
En su nueva faceta como creador de contenido, Luis Ernesto Gómez, exsecretario de Gobierno de la administración de Claudia López en Bogotá, explicó de dónde provienen los acentos de las ciudades principales de Colombia.
“El español que llegó a América no era uniforme. Cada región recibió influencias distintas y se mezcló con lenguas indígenas y africanas”, dice Gómez.
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En su explicación, Gómez precisó que “en la costa Caribe el seseo y la aspiración de la S provienen de los andaluces (Andalucía) y canarios (Islas Canarias), que dejaron su huella en la forma de hablar”.
También de influencia europea, pero germánica, un poco más al sur, tomaron algunos rasgos de los migrantes alemanes del siglo XX: “En Santander, el acento está influenciado por los migrantes alemanes que llegaron en el siglo XIX. Por eso, se dice que su tono directo y seco recuerda el acento del norte de Europa”.
Mientras, “en el Pacífico se percibe la influencia africana en la entonación, en ciertas estructuras gramaticales y en el acento, con palabras como chévere, ñame y guarapo”. En el centro del país, al igual que en la zona norte, los pobladores fueron tomando elementos de España, aunque de regiones diferentes.
“En Antioquia y el Eje Cafetero, el aislamiento geográfico ayudó a preservar el voceo, un rasgo del español del Siglo de Oro”. Pero en Bogotá siguió un camino distinto. Las élites adoptaron el español peninsular como modelo de prestigio y, con el tiempo, esto dio lugar al acento pausado que hoy conocemos. Esta es la razón por la que una migrante boliviana no entendía a los colombianos, a pesar de hablar el mismo idioma:
En julio de 2022, Michelle Gmsa, una boliviana criada en los Estados Unidos, se enfrentó a un inesperado reto cultural y lingüístico al mudarse a Colombia. A pesar de haber crecido hablando español en casa y de haber estudiado el idioma en profundidad, su llegada al país sudamericano le reveló que no estaba tan preparada para integrarse plenamente en la vida cotidiana de su nuevo entorno.
Según detalló, una carta escolar que recibió poco después de su llegada al país marcó el inicio de su proceso de adaptación, al entender poco o nada de lo que decía el documento.
Michelle emigró a Estados Unidos junto a su familia cuando tenía apenas dos años. Aunque su vida transcurrió mayormente en un entorno angloparlante, sus padres insistieron en que ella y sus hermanos mantuvieran el español como parte fundamental de su identidad. En casa, el uso del idioma era obligatorio, y durante las vacaciones de verano, la familia viajaba a Bolivia para reforzar su conexión con la cultura y el idioma de sus raíces.
Esta formación bilingüe, combinada con estudios universitarios en literatura y gramática en español, le hizo creer que estaba completamente preparada para desenvolverse en cualquier país hispanohablante.
Sin embargo, su experiencia en Colombia fue diferente. Según explicó, el español que había aprendido en casa y en sus estudios no era suficiente para comprender plenamente las expresiones y particularidades del lenguaje colombiano. “Pensé que estaba súper preparada para vivir en un país tan hermoso como Colombia, donde no tendría problemas con el idioma”, comentó. Pero la realidad fue distinta, y el choque cultural que experimentó la llevó a replantearse su relación con el idioma.
Uno de los momentos más significativos ocurrió cuando sus hijos comenzaron a asistir a la escuela en Colombia. Michelle recibió una carta de bienvenida del colegio, pero no logró entenderla completamente debido a las diferencias en el uso del español. “Los colombianos se expresan y usan unas palabras tan hermosas, que yo nunca las había escuchado”.
Este episodio la hizo darse cuenta de que, a pesar de su fluidez en el idioma, había aspectos culturales y lingüísticos que desconocía.

De acuerdo con su relato, esta experiencia la llevó a tomar medidas para adaptarse mejor a su nuevo entorno. Comenzó a leer más en español y a involucrarse activamente en las actividades escolares de sus hijos. Aunque cuenta con el apoyo de su esposo, que es originario de Cali, Michelle reconoció que el proceso de adaptación no ha sido sencillo. “Me siento como extranjera, a pesar de que me involucro, hablo con todos y tengo el apoyo de mi esposo caleño”.
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