
El aumento de aranceles que ha decretado el presidente estadounidense Donald Trump para una buena cantidad de países ha provocado múltiples reacciones en el mundo y en Colombia, donde políticos y economistas discuten sobre el impacto de las medidas de la Casa Blanca.
Recientemente, Camilo Sánchez, presidente del Consejo Gremial, se refirió a posibles acciones del sector productivo y del público. El líder gremial señaló que no debe haber retaliaciones hacia Estados Unidos y que lo primero es defender las relaciones bilaterales.
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El presidente Gustavo Petro se pronunció y dijo que el Gobierno seguirá un plan ya previsto de cara al sector exportador.
“Ni retaliaciones ni boberías ingenuas. La política arancelaria tiene unas directrices ya tomadas, se rige por nuestro programa de gobierno sobre aranceles inteligentes y será conversada directamente con empresarios del agro y la industria exportadora”, escribió el presidente de la República.
Panorama arancelario para las relaciones comerciales entre Colombia y EE.UU.
La reciente decisión del Gobierno de Estados Unidos de imponer un arancel del 10 % a las importaciones provenientes de Colombia ha encendido las alarmas en los sectores productivos del país. Aunque la medida hace parte de una estrategia comercial global de la administración estadounidense, sus efectos específicos sobre la economía colombiana podrían ser significativos, en especial para las industrias que dependen en gran medida del acceso preferencial al mercado norteamericano.
Se estima que aproximadamente el 30 % de las exportaciones colombianas quedarían afectadas por este nuevo gravamen, lo que implica una presión directa sobre la competitividad de sectores clave como el agropecuario, el manufacturero, el textil y el de insumos industriales y químicos, según Ricardo Triana, director del Consejo de Empresas Americanas en diálogo con Semana. Estas industrias, que tradicionalmente han tenido una presencia consolidada en el mercado de Estados Unidos, ahora enfrentan el desafío de adaptarse a un entorno más adverso y de costos más altos.

En este nuevo escenario, las empresas colombianas que comercian con Estados Unidos deberán revisar sus estrategias de exportación, buscar eficiencias internas y evaluar la posibilidad de diversificar mercados para mitigar el impacto. El hecho de que el arancel se aplique de manera global también tiene implicaciones que podrían jugar a favor de Colombia: países como China y miembros de la Unión Europea, por ejemplo, enfrentan aranceles más altos —de hasta el 34 % en algunos casos— lo que podría abrir nuevas oportunidades comerciales si Colombia logra posicionarse como un proveedor más competitivo en ciertos nichos.
Sin embargo, los riesgos inmediatos son claros. La reducción de la demanda en Estados Unidos como consecuencia del encarecimiento de los productos colombianos podría traducirse en una caída en los volúmenes de exportación, lo que a su vez impactaría la producción interna, el empleo y el dinamismo económico de varias regiones del país. Además, la incertidumbre generada por estas medidas puede afectar el clima de inversión extranjera, especialmente en sectores donde la estabilidad del comercio bilateral con Estados Unidos es determinante.
El sector textil, por ejemplo, ya compite con grandes potencias del sudeste asiático, que también están siendo afectadas por los nuevos aranceles. En ese contexto, Colombia podría encontrar oportunidades para ampliar su cuota de mercado si logra aprovechar las ventajas comparativas y mejorar su posicionamiento internacional. No obstante, esto requeriría esfuerzos coordinados entre empresarios, gremios y el Estado para asegurar condiciones que fortalezcan la productividad y la innovación.

Más allá del impacto inmediato, la coyuntura invita a replantear la estrategia comercial del país, con énfasis en la diversificación de destinos de exportación y el fortalecimiento de alianzas con otras economías. Si bien Estados Unidos seguirá siendo un socio crucial, la dependencia excesiva de un solo mercado representa un riesgo que se ha hecho evidente ante escenarios como el actual.
Colombia se encuentra, entonces, ante una doble tarea: enfrentar las consecuencias directas de una medida que golpea a sectores estratégicos y, al mismo tiempo, aprovechar las fisuras en el comercio global para posicionarse como un jugador confiable y competitivo en mercados internacionales que están en constante transformación.
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