Investigador reveló detalles del modus operandi del asesino serial de niños Manuel Octavio Bermúdez, al que buscó por 4 años

El criminal, capturado en 2003, solía atacar a sus víctimas en cañaduzales, donde las amarraba y adormecía para evitar que pudieran escapar. Un niño logró escapar y la información que suministró ayudó a las autoridades a dar con su paradero

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Bermúdez amarraba a sus víctimas,
Bermúdez amarraba a sus víctimas, que aparecían en cañaduzales - crédito Johan Largo/Infobae

Luis Alfredo Garavito es uno de los criminales más temidos de Colombia. Abusó sexualmente de 200 menores de edad, aproximadamente, a quienes también torturó y asesinó. Lo hizo durante más de 10 años: entre 1980 y 1992. Sus víctimas tenían entre 8 y 12 años; los abordaba en zonas públicas, como parques, los engañaba y los llevaba con él a zonas ocultas para agredirlos física y sexualmente.

Garavito murió el 12 de octubre de 2023, pero su manera de atacar a los niños fue adoptada por otro criminal: Manuel Octavio Bermúdez, apodado como el “Monstruo de los Cañaduzales”. Un asesino serial que fue perseguido durante cuatro años por el investigador del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General de la Nación Jairo Abadía, que contó en el pódcast Más Allá del Silencio cómo se llevaron a cabo las indagaciones que permitieron su captura.

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El 3 de febrero de 1999 encontraron el cuerpo de un niño de 12 años en un cañaduzal en la salida de Palmira hacia Cali (Valle del Cauca). El menor había sido agredido y quemado. No estaba su ropa, pero había varias pertenencias de un hombre alrededor: gafas, zapatos, una camisa, dinero, vaselina y una botella de viche (algo que caracterizaba a Garavito).

Luis Alfredo Garavito dio información
Luis Alfredo Garavito dio información sobre cómo podría operar el asesino serial - crédito Policía Colombia

En consecuencia, en ese momento, se pensó que la persona responsable del crimen sería Luis Alfredo Garavito, algo que posteriormente se confirmó. Además, se creyó que el victimario se había quemado en el cañaduzal, pero no fue así. “Nos enteramos de que el sujeto que escapó del cañaduzal solicitó ayuda a unas personas del barrio y, entre esas, alguien le suministró crema para quemaduras”, contó el investigador en el pódcast, dirigido por Rafael Poveda.

Luego, el 6 de abril de 1999, encontraron el cuerpo de otro menor de edad en un sector conocido como el ingenio Papayal, y, de nuevo, se atribuyó el crimen a Garavito. Pero, la hipótesis era incorrecta; el asesino serial aseguró ante las autoridades que el último caso de violación sexual y asesinato que cometió fue en febrero de 1999, lo que quiere decir que el victimario era otro. “No teníamos información de que había otro asesino en serie”, afirmó el funcionario en la entrevista.

[Entonces] se encienden las alarmas, porque se halla un menor en esas circunstancias, casi en reducción esquelética, sin las prendas de vestir, amarradas sus manos, sus pies”, precisó el investigador, que confirmó que el homicidio del niño fue responsabilidad de Manuel Octavio Bermúdez, el asesino serial hasta entonces desconocido.

Una de las víctimas de
Una de las víctimas de Bermúdez logró escapar y sus aportes fueron claves para la investigación y su captura - crédito Colprensa

Fue así como empezaron las investigaciones y, al mismo tiempo, surgieron más casos de niños asesinados. Descubrieron entonces que había un asesino en serie en Valle del Cauca. Según detalló, los hechos dejaron en evidencia su modus operandi. Solía amarrar las extremidades de las víctimas con los cordones de los zapatos que llevaban puestos. Además, los cuerpos eran encontrados con cordones amarrados al cuello y siempre aparecían abandonados en cañaduzales. En las escenas del crimen estaban las prendas de los menores, aunque no siempre estaban completas, y en algunas de ellas había jeringas, con las que suministraba un medicamento con el que adormecía las piernas de los menores.

Para dar con el paradero del criminal, Jairo Abadía y otros investigadores buscaron a Luis Alfredo Garavito en la penitenciaría de Peñas Blancas de Calarcá (Quindío). La entrevista con el asesino serial fue en junio de 2003 y tenía como fin indagar si este tenía algún imitador o un cómplice. El criminal aseguró que siempre cometió sus crímenes solo y que no conocía a la persona que estaba atacando a los niños en el departamento.

Sin embargo, dio pistas que ayudaron a las autoridades a encontrarlo. Según indicó, el hombre seguramente se trasladaba por muchos lugares para buscar a sus víctimas, pero que no era un hombre organizado, contrario a él, puesto que no tenía seleccionados las zonas para cometer los crímenes y no elegía a los menores de edad según sus rasgos.

El asesino serial fue buscado
El asesino serial fue buscado por las autoridades durante cuatro años - crédito Fernando Vergara/AP

Además de la información suministrada por Garavito, los investigadores pudieron ponerse en contacto con un niño que logró escapar de Bermúdez, que fue entrevistado con ayuda de psicólogos. El menor dio detalles sobre los rasgos físicos de su atacante, su modo de caminar, cómo se movilizaba y lo que pasó el día de la agresión.

El hombre lo engañó ofreciéndole dinero por coger espigas de la caña. Antes de que el menor hiciera el trabajo, le indicó que se quitara la ropa para aplicarle una crema con la que evitaría que la pelusa de la caña lo afectara. El niño hizo caso a las indicaciones, pero, cuando empezó a aplicar la crema, reaccionó y evidenció que Bermúdez estaba desnudo. Entonces, escapó.

Finalmente, tras la continuación de las investigaciones, las autoridades pudieron capturarlo en 2003. Utilizaba una fachada de vendedor ambulante para atrapar a sus víctimas.