
En medio de una situación de alta tensión social y política, el presidente Gustavo Petro utilizó sus redes sociales para pronunciarse sobre el tema de la drogadicción, a propósito de las recientes declaraciones del ministro del Interior, Armando Benedetti.
Sin embargo, su decisión de centrarse en este asunto provocó rechazo, ya que en paralelo, las autoridades se encuentran en máxima alerta debido al asesinato de más de 17 miembros de la fuerza pública en los últimos días, por ataques atribuidos a un denominado plan pistola organizado por grupos armados ilegales.
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La controversia comenzó con la publicación de una entrevista concedida por Benedetti a la revista Cambio, en la que abordó de manera abierta su historial de adicciones. En la conversación, el ministro relató: “Iba a trabajar, luego tomaba, consumía cocaína y después bebía para poder dormir”. Aseguró que, a pesar de sus problemas, nunca descuidó sus responsabilidades públicas, aunque reconoció que su adicción afectó de manera profunda su vida personal y familiar.

Frente a las declaraciones de Benedetti se vincula directamente a la carta enviada por Álvaro Leyva, exministro de Relaciones Exteriores, en la que expresaba preocupaciones personales sobre una supuesta adicción de Gustavo Petro a sustancias psicoactivas.
En ese documento de cuatro páginas, Leyva afirmó: “Pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción”, al hacer referencia a un episodio ocurrido durante una visita oficial a París. La carta, inicialmente privada, se filtró al debate público, lo que provocó implicaciones políticas y cuestionamientos sobre la estabilidad del Gobierno.
En su relato, Benedetti también compartió episodios difíciles de su proceso de recuperación, como la recaída que sufrió hacia 2008 o 2009, y relató cómo un error en una reunión, donde tomó vodka creyendo que era soda, desencadenó su regreso al alcohol. Mencionó el impacto que tuvo la ausencia de su padre en su infancia y cómo esta carencia afectiva influyó en su dependencia de sustancias.

“No quisiera ser adicto y lo soy. Es una enfermedad. Cuando uno lo admite, es estigmatizado, sancionado y visto como incapaz”, puntualizó.
Esto dijo el presidente sobre las declaraciones de Armando Benedetti
A raíz de esta entrevista y del contexto generado por la carta de Leyva, el presidente Petro decidió hacer una publicación extensa en su cuenta de X.
En su mensaje, expresó: “La drogadicción es efectivamente una enfermedad y no se debe confundir con consumo de drogas, son dos temas diferentes. La adicción es una enfermedad sicilógica que se presenta como dependencia a una sustancia o actividad: la búsqueda obsesiva de dinero, el alcohol, el azucar, el sexo, sustancias diferentes, pueden ser consecuencia se adicción, a veces causa (sic)”.

Petro continuó señalando: “El adicto se trata y el estado debe ofrecer esos servicios de salud a la población. Pensar que la enfermedad debe tener como tratamiento la cárcel y considerar al adicto como un criminal, es una de las peores violaciones de derechos humanos en el mundo”.
Asimismo, resaltó la importancia de respetar a las personas que sufren de adicciones, instándolas a buscar tratamiento: “Cuando te encuentras con alguien con una adicción, debes respetarlo como ser humano, y estimularlo a entrar en tratamiento”.
En su reflexión, también vinculó el fenómeno de las adicciones con el sistema capitalista: “El desarrollo de adicciones sobre todo en las sociedades más ricas del planeta tiene que ver con la destrucción de los lazos comunitarios y familiares que provoca el capitalismo. El capital siempre lleva a la soledad de individuos recortados, que solo sirven como consumidores o productores explotados para el capital”.

Finalmente, Petro respondió a las acusaciones de Leyva sobre su presunta adicción, afirmando: “La calumnia lanzada contra mí, tiene que ver con que en mi vida he tenido alguna adicción. Mi espíritu revolucionario, que busca siempre libertad, es contrario a la esclavitud, y las adicciones son esclavitudes del espíritu”.
A pesar de esta escalada de violencia en contra de policías y soldados, además de las solicitudes públicas para que el mandatario se pronuncie sobre el tema, Gustavo Petro mantuvo silencio sobre los asesinatos de los uniformados por más de dos semanas.
Este hecho ha captado la atención, dado que mientras el país exige respuestas y acciones frente a la crisis de seguridad, el foco del presidente se mantuvo en los señalamientos sobre drogadicción y en la defensa de quienes enfrentan adicciones como enfermedad, sin hacer referencia especial a la situación que atraviesa el país.
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