
A pocos días de que se cumplan tres años de la cancelación del Jamming Festival en Ibagué, la Superintendencia de Industria y Comercio impuso dos multas contra la empresa organizadora, Buena Vibra Eventos, en manos de Alejandro Casallas.
Así lo dio a conocer la mañana del lunes, 17 de marzo, la W Radio tras acceder la Resolución 7468 del 2025, en la que se indica que “se evidenció que mientras que la sociedad tenía publicado en su página web un parte de tranquilidad sobre la realización del espectáculo, los consumidores se enteraron del aplazamiento del evento faltando un día para su realización, a través de las noticias publicadas en distintos medios de comunicación”.
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En respuesta, a Buena Vibra Eventos le fueron impuestas una multa de 107 millones y otra de 380 millones por haber cancelado el evento por voluntad de la empresa organizadora.
Y es que, en lo que va de la investigación, no se ha evidenciado un motivo de peso real por el que tuvieran que echar para atrás la realización del festival, que terminó afectando a colaboradores y asistentes:
“Aunque la cancelación del evento ‘Jamming Festival 2022′, se dio el día anterior al inicio del espectáculo, el sujeto pasivo pudo anticiparse al hecho aludido y disponer del personal necesario para atender las consecuencias de tal decisión, como las órdenes impartidas por esta Autoridad; razón por la cual, resulta claro que el requisito de imprevisibilidad no se cumplió en el caso bajo estudio”, se lee en la resolución de la SIC.

Problemas de logística y el cambio de operador alertaron a los asistentes incluso antes de la cancelación:
La cancelación del Jamming, uno de los eventos más esperados del 2022, se dio a 24 horas de su inicio; es decir, el viernes 18 de marzo, por “motivos de fuerza mayor”. Sin embargo, la falta de explicaciones claras y la acumulación de problemas logísticos generaron un ambiente de incertidumbre y descontento entre los asistentes, proveedores y autoridades locales.
El festival, que proyectaba reunir a más de 150.000 personas provenientes de diferentes países, tenía como sede las instalaciones de Playa Hawai, en Ibagué. El cartel del evento incluía a destacados artistas de renombre internacional como Aterciopelados, Vicentico, Caifanes, Damian Marley, Molotov, UB40, entre otros. No obstante, desde el anuncio inicial del festival, comenzaron a surgir rumores sobre cancelaciones de artistas y problemas en la organización, lo que encendió las alarmas entre los fanáticos y los involucrados en la producción.
Uno de los puntos que mayor preocupación generaba era la capacidad de la infraestructura de Playa Hawai para albergar un evento de tal magnitud. La logística de un festival que esperaba recibir a miles de asistentes requiere una planificación detallada que contemple aspectos como accesos adecuados, servicios médicos, cobertura de red y transporte. Y, según reportes, la zona no parecía contar con las condiciones necesarias para garantizar la seguridad y comodidad de los asistentes.

Además, el cambio de operador logístico a pocos días del inicio del festival incrementó las dudas sobre la capacidad de los organizadores para cumplir con los estándares mínimos de producción. Este cambio, según se informó, afectó tanto a los equipos de trabajo como a los proveedores, quienes enfrentaron dificultades para coordinar aspectos esenciales como transporte, seguridad y montaje de escenarios.
Días previos al evento, comenzaron a circular rumores sobre la cancelación de algunos artistas del cartel. Aunque no se ofrecieron detalles específicos, estos comentarios generaron preocupación entre los asistentes, quienes ya habían adquirido sus entradas y realizado planes de viaje. La falta de comunicación clara por parte de los organizadores contribuyó a aumentar la incertidumbre y las especulaciones sobre el futuro del festival.
El aplazamiento del festival no solo afectó a los asistentes, también a los proveedores y equipos de producción que ya habían invertido tiempo y recursos en la preparación del evento. Según se reportó, la falta de claridad en la comunicación por parte de los organizadores complicó aún más la situación, dejando a muchos sin respuestas concretas sobre los pasos a seguir.
Los asistentes, muchos de los cuales habían viajado desde otros países, expresaron su frustración en redes sociales, exigiendo explicaciones y soluciones. Por su parte, los proveedores y trabajadores involucrados en la logística del evento enfrentaron pérdidas económicas y dificultades para reorganizar sus actividades.
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