
Las recientes declaraciones del presidente de la República, Gustavo Petro, que durante la jornada en la que convocó a sus bases para impulsar la consulta popular, que ya está radicada ante el Senado para su estudio, aprovechó para lanzar fuertes críticas a los miembros del Congreso de la República, continúan generando fuertes repercusiones en el espectro político y, del mismo modo, en los principales medios de comunicación, que con duros editoriales han cuestionado el alcance de sus palabras.
A través de un discurso lleno de simbolismos históricos y advertencias, Petro arremetió contra aquellos legisladores que se oponen a su propuesta de consulta popular. Es por esto que el domingo 4 de mayo de 2025, tanto el editorial de El Tiempo como el de El Espectador coincidieron en que las afirmaciones del presidente, que entre otras se despachó contra el presidente del Congreso, Efraín Cepeda, han desbordado los límites de la crítica constructiva, al tocar el terreno peligroso de la confrontación y el lenguaje beligerante.
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En su discurso, el primer mandatario empuñó la espada del libertador Simón Bolívar y agitó la bandera de la “guerra a muerte”, símbolos históricos que, según se conoció, habrían sido utilizados para dar un tono bélico y divisivo al evento. Así lo reseñaron ambos rotativos en sus escritos, que mostraron con sendos titulares su agudeza crítica: Sin amenazas, indicó El Tiempo, mientras que El Espectador refirió su posición con Las palabras importan... y preocupan.
“Es preocupante que, en lugar de fomentar un diálogo constructivo y respetuoso entre las ramas del poder público, el presidente recurra a un lenguaje beligerante que deslegitima la labor del Congreso y, a la larga, termina apelando al chantaje”, señaló El Tiempo en su editorial. De esta manera, indicaron que las palabras del jefe de Estado no solo fueron un llamado a la confrontación política, sino que contenían amenazas explícitas hacia los congresistas que no respaldan su iniciativa. “Quienes voten en contra de la consulta serán ‘revocados por el pueblo’”, afirmó Petro, con lo que sugirió que los legisladores que no apoyen su propuesta podrían perder su lugar en el Congreso.
Además, el primer mandatario se permitió calificar a los opositores como “h. p. esclavistas”, un término que en su escrito El Espectador consideró completamente inaceptable. “El problema con el populismo es que se construye sobre un delirio: que hay una persona que interpreta lo que el pueblo necesita y que cualquier crítica es una traición a la patria”, se leyó en el editorial de este medio, quien también indico que las afirmaciones del presidente reflejan una peligrosa estrategia de estigmatización. En lugar de invitar al diálogo y la colaboración, el presidente ha optado por dividir a la sociedad entre los que lo apoyan y aquellos que, según él, son traidores a la nación. “Todo el que no esté de acuerdo conmigo está en contra del pueblo y es un criminal”, parece decir el mandatario, de acuerdo con El Espectador.
Editoriales hicieron énfasis en la mala relación de Gustavo Petro con el Congreso
La descalificación del Congreso y la acusación de traición a quienes se oponen a su iniciativa no solo es un ataque a las instituciones democráticas, también una amenaza a la propia estabilidad política del país. En este sentido, El Tiempo quiso precisar que el Congreso tiene la responsabilidad de deliberar sobre las propuestas del Ejecutivo, pero sin presiones indebidas ni amenazas. La democracia colombiana, al igual que cualquier sistema democrático, se construye sobre el respeto al disenso y a la pluralidad de opiniones. “Es pasar por alto que otras visiones de la sociedad tienen su representación en este foro y que por una movilización o el sesgo de un mandatario no pueden ser simplemente anuladas”, remarcó el citado medio.
El presidente, en su aparición en la Plaza de Bolívar, recurrió a los símbolos históricos de la lucha por la independencia, como la espada de Bolívar, para reforzar su discurso. Sin embargo, como citaron en El Tiempo, el historiador y exdirector del Centro de Memoria Histórica Gonzalo Sánchez cuestionó este uso de símbolos guerreros. “Es muy difícil convocar a la paz con símbolos y palabras de guerra”, comentó Sánchez en relación con el evento.
Por su parte, El Espectador también criticó el uso de estos elementos discursivos, al recordar que, aunque la consulta popular es un mecanismo legítimo dentro de la Constitución, su implementación debe seguir los cauces institucionales establecidos, sin recurrir a tácticas que dividan a la población.
“Peligrosa polarización” de Gustavo Petro, al promover su consulta popular
Cabe destacar que lo que comenzó como una propuesta para unificar el país a través de un cambio democrático, derivó en una peligrosa polarización, en la que el presidente de la República parece haber abandonado su promesa de gobernar para todos los colombianos, según el editorial de El Espectador. Al ser elegido con una votación histórica, de más de 11.700.000 votos, Petro había manifestado su deseo de superar las divisiones del país y construir consensos, pero su actitud en este contexto parece ir en la dirección opuesta. “Ahora considera que solo hay un país válido, el de quienes lo apoyan a él y a su Pacto Histórico. Todos los demás, señala, son parte de una conspiración en su contra”, se registró en el citado el medio, al cuestionar su actitud cada vez más contestataria.
En un país que ya ha enfrentado una violencia histórica y que atraviesa una serie de retos en términos de seguridad y estabilidad social, el tono de los discursos presidenciales no solo es innecesariamente agresivo, sino que pueden ser contraproducente en la construcción del debate. La reciente violencia en el país, como el asesinato del militante de Colombia Humana, Alberto Peña, incluso reseñado por el propio Petro, ha sido utilizada por el presidente para cargar contra el Congreso, sin reconocer que la violencia también es resultado de la falta de control del Estado en algunas zonas del país.
Teniendo en cuenta esa compleja situación, El Espectador denunció que “el presidente se siente cómodo utilizando su gran poder para estigmatizar a todo el que se le opone”, lo que podría tener efectos desastrosos en la ya frágil cohesión social.
Eso sí: ambos editoriales coinciden en que la democracia colombiana necesita un clima de respeto mutuo entre las instituciones, y que el discurso polarizador del jefe de Estado está minando este equilibrio. La democracia, señalaron en los escritos, requiere del disenso, de la capacidad de aceptar y negociar diferencias, no de descalificar y destruir al otro. Como advirtió El Tiempo, “las constantes agresiones a congresistas que no comulgan con el Ejecutivo y los descalificativos en contra de dicha corporación no aclimatan los acuerdos que él mismo sigue proclamando”.
En este orden de ideas, el llamado de ambos medios parece claro: la construcción de un mejor país no se logra mediante la confrontación, sino mediante el diálogo respetuoso y la moderación. Es por eso que le reiteraron al presidente que, en una democracia, sus afirmaciones tienen un peso significativo. Como bien señala El Espectador, “las palabras importan”, y es crucial que quienes ostentan el poder las usen con responsabilidad, para preservar el bienestar y la unidad del país.
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