Rebusque o trampa en TransMilenio: la empresa se pronuncia tras la nueva tendencia de ceder un asiento a cambio de $1.000

Para algunos ciudadanos, esta actividad es vista como una muestra del ingenio colombiano en busca de generar ingresos en medio de las dificultades económicas

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TransMilenio enfatizó que ceder un
TransMilenio enfatizó que ceder un asiento debe ser un acto altruista, basado en la solidaridad y el respeto hacia los demás pasajeros - crédito Colprensa

En Bogotá, una práctica que inicialmente podría parecer un acto de ingenio urbano ha comenzado a generar controversia en el sistema de transporte público.

Algunos usuarios de TransMilenio han empezado a ofrecer sus asientos a cambio de pequeñas sumas de dinero antes de descender del autobús. Este fenómeno, que ha sido documentado en videos y testimonios difundidos en redes sociales, ha despertado opiniones divididas entre los ciudadanos y ha llevado a la empresa operadora del sistema a pronunciarse al respecto.

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De acuerdo con un video que volvió viral, los pasajeros que participan en esta actividad solicitan 1.000 pesos a cambio de ceder su asiento. En una ciudad donde los trayectos en transporte público pueden extenderse por más de una hora y donde conseguir un lugar para sentarse durante las horas pico es considerado un privilegio, esta práctica ha comenzado a replicarse entre algunos usuarios.

Una práctica entre la creatividad y la polémica

Usuarios en redes sociales han catalogado este hecho como un nuevo emprendimiento de la economía urbana - crédito redes sociales

Para algunos ciudadanos, esta actividad es vista como una muestra del ingenio que caracteriza el llamado “rebusque” diario, una forma de generar ingresos en medio de las dificultades económicas. De acuerdo con Semana, un usuario comentó que ha vendido su asiento en más de una ocasión, por lo que justifica la acción con la pregunta: “Si el puesto ya lo tienes y estás por bajarte, ¿por qué no sacarle algo?”.

Sin embargo, no todos comparten esta perspectiva. Otros usuarios consideran que esta práctica afecta el sentido de comunidad y solidaridad que debería prevalecer en el transporte público. En un sistema diseñado para facilitar la movilidad de millones de personas diariamente, la venta de asientos podría interpretarse como un acto que prioriza el beneficio individual sobre el bienestar colectivo.

La postura de TransMilenio

Este fenómeno, que ha sido
Este fenómeno, que ha sido documentado en videos y testimonios difundidos en redes sociales, ha despertado opiniones divididas entre los ciudadanos - crédito Transmilenio

Ante la creciente visibilidad de esta tendencia en redes sociales, TransMilenio, la empresa encargada de operar el sistema de transporte masivo de Bogotá, emitió un comunicado en el que rechaza categóricamente este tipo de comportamientos. Según la entidad, estas acciones van en contra del manual del usuario y del Código de Convivencia, normas que regulan el uso adecuado del sistema.

En su declaración, TransMilenio enfatizó que ceder un asiento debe ser un acto altruista, basado en la solidaridad y el respeto hacia los demás pasajeros. “Ceder la silla es un acto altruista y que responde a la solidaridad que debe primar en el Sistema y en los comportamientos cotidianos de las personas en cualquier lugar de la ciudad, sin buscar ningún tipo de lucro”, señaló la empresa.

Además, la entidad hizo un llamado a los creadores de contenido que han difundido esta práctica en redes sociales, instándolos a promover comportamientos positivos y el uso correcto del sistema de transporte. Según TransMilenio, estas acciones contribuyen al bienestar de toda la comunidad usuaria y fortalecen los valores de convivencia en la ciudad.

Un reflejo de las dinámicas urbanas

Un usuario comentó que ha
Un usuario comentó que ha vendido su asiento en más de una ocasión - crédito Alcaldía de Bogotá

La venta de asientos en TransMilenio pone de manifiesto las complejas dinámicas sociales y económicas que enfrentan los habitantes de Bogotá. En un contexto donde el transporte público es utilizado por millones de personas diariamente, las largas jornadas laborales y los trayectos extensos convierten la comodidad de un asiento en un recurso valioso.

Aunque esta práctica no está formalmente regulada, su aparición ha generado un debate sobre los límites entre la creatividad para enfrentar las dificultades económicas y el respeto por las normas de convivencia. Mientras algunos defienden la iniciativa como una forma legítima de obtener ingresos adicionales, otros consideran que podría sentar un precedente negativo en el uso del transporte público.

Finalmente, la respuesta de TransMilenio, al rechazar esta práctica y promover valores como la solidaridad, busca reforzar el sentido de comunidad en un sistema que es esencial para la movilidad de Bogotá.