Este es el primer carro que llegó a Colombia: “alcanzaba los 30 kilómetros por hora y para la época era muchísimo”

Un ingeniero, apasionado por la tecnología automotriz, se encargó de traerlo al país poco antes del siglo XX

Guardar
El vehículo fue traído al
El vehículo fue traído al país por un amante ingeniero de apellido Ramírez - crédito nolo____________ / Instagram

El creador de contenido especializado en vehículos, conocido en redes como Nolo, presentó el primer carro que llegó a Colombia, tras su visita a la fundación Museo de Transporte de Antioquia.

Según explicó, se trata del Dion Bouton y el que llegó, en específico, es el type E. Un carro con muchísima historia, pero que, empezando por lo más simple, era bastante complejo (de conducir).

Ahora puede seguirnos en Facebook y en nuestro WhatsApp Channel.

Y es que el vehículo de la casa francesa tenía un volante tipo manillar en el que era necesario hacer los cambios al mismo tiempo que se maniobraba. Además, incluía los típicos pedales de vehículos manuales: embrague, acelerador y freno.

Un sistema que, de acuerdo con Nolo, “es algo complejo, pero efectivo para la época”, cuando los colombianos solían transportarse en carrozas o en caballo.

El Dio llegó al país poco antes del siglo XIX - crédito nolo____________ / Instagram

El Dion Bouton tipo E tenía “un sistema de luces por aceite o de carburo, transmisión por cadena con dos o tres cambios, un techo en lona plegable, llantas de 700 x 80 y guardabarros en cuero”.

Entonces, a pesar de las familias numerosas que solían verse en el campo y la ciudad, los vehículos con motor estaban diseñados para dos personas y el Dion no es la excepción.

Sin puertas, ventanas y otras protecciones que mejoraran la experiencia, sus ocupantes debían sentarse en una silla de cuero, con un ángulo de 90 grados y soportar las condiciones climáticas y la brisa en el rostro con cada viaje.

Sin embargo, los recorridos eran considerablemente más cortos. Y ese era su mayor atractivo: “El motor de 400 centímetros cúbicos podía generar hasta 8 caballos de fuerza y alcanzar hasta los 30 kilómetros por horas. Algo que para la época era muchísimo”.

Y, quien tuvo la fortuna de conducirlo, fue el “ingeniero Clodomiro Ramírez”que, en 1899 se encargó de traerlo “directamente desde Francia”.

Bogotá tiene una réplica exacta de su primera iglesia y pocos saben dónde está:

En el corazón del sector del Chorro de Quevedo, en el centro de Bogotá, se encuentra un lugar que guarda un vínculo directo con los orígenes de la ciudad: la capilla de San Miguel del Príncipe, una réplica de la primera iglesia construida en la capital colombiana. Este espacio, que suele permanecer cerrado al público, ha captado la atención de locales y visitantes, especialmente durante la temporada navideña, cuando abre sus puertas para la tradicional novena de aguinaldos. Según informó un creador de contenido colombiano conocido como Juan Fabricante de Historias, este lugar es uno de los más misteriosos de la ciudad.

De acuerdo con un video compartido por el fabricante de historias en plataformas digitales, la capilla, también conocida como la ermita del Palomar del Príncipe, tiene capacidad para albergar a unas 50 personas y es frecuentada principalmente por los habitantes de la localidad de La Candelaria. Los domingos, a las 8:30 de la mañana, se celebran eucaristías en este espacio, que fue construido en 1969 como una réplica de la antigua capilla del Humilladero, la primera iglesia de Bogotá. Este detalle histórico ha convertido al lugar en un punto de interés para quienes buscan conocer más sobre el pasado de la ciudad.

Suele abrir los domingos, para celebrar la misa de las 8:30 a. m. - crédito Juan Fabricante de historias

La capilla del Humilladero, en su versión original, fue un símbolo de los primeros años de la ciudad. Según detalló Juan Fabricante de Historias, esta iglesia estaba ubicada frente al actual edificio de Avianca, en el centro de Bogotá. Sin embargo, en 1887, fue demolida como parte de un proyecto para ampliar el parque Santander, lo que marcó el fin de su existencia física. A pesar de ello, su legado permanece vivo gracias a la réplica que se encuentra en el Chorro de Quevedo, un lugar que, según el creador, “nos recuerda el pasado de la ciudad”.

La construcción de la capilla de San Miguel del Príncipe en 1969 fue un esfuerzo por preservar la memoria histórica de Bogotá. Este pequeño templo, aunque no es el original, mantiene la esencia de la primera iglesia y se ha convertido en un símbolo de la conexión entre el presente y el pasado de la capital colombiana. Su ubicación en el Chorro de Quevedo, un lugar emblemático por ser considerado el punto de fundación de Bogotá, refuerza su importancia histórica y cultural.

La estructura original fue demolida
La estructura original fue demolida en el siglo XIX - crédito Juan Fabricante de Historias

A pesar de su relevancia histórica, la capilla de San Miguel del Príncipe no es un lugar de acceso frecuente. Según explicó Juan Fabricante de Historias, el templo suele estar cerrado, lo que aumenta su aura de misterio y exclusividad. Sin embargo, durante la temporada navideña, abre sus puertas entre semana para permitir a los fieles participar en la novena de aguinaldos, una tradición profundamente arraigada en la cultura colombiana.

Este espacio no es solo un lugar de culto, también se considera un punto de encuentro para la comunidad de La Candelaria. Las eucaristías dominicales reúnen a los habitantes de la zona, quienes encuentran en la capilla un lugar para fortalecer su fe y mantener vivas las tradiciones religiosas. La capacidad limitada del templo, que solo puede albergar a 50 personas, refuerza su carácter íntimo y acogedor.