
Colombia sería el país número 24 de América Latina para ingresar oficialmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el ambicioso megaproyecto promovido por China que busca consolidar su influencia económica y comercial en el mundo.
De hecho, el mismo presidente Gustavo Petro anunció que para el segundo fin de semana del mes de mayo viajará a China para firmar la carta de intención que marcaría el ingreso del país a este esquema internacional, del que ya hacen parte otras 146 naciones.
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La iniciativa, que es también denominada como la Nueva Ruta de la Seda, ha generado expectativas y tensiones a partes iguales.
Mientras el Gobierno promueve su ingreso como una estrategia para fortalecer la conexión con la segunda economía del mundo, diversos sectores económicos y políticos expresan preocupaciones por sus posibles consecuencias.
Oportunidades comerciales y potenciales ganadores
Por su parte, el presidente de Analdex, Javier Díaz, expresó en entrevista con el diario La República que “hacer parte de este gran proyecto es vital para conectarnos con cadenas globales de valor y profundizar nuestras exportaciones no minero energéticas”.
Otros, mientras tanto, ven posibles riesgos que pueden minimizarse frente a los beneficios y, adicionalmente, en cuanto se actúe con precaución.
En esa línea se encuentra, la servidora del Pacto Histórico Mafe Carrascal, que afirmó en sus redes sociales que “la posible adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda podría ser más una oportunidad que una amenaza; un puente hacia el comercio global, la inversión y la infraestructura. En un mundo cada vez más multipolar, abrir caminos puede ser clave… Obviamente, con la cautela necesaria".

En los gremios comerciales, como la Cámara Colombo China de Inversión y Comercio ven con optimismo esta posible adhesión, debido a que la nueva ruta facilitará la exportación de productos nacionales hacia el mercado asiático, y eso traería buenos números al país y productos como el, café podrían ser enviados en ruta directa a ciudades como Shanghái.
Los riesgos de la adhesión
Pero aunque hay un entusiasmo oficial, se suman voces críticas dentro del sector empresarial, que han manifestado que habría más que perder que lo que se puede ganar con la potencial decisión comercial.
María Claudia Lacouture, presidente de AmCham Colombia, señaló en diálogo con el medio la falta de resultados visibles en otros países que ya hacen parte del proyecto y advirtió sobre el desequilibrio comercial con China.
También precisó que “el déficit comercial supera los US$13.000 millones”, y también agregó a su preocupación el riesgo de una competencia desleal para la industria local.

El propio Javier Díaz, aunque defensor inicial del proyecto, también le dio matices su posición, porque dijo que pese a los beneficios, sí hay peligros que están más relacionados a las consecuencias de que China tenga influencia comercial en Colombia, pero ahora como una economía de mercado.
Así lo dijo: “Creemos que tenemos muchos riesgos. Ingresar a esta iniciativa nos puede costar que tengamos que aceptar a China como una economía de mercado, con sus consecuencias, cuando realmente no lo es”, alertó.
También advirtió que la participación en la Franja y la Ruta podría “causar daño a nuestro aparato productivo”, si no se implementan mecanismos de defensa comercial adecuados.
Otra de las voces críticas es la de Bruce Mac Master, el director de la Andi, que en sus redes sociales comentó que se deben revisar con lupa este tipo de decisiones para poder evaluar qué beneficios comerciales con otros aliados se pueden estar sacrificando.
“¿Colombia quiere hacer esto en este momento? ¿A cambio de qué? ¿Qué justificación tiene desde el punto de vista de la estrategia internacional de estos días? ¿Cómo afecta la relación con nuestros aliados comerciales que nos compran la mayoría de nuestras exportaciones?“, cuestionó.
La posición de Estados Unidos
Estados Unidos, tradicional aliado de Colombia, también ha reaccionado con cautela ante el acercamiento entre Bogotá y Pekín, pero en especial ante un vínculo con economías de países políticamente comunistas.

El 23 de abril de 2025, el embajador encargado del paós. en Colombia, John McNamara, manifestó: “Tomamos nota de los recientes acercamientos del Gobierno de Colombia con otros países, los cuales tienen otros sistemas que no son democráticos, y entre ellos está China, la China comunista”.
Aunque aclaró que respeta las decisiones soberanas del país para establecer relaciones con otras naciones, su declaración deja entrever la preocupación geopolítica de Washington por la expansión de la influencia china en la región.
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