
El alto costo de los alimentos saludables en Colombia está afectando significativamente a la clase trabajadora, a pesar de un creciente interés por mejorar los hábitos alimenticios. Según la encuesta ‘Hábitos de consumo 2025′ realizada por la firma Crowe Co, el 89% de los hogares de los estratos 1 al 4, que representan a la clase baja y media, han incorporado alimentos saludables en su dieta.
Sin embargo, esta tendencia enfrenta un obstáculo importante: el precio elevado de estos productos, que obliga a muchas familias a destinar una parte considerable de sus ingresos únicamente para la compra de estos alimentos.
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De acuerdo con los datos más recientes del Dane, el 80% de los trabajadores colombianos, es decir, cerca de 18,96 millones de personas, ganan hasta tres salarios mínimos legales mensuales vigentes, equivalentes a $4.200.000. Para esas familias, el gasto en alimentos saludables puede superar el 30% de sus ingresos, dependiendo del lugar donde realicen sus compras.

En tiendas de descuento como D1 o Ara, un mercado saludable completo cuesta en promedio $582.204, mientras que en grandes superficies como Éxito, Carulla o Jumbo, el costo asciende a $1.053.757. Dichas cifras reflejan una realidad económica que dificulta el acceso a una dieta balanceada para gran parte de la población.
El estudio de Crowe Co, que encuestó a 1.000 personas, reveló que el 58% de los colombianos de estratos 1 al 4 gasta entre $118.878 y $237.756 semanalmente en alimentos, lo que equivale a cerca de $1.000.000 al mes. Ese gasto representa un golpe significativo para quienes perciben entre uno y tres salarios mínimos, cuyos ingresos oscilan entre $1.423.500 y $4.270.500.
Según el socio de Auditoría de Crowe Co, Óscar Villarruel el problema no radica en la falta de intención de las familias por alimentarse mejor, sino en los altos precios de los productos saludables, que dificultan su adquisición.
El tipo de comercio también influye en el gasto. Las tiendas de descuento concentran el 42% de las compras de alimentos en el país, seguidas por las tiendas de barrio con un 25%, las grandes superficies con un 19%, y los fruvers con un 9%. Opciones como PriceSmart y aplicaciones digitales como Rappi tienen una participación menor, con un 3% y un 2%, respectivamente.

Las frutas y verduras suelen ser más económicas en tiendas de descuento, mientras que en grandes superficies y plataformas digitales su precio se incrementa considerablemente. Lo mismo ocurre con las proteínas y los carbohidratos, que, aunque más costosos, son relativamente más accesibles en cadenas como D1 y Ara.
En cuanto a la frecuencia de consumo, los datos muestran que los colombianos han modificado sus hábitos alimenticios, aunque las limitaciones económicas siguen marcando la pauta. El 51% de las personas consume frutas entre una y tres veces por semana, mientras que solo el 15% lo hace más de cinco veces. En el caso de las verduras, el 43% las incluye en su dieta entre una y tres veces por semana, y únicamente el 16% las consume con mayor frecuencia.
Por otro lado, las proteínas tienen un consumo más regular, con un 57% de los encuestados que las ingiere más de cinco veces por semana. Los carbohidratos también son comunes en la dieta, con un 50% que los consume más de cinco veces por semana.
El gasto en alimentos saludables varía significativamente según el nivel de ingresos. Una persona que gana el salario mínimo y realiza sus compras en tiendas de descuento podría destinar hasta el 44,8% de su sueldo a la alimentación, mientras que en grandes superficies este porcentaje asciende al 81,1%. Para quienes perciben dos salarios mínimos, el gasto oscila entre el 22,4% y el 40,5%, dependiendo del lugar de compra. Para la firma, dichas cifras evidencian la dificultad de equilibrar una dieta saludable con las restricciones presupuestarias de la mayoría de los hogares colombianos.

En 2024, los hogares colombianos destinaron $240,5 billones a alimentos, lo que representó el 38,3% de sus ingresos, según datos de la Andi y Raddar. Eso equivale a un promedio mensual de $1.058.000 por familia. Las categorías más consumidas fueron cárnicos, lácteos y panadería, lo que reflejó una preferencia por alimentos básicos frente a opciones más saludables, cuyo costo sigue siendo prohibitivo para muchos.
A pesar de los avances en educación alimentaria y la creciente conciencia sobre la importancia de una dieta balanceada, el acceso a alimentos saludables sigue siendo un desafío económico para la mayoría de los colombianos. Según Villarruel, el verdadero reto radica en hacer que esos productos sean más asequibles, de manera que alimentarse bien no sea un privilegio exclusivo de quienes tienen mayores ingresos.
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