El sueño de viajar a Europa y encontrar un empleo mejor remunerado puede convertirse en una pesadilla cuando todo empieza con una estafa.
Así le sucedió a Yovanny Hernández, un colombiano que depositó su esperanza y sus ahorros en un supuesto plan de empleo en Polonia, y que acabó viviendo condiciones infrahumanas y amenazas de acciones legales tras exponer públicamente su caso.
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Su testimonio recordó las dificultades que atraviesan muchas personas que buscan mejorar su calidad de vida en el extranjero, pero que terminan envueltas en redes de engaños.
El comienzo de la historia
Yovanny Hernández comenzó por relatar que contrató un “paquete” con una agencia de viajes ubicada en Zipaquirá, Cundinamarca, según lo que le ofrecieron, podría trabajar en la industria de autopartes en Varsovia, capital de Polonia, con un salario mensual entre 4 y 5 millones de pesos, jornadas laborales de lunes a viernes y una vivienda digna, por lo que la promesa de un futuro próspero y condiciones estables le pareció irresistible.
El punto de partida fue claro: debía pagar aproximadamente 5 millones de pesos a la agencia en Colombia, y otros 2 millones adicionales se destinarían a los llamados “coordinadores” en Polonia, encargados de gestionar la llegada de los migrantes.
El problema surgió desde el mismo momento en que Yovanny Hernández pisó suelo europeo: nada de lo prometido coincidía con la realidad.
La primera decepción
La ciudad de destino no fue Varsovia, sino un lugar aislado y desconocido, por lo que en lugar de encontrar un departamento decente, Hernández se vio obligado a alojarse, junto a unas 60 personas, en habitaciones mínimas, abarrotadas y, según describió, en un estado deplorable.
En este sitio, de acuerdo con su relato, había problemas de drogadicción y alcoholismo y muchos de sus compañeros también se consideraban víctimas de engaños similares.

Aun con estas circunstancias, él y otros decidieron sobrellevarlo, limpiando todo lo que podían y esperando que, una vez iniciaran sus labores, las condiciones mejorarían.
Sin embargo, los días pasaron y nadie los contactaba para trabajar, mientras la agencia colombiana respondía con explicaciones vagas, asegurando que cualquier retraso era momentáneo.
Pero las mentiras eran tan evidentes que tanto Yovanny Hernández como su compañero empezaron a intuir que el empleo soñado no existiría.
Tras diez días de incertidumbre, los trasladaron a una segunda casa, con condiciones todavía peores: bolsas de basura en la entrada, inmundicia en baños y cocinas, sin camas apropiadas ni espacio personal.
Descubriendo la verdad del “empleo”
Después de un tiempo, por fin los anunciaron para un nuevo destino laboral, pero la situación se tornó aún más precaria.
Yovanny Hernández describió que cada “coordinador” local exigía pagos adicionales y que los sueldos reales estaban muy lejos de los ofrecidos en el folleto: para ganar poco más de 2 millones de pesos mensuales, debían trabajar jornadas de hasta 12 horas diarias, incluyendo sábados, bajo un trato que él comparó con “un ambiente carcelario”.
Tampoco existían pausas de almuerzo decentes: apenas 10 o 15 minutos de descanso y un fuerte rechazo si pedían un momento para ir al baño.

Además, no estaban en Varsovia, sino a unas diez horas de la capital, en un pequeño pueblo sin las comodidades ni las oportunidades prometidas.
Todo lo ofrecido, desde el alojamiento hasta el pago y las jornadas, resultó ser una campaña de marketing engañosa, por lo que las agencias en Colombia, relató Yovanny Hernández, inflan los costos y cobran comisiones elevadas, sin hacerse responsables de nada una vez la persona aterriza en Europa.
El regreso a Colombia y los problemas legales
Cansado de las condiciones degradantes y las mentiras, Hernández decidió volver a Colombia, por lo que de inmediato interpuso una denuncia formal contra la agencia ante las autoridades, pero afirmó que no vio resultados concretos.
Desesperado, expuso su historia en redes sociales, sobre todo en Facebook, para advertir a otros colombianos de las falsas promesas laborales; sin embargo, lejos de obtener justicia, la agencia implicada reaccionó presentando acciones legales contra él.

“Ahora nosotros somos los malos. Nos han puesto tutelas y nos exigen disculpas públicas”, aseguró, dado que la agencia y sus representantes lo acusan de difamación, a pesar de que, según Hernández, “muchos han pasado por lo mismo y han manifestado experiencias similares con esa misma empresa”.
Para agravar la situación, se acercaron familiares y otras personas que también denunciaron haber sido víctimas de la misma compañía, pero pese a los testimonios compartidos, la agencia ha mantenido su postura y sigue intentando que Hernández se retracte públicamente.
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