pieza importante dentro de su iniciativa global de la Franja y la Ruta y sus alianzas con países del Sur Global a través de BRICS. Aunque Colombia aún no ha formalizado una adhesión a estos esquemas, su acercamiento podría interpretarse como una señal de alineamiento con un nuevo orden económico multipolar.

El mandatario colombiano afirmó que
El mandatario colombiano afirmó que se debe invertir el dinero en exportar ciertos productos al país asiático - crédito Montaje Infobae (EFE)

No obstante, los riesgos existen. Algunos proyectos de infraestructura chinos en otros países han derivado en crisis de deuda. Por ello, el gobierno colombiano deberá negociar con prudencia, manteniendo el equilibrio entre autonomía, oportunidad económica y soberanía.

A esto se suma un desafío cultural: Colombia aún conoce poco sobre China. La escasa formación en idioma, historia, cultura o prácticas de negocios chinas podría limitar la profundidad de esta nueva relación. Fomentar intercambios educativos y culturales —como los que sugiere la novela ‘Volver la vista atrás’ de Juan Gabriel Vásquez— será clave para cimentar una alianza duradera.

La posible adhesión de Colombia
La posible adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda genera intensos debates políticos y económicos - crédito iStock

Además, está el factor político: el mandato de Gustavo Petro finalizará en agosto de 2026. Una eventual alternancia en el poder podría modificar el rumbo actual y reorientar la política exterior hacia una postura más alineada con Estados Unidos. Esa posibilidad introduce una dosis de incertidumbre sobre la continuidad de los vínculos que ahora se están construyendo con China.

El viaje de Petro a China marca un punto de inflexión. Colombia se enfrenta al reto de redefinir su lugar en un mundo fragmentado, en el que las viejas alianzas se debilitan y emergen nuevas. Ante el ocaso de la era de libre mercado y la pérdida de relevancia de la OMC, Colombia debe trazar un camino que equilibre oportunidad con autonomía. Vincularse con China puede ofrecer resiliencia, pero el futuro deberá abordarse con visión estratégica y ojos bien abiertos, en un mundo donde el poder es difuso y la competencia, implacable.