
El jueves 8 de mayo, el alcalde de Cali, Alejandro Éder, confirmó que aseguró la cabecilla de la disidencia Jaime Martínez de las Farc, alias Oso Yogui, sería la cabeza del secuestro de Lyan José Hortúa, de 11 años, en Jamundí, Valle.
Tras un consejo de seguridad llevado a cabo en la capital vallecaucana confirmó la vigencia de una recompensa de hasta 200 millones de pesos por información que permita localizar al criminal.
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El mandatario señaló a este individuo como responsable de dos graves incidentes recientes: el atentado contra el CAI de la policía PETAR el pasado 25 de abril y el secuestro de Lyam Hortua, un niño de 11 años, ocurrido el sábado 3 de mayo en una zona montañosa de Jamundí.
“Reiteramos la recompensa de hasta $200 millones por el comandante de la ‘Jaime Martínez’, este delincuente es el responsable no solo de la bomba que se vio en el oriente de Cali que se vio hace dos semanas, sino además del secuestro del niño de 11 años en Jamundí. Cualquier persona que tenga información que nos pueda conducir a la ubicación y captura de ‘Yogui’“, expresó el alcalde de Cali.
De acuerdo con las declaraciones de Éder, las autoridades locales y nacionales están trabajando de manera conjunta para dar con el paradero del menor y desarticular las operaciones de este grupo armado.
Por su parte, la comunidad ha mostrado su indignación y solidaridad con la familia de Lyam. El jueves 8 de mayo, decenas de personas, entre familiares, amigos y ciudadanos, se congregaron en la plazoleta de San Francisco, frente a la sede de la Fiscalía, para exigir la liberación del niño.
Con pancartas, globos, una banda marcial y oraciones, los asistentes expresaron su rechazo al secuestro y pidieron acciones inmediatas.
Alexander Hortua, tío del menor, expresó la angustia que vive la familia ante la falta de información sobre el estado de Lyam. “Estamos en un momento muy difícil, donde ya no podemos soportar, ni mucho menos creer que un niño de tan solo 11 años esté secuestrado. Esa gente no tiene alma, los secuestradores son malos. Nosotros estamos en angustia porque no sabemos si está comiendo, si está siendo tratado bien o si le están pegando, no sabemos nada”, declaró a Blu Radio.

Detalles del secuestro
El secuestro de un niño de 11 años en el corregimiento de Potrerito, una zona rural del municipio de Jamundí, en el departamento del Valle del Cauca, ha conmocionado a la comunidad local y al país entero.
Según reportes, el hecho ocurrió el sábado 3 de mayo a las 7:33 p. m., cuando un grupo de cinco hombres encapuchados y vestidos de negro irrumpió de manera violenta en la vivienda del menor.
Los delincuentes, aparentemente armados, intimidaron a las personas presentes en la casa y se llevaron al niño con rumbo desconocido.
De acuerdo con las imágenes captadas por cámaras de seguridad, los hombres ingresaron directamente a la cocina, donde se encontraban cuatro mujeres. En ese momento, los encapuchados exigieron que les entregaran al menor, mientras una ráfaga de disparos resonaba en el lugar.
En medio de la angustia, las mujeres intentaron buscar refugio, pero una de ellas, identificada como empleada doméstica por su uniforme naranja, fue interceptada por los secuestradores.
En medio de la tensión, la mujer les suplicó que no le hicieran daño, explicando que solo estaba realizando su trabajo. “Estoy haciendo la comida, vea. Yo soy una empleada”, dijo, mientras los hombres insistían en que les entregaran al niño.
El video muestra cómo los secuestradores apuntaron a la empleada y continuaron exigiendo la presencia del menor. “Que salga el muchacho, el pelaito, dónde está el pelao, dígale que salga. No se haga matar”, le ordenaron.
Finalmente, el niño apareció desde una de las plantas inferiores de la vivienda con las manos levantadas. Uno de los hombres le indicó que se apresurara y le entregó algo para cubrirse mientras lo llevaban fuera de la casa. “Rápido mijo. Vamos pues, vamos de una. Ponte esto”, se escucha decir a uno de los encapuchados.
En otro ángulo captado por las cámaras de seguridad, se observa a dos hombres armados y vestidos de negro subiendo las escaleras hacia los pisos superiores de la vivienda. Mientras tanto, otro individuo aparece cargando a un bebé en brazos, saliendo de una de las habitaciones. Los hombres armados revisaron las habitaciones y luego descendieron rápidamente al primer piso, donde se desarrollaba el secuestro.
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