Colombiana contó como llegó a México con falsas promesas y terminó siendo víctima de una red de trata de blancas: “Una amiga me metió engañada”

La joven colombiana aceptó la propuesta en días sin haberle consultado a su madre, que siempre le recordaba el peligro de viajar a otros países en búsqueda de un mejor futuro

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Colombianas han sido reclutadas por
Colombianas han sido reclutadas por redes de tratas de blancas - crédito Freepik

Luego de siete años, la colombiana Alison Vivias hizo público el desgarrador episodio en el que, por medio de engaños de una supuesta amiga, terminó siendo víctima de una red de trata de personas que reclutaba mujeres latinoamericanas y las llevaba a México para desempeñar diferentes labores bajo suma vigilancia de los responsables de la organización.

En una narración en el podcast Vos Podes, y una entrevista para BBC Mundo, relató cómo fueron esos meses de zozobra, desde el instante en el que le prometieron un futuro esperanzador hasta que, afortunadamente, fue rescatada por las autoridades en ese país.

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En busca de mejores oportunidades para ella, no dudó en aceptar la propuesta que, en 2017, le hizo una de sus mejores amigas, quien había viajado a México y desde allí le aseguró que era “otro mundo”.

Por eso, la animó a viajar a Cancún para forjarse un supuesto mejor futuro, lo que llevó a Alison a abandonar sus estudios de mercadeo y su trabajo como vendedora de planes vacacionales.

La decisión de aceptar la propuesta fue cuestión de días y contó que no vio necesario comentarle a su madre, ya que en el momento era mayor de edad y suplía sus propias necesidades, además, porque en su hogar se hablaba con frecuencia sobre el peligro que corrían las jóvenes que, en busca de una mejor estabilidad, viajaban a otros países y en muchos de los casos nunca regresaban:

“Mi mami trabaja demasiado. Sí, todavía. Entonces no era que tuviéramos una relación lejana o que peleáramos o algo así. Sin embargo, sentí que no era necesario. Y aparte de eso, creo que yo te lo dije a ti cuando hicimos la la pre-entrevista para mi mami. Todo era trata de blancas o todo era mal negocio o lo que fuera. Yo iba a la tienda y mi mami es de esas que si yo me demoro 20 minutos en la tienda, aún a la edad que tengo, me escribe. ¿Qué pasó? ¿Dónde estás? Entonces yo pensaba si yo le cuento a ella, va a poner el grito en el cielo y va a decir que todo está mal”, le contó a Tatiana Franko host de Vos Podés.

Su amiga la puso en contacto con su supuesto jefe, quien le ofreció dinero para tramitar el pasaporte, una diliegencia que no tardaba más de 48 horas, con la condición de que la deuda sería pagada con el trabajo que realizaría en México. Además, esta persona le ayudo a costear los tiquetes de avión.

“Eso fue lo que yo hice. Con el dinero restante que ellos me enviaron. Era el dinero sagrado que yo tenía que guardar para cuando cruzara y llegara al aeropuerto de Cancún (...) No recuerdo exactamente. Más o menos. Creo yo que eran como unos 1200 , pero. Pues lo dólares. Sí, lo que yo saqué para el pasaporte y lo demás era justificación”, agregó.

En 2017 no dudo en
En 2017 no dudo en aceptar una propuesta, le hizo una de sus mejores amigas, quien había viajado a México para tener un mejor futuro - crédito Alex Cruz

Solo unos días despúes de su cumpleaños -que es el 8 de marzo- empaco su maletas y emprendio el viaje.

En los dos relatos, explicó que estas personas fueron muy precisas al darle instrucciones sobre lo que debía decir en los controles del aeropuerto. En el momento de pasar por los filtros tenia que decir que se iba una semana de vaciones para Cancún y se iba a encontrar con su pareja.

Tal como le indicaron, siguió las instrucciones y, al llegar al aeropuerto, fue recibida a las afueras por un hombre que, según le dijeron, era el encargado de llevar a las mujeres a la vivienda donde se alojarían. Era un hombre corpulento, poco amable y nada considerado.

En su primer encuentro debio esperar un par de horas porque estaban esperando a otra chica que estaba viajando desde Barranquilla, otra de las ciudades de Colombia, para poder dirigirse la llevó a una casa ubicada en un callejón cerrado y aislado. Allí la recibió otra mujer colombiana, quien, a diferencia del hombre, fue amable con ella. Se llamaba Angélica y estaba encargada de cuidar la vivienda y a las demás mujeres que habitaban allí, además de atender las labores cotidianas como hacer de comer.

En ese momento, todo le parecía normal, no vio nada extraño que le generara sospechas, además, se pudo comunicar con su madre darle un aprte de tranquilidad y comentarle que había conseguido un nuevo trabajo en México, y luego de las preguntas de su madre sobre la desición de irse y no haberle comentado la calmo y le aseguró que estaba bien y todo iba a seguri así.

Sin embargo, al día sigueinte, luego de poder encontrarser en la vivienda con la amiga que la había contactado, un hombre llegó a hablar con ella y le aseguró que debía firmar un documento, un tipo de contrato en el que se especificaba la deuda que tenía.

“El contrato establecía que yo adquiría una deuda con la empresa para la que iba a trabajar de 170.000 pesos mexicanos (unos USD 8.300) por concepto del trámite del pasaporte y de los vuelos. Ellos se quedarían con mi pasaporte hasta que yo saldara el total de la deuda, contó a BBC News.

Alison firmó el documento y entregó su pasaporte como garantía hasta cubrir la deuda, que incluía gastos de transporte, hospedaje y manutención, y confiando en que según sus cuentas podría saldarla en menos de seis meses, no dudó en aceptar.

En el panorama nacional existen
En el panorama nacional existen varios centros a los cuales pueden acercarse las víctimas de violencia para poner en conocimiento de las autoridades el caso y hacer las respectivas denuncia - crédito montaje de Jesús Áviles/Infobae

Trabajo en el restaurante

Al día siguiente llegó de nuevo este hombre y les entrego la vestimenta con la que iban a trabajar en el restaurante, instante en el que se percató de que no era un empleo convencional: “trajes de coctel, así súper ceñidos al cuerpo, muy brillantes. Hasta aquí, hasta la cintura, todo decente. De ahí hacia abajo parecía un taparrabo. Solamente tenía cubierto adelante y atrás por una tirilla pequeña”, y les pido que stuvieran listas a las 2:00 p. m. del día siguiente apra llevarlas hasta el restaurante y explicales cuales eran sus funciones.

Al llegar al lugar les dieron algunas instrucciones sobre el funcionamiento del lugar, y antes de la paertura las formaban en una escalera para que a medida que iban llegando los clientes - que solo eran hobres- los ibana tendiendo, Vió cómo otras de sus compañeras se sentaban con clientes y luego abandonaban el local con ellos para ofrecer servicios sexuales. Fue en ese momento cuando comprendió la verdadera naturaleza del “trabajo”.

“Empecé a indagar más y me explicaron: ‘Aquí lo que nosotras tenemos que hacer es sentarnos con un cliente. Tú te encargas de que esa persona te saque del restaurante a un servicio de compañía o un servicio sexual. Entonces, el cliente va y paga en la caja por el tiempo que quiere contigo. Un chofer del restaurante los lleva hasta otro lugar, que es de los mismos dueños. Ahí haces tu servicio, cumples tu tiempo, y el chofer te devuelve al restaurante”., aseguró la mujer al medio de comunicación.

Cuando realmetne asimiló cuales iban a ser su funcione sintento hablar con su amigo y con la eprsona que le hizo firmar el contrato y ambos le dieron la misma respuesta, el único medio para reducir su deuda consistía en aceptar dichas prácticas e inducir al cliente a consumir lo máximo posible para generar ingresos. Sin embargo, el sistema estaba diseñado para mantenerlas endeudadas, invalidando cualquier esfuerzo por saldar lo adeudado.

Tratando de cumplir con su obligaciones en el intento de saldar la deuda y poder salir de allí fueron pasando los meses, en los que intentaba mantener contanto con su madre para no preocuparla diciendole que todo estaba en orden.

Entendio que en la medida que necesitará de algunas cosas personales o deseara salir siempre debia ser acompañada de Foca, el hombre que la recibió en el aeropuerto y estaba a cargo de las seguridad de la chicas, sus paseos eran en compañia de este sujeto o no se podian dar.

Con el paso del tiempo, Alison fue trasladada a Bandidas, un bar en las afueras de Cancún donde la explotación sexual era evidente. El lugar tenía todos los elementos que ella asociaba con un prostíbulo: desde shows obligatorios de pole dance hasta habitaciones destinadas para orestar dichos servicios: “mi sensación a partir de ese momento fue de desesperanza absoluta”, comentó Alison para la BBC.

“Quizás, si hubiera entrado por primera vez en la noche, cuando las luces estuvieran apagadas, no habría sido tan traumático. Pero lo vi todo a plena luz: la pista, las luces, las habitaciones. Coincidía perfectamente con el imaginario que yo tenía de un prostíbulo”, relató, asegurando que cada día el ambiente se volvía más deshumanizante y hostil.

A pesar de las condiciones
A pesar de las condiciones extremas, cualquier protesta o intento de escapar parecía imposible, pues los captores se aseguraban de infundir miedo y desamparo - crédito Albert Gea/Reuters

Las jornadas superaban las 12 horas diarias, con multas arbitrarias que incrementaban artificialmente la deuda y prácticas deliberadas para mantener atrapadas a las mujeres.

“Teníamos que dar dos o tres shows cada noche, que consistían en salir a bailar casi completamente desnudas en un tubo de pole dance. Se bajaba una y se subía otra, y así durante 12 o 13 horas. (…) Yo nunca había bailado en público. La sola idea de hacerlo me generaba náuseas. Pero, como con todas las otras cosas por las que ya había pasado, no tenía alternativa. Aun así, en una noche lo máximo que lograba descontar de la deuda eran 500 pesos mexicanos (unos US$24). Prácticamente nada”, contó con tristeza, un sentimiento que aún no desaparece.

A pesar de las condiciones extremas, cualquier protesta o intento de escapar parecía imposible, pues los captores se aseguraban de infundir miedo y desamparo.

El “rescate”

La situación alcanzó un nivel aún más atroz cuando Alison fue testigo de actos de violencia contra otras mujeres, quienes desaparecían por varios días y regresaban con señales de abuso físico y psicológico, “En una ocasión, unos clientes pagaron para llevarse a tres de las chicas y duraron seis días desaparecidas”.

Finalmente, y por fortuna de en una intervención que inicialmente le generó temor por no comprender su naturaleza, un grupo de hombres armados y con elementos que les cubrian un poco el rostro irrumpió en el bar y las encerraron en los camerinos, les pidieron que se vistieran y les fueran diciendo sus nacionalidades, luego de eso, anunciaron que eran autoridades realizando un operativo de rescate. La llevaron, junto con unas 35 mujeres, a una estación de Policía, donde muchas aún dudaban si estaban siendo protegidas o enfrentaban un proceso judicial, mientras una a una iban rindiendo declaraciones.

En un momento les confirmaron que eran de Migración y estaban siendo retenidas en ese lugar para verificar su status migratorio. Mientras todo el tiempo que estuvieron allí, que fue un apr de semeanas. Solo podía hacer una llamada cada siete días. Debía elegir entre pedir ayuda a una amiga para recuperar su pasaporte y facilitar su salida o llamar a su madre para tranquilizarla. Finalmente, decide hablar con su madre, quien ya intuía que algo le había sucedido. Su madre, aunque preocupada, se mantenía tranquila.

Posteriormente, las detenidas fueron llamadas para decidir si firmaban un “retorno asistido” o solicitaban un “amparo”, lo que prolongaría su estancia. La protagonista, agotada por la situación, decide firmar el retorno asistido junto con otras compañeras, optando por regresar a su país en lugar de permanecer más tiempo detenida.

Creyeron que serían liberadas, pero fueron trasladadas a su país en un avión de carga de la Policía Mexicana. Durante el vuelo, fueron aseguradas con chalecos y restricciones, recibiendo indicaciones de no moverse. A pesar de la dureza de la experiencia, la protagonista sintió alivio y gratitud por regresar a casa.

Al aterrizar en Bogotá, fueron recibidas por medios de comunicación y autoridades. Aunque temía ser reconocida, su único pensamiento era haber vuelto a su hogar junto a su familia. Los soldados que las recibieron no las juzgaron, sino que les dieron cobijas y un trato humano y respetuoso, lo que le dejó una sensación reconfortante después de todo lo vivido.