
Por si existía alguna duda de que la relación entre el presidente de la República, Gustavo Petro, y el excanciller Álvaro Leyva Durán estaba fracturada, en una especie de punto de no retorno, las mismas fueron disipadas el martes 6 de mayo de 2025: día en el que se conoció una segunda carta del exfuncionario contra el jefe de Estado, en la que reiteró en sus denuncias sobre presuntos problemas de adicción del jefe de Estado con sustancias psicoactivas, además de otros asuntos que lo dejarían mal parado.
Este rompimiento, que terminó de consumarse en la última semana, venía desde hace varios meses, pues en su perfil de X el veterano excanciller hizo una serie de advertencias a sus seguidores y a la opinión pública, con mensajes en cierto modo enigmáticos, en los que dejaba entrever que tenía información relevante sobre lo que estaría sucediendo, según él, con el primer mandatario de la nación, que estaría siendo aquejado por una especie de “demonios” que, a juzgar por sus palabras, aún lo acompañarían de cara a la recta final de su Gobierno.
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El colofón fueron los dos duros calificativos con el que el primer mandatario trató de sacudirse del impacto que causó la carta de Leyva, alegando que sería pieza de un complot que estaría siendo planeado desde Estados Unidos; pues vinculó al político de 82 años con políticos republicanos, como el representante a la Cámara Mario Díaz-Balart, al que apuntó como uno de los “cerebros” de lo que estaría haciendo Leyva con sus pronunciamientos.
“No es un chisme por ahí, de un viejo loco que por rabia, porque dice que quería hablar conmigo y yo nunca supe que quería hablar conmigo. Lo echó la Procuraduría, yo qué culpa tengo, pero me la está cobrando a mí. Pero, no son las locuras de un viejo loco, decrépito que está sacando la herida de que no pudo seguir siendo canciller o su hijo, lo que ha salido hoy no es chisme, es un complot y es un complot internacional”, afirmó Petro en su encuentro con los aprendices del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), al reafirmar que el origen del descontento sería la sanción por 10 años para ejercer cargos públicos de Leyva, impuesta por el Ministerio Público, al hallarse disciplinariamente responsable de la polémica licitación de la fabricación de pasaportes.
La cronología de lo que sería la “venganza” de Álvaro Leyva contra Gustavo Petro
El 25 de febrero de 2025, se puede decir con exactitud, Leyva empezó a mostrar motivos para romper definitivamente su silencio. “Al traste entonces con aquello de la ‘prudente ocultación de la verdad’. Y prosigo, para ser exacto, recogiendo entre comillas: ‘Es lo que llaman los teóricos de la ética (…) la mutatio materiae: ahí se ha producido un cambio de materia’. Es así como reza el texto. Lo señalan los más doctos. ¿Significa lo anterior que, tratándose del momento que se vive en Colombia, llegó la hora de dejar de lado los falsos mutismos? Así lo creo. ¿Será que la verdad nos hará libres? ¿Llegó el momento del no ocultamiento? Ciudadanas y ciudadanos… ¿Puede ser lo anterior el anticipo de algo más de fondo para lo cual los colombianos necesariamente nos debemos preparar?“, dijo por aquel entonces.

A su vez, el 25 de marzo, Leyva no tuvo problema en acusar al presidente de una serie de hechos que estarían haciéndolo indigno para el cargo. Incluso, denominó su escrito como una “alarma” de lo que se vendría por haberse negado, según él, a atender sus recomendaciones; a desoír sus urgentes llamados. Leyva interpuso su amistosa relación con el asesinado Carlos Pizarro Leongómez, excabecilla del M-19, para hacer una especie de paralelo que fue comprendido por pocos.
“Sindéresis Gustavo Petro, no vaya el Diablo. Se dice que últimamente se ha convertido usted en autor de sembradíos de posibles violencias; que se le ha ido la mano ya por razones propias, suyas, íntimas, conductas indebidas o poco aconsejables, ya por desespero, ya por no controlar su lengua. Se ha tornado, se abunda, se oye en todas partes, es un jefe de Estado que hace uso del poder a su alcance, que sin duda es todo, para amenazar, para intimidar, para calificar de manera impropia, por decir lo menos, a quienes no son hoy sus militantes. Sí, sus militantes. En su momento, suplicante, le advertí a mi amigo Belisario Betancur. A usted, Gustavo, le prendo las alarmas", afirmó.

La revelación de Álvaro Leyva contra Gustavo Petro
Pero, el mensaje con el que comenzó a destapar sus intenciones vino el 1 de abril. Leyva empezó a hacer énfasis en lo que serían las adicciones de Petro y a calentar el ambiente para lo que vendría después, como si con ello estuviera llevando a cabo, paso a paso, una venganza por el peso jurídico que cayó encima por la fuerte sanción de los entes de control disciplinario, en este caso la Procuraduría. Fue cuestión de días para que el hombre que es conservador de base, pero que ha ejercido labores en diferentes administraciones, se pronunciara: adelantando la “bomba” que amenaza con implosionar los cimientos del Gobierno.
“Por ello me pregunto con suma preocupación sobre los efectos dañinos de los estupefacientes y el alcohol, tratándose de la persona que lidera la cima del Estado y de algún estrechísimo colaborador suyo. ¿Qué se puede esperar ahora y en lo que resta por venir de ser aquello así? ¿Cuál sería la suerte de los colombianos y de la patria entera?“, expresó Leyva, que nueve días después volvió a dejar una publicación objeto de exhaustivo análisis, pues se trataba, ni más ni menos que del exmiembro de su gabinete por el que Petro señaló sin duda que se estaba adelantando un ”golpe blando" en su contra.
“Creí en el discurso de Petro candidato. Por esto le acepté el Ministerio de Relaciones Exteriores. Desde la Constituyente del 91 no ejercía función pública alguna. Le agradecí que hubiera pensado en mí para tan alto cargo. Y lo reitero. Pero, por circunstancias por él conocidas, las ilusiones que me colmaron al inicio se fueron desvaneciendo. Hoy solo me queda uno que otro recuerdo grato. Más pienso en mi país y pienso y pienso en mi país", destacó el excanciller en una de sus acostumbradas epistolares, el 10 de abril, con las que develó parte de su estrategia.

Con un preámbulo difícilmente mejor ambientado que este, el momento cumbre para Leyva vino el 23 de abril cuando decidió compartir una carta que un día antes había radicado en las instalaciones de Palacio y en la que se fue de frente contra el presidente de la República, al acusarlo, palabras más, palabras menos, de depender de sustancias alucinógenas para su día a día. Y lo hizo recordando un episodio del que habría sido testigo, pero recurrió de una “prudente ocultación de la verdad”, como él mismo trató de justificar su silencio, al menos, durante el último año.
“Momentos embarazosos para mí como persona y como su Canciller. Y mucho más cuando supe dónde había estado. Me apena decirlo hoy -tarde ciertamente-, pero por esa época ya tenía conocimiento de episodios suyos de similar comportamiento. Fue en París donde pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción. ¿Pero qué podía yo hacer? Seguro fui inferior“, fue una de las frases con las que el excanciller apuntó hacia Petro, al contar que, según él, se desapareció durante dos días en la Ciudad Luz, y con los que habría confirmado su intención: ir por el mandatario, ya sin ningún tipo de incertidumbre sobre sus intenciones.

El segundo golpe lo lanzó Leyva en la madrugada del martes 6 de mayo. La esencia de su contenido no sorprendió, sin embargo, los términos usados sí resultaron demoledores. “Señor Presidente, usted está enfermo”, fue la sentencia con la que decidió enfrentar al que, por culpa de su indiferencia, se convirtió en su mayor adversario y a contar dos nuevos episodios de sus presuntas escapadas: el primero, el que habría protagonizado en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, en enero de 2023 cuando lo reemplazó en una reunión con el ex primer ministro británico Tony Blair. El segundo, durante una visita de Estado a Chile en enero de 2023, pues no habría ido a un compromiso oficial en el Palacio de los Tribunales de Justicia, dejando nuevamente en el exfuncionario la misión de representarlo.
“Su desaparición en París fue la reiteración de una conducta que puso de manifiesto una vez más la gravedad de su condición. De su adicción. Tan evidente lo ocurrido entonces que los hechos sucedidos se fueron confirmando con un sinnúmero de testimonios. Y a propósito de querer enmendar la plana, lo asesoraron mal al ponerlo a firmar el Decreto número 1009 del 24 de junio de 2023, consignando en ese acto administrativo una falsa motivación del mismo y una falsedad ideológica en documento público", dijo el hombre que estaría empecinado a inmolarse con sus revelaciones.
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