
La industria del aguardiente en Colombia está experimentando una fuerte transformación, impulsada por la aparición de marcas premium que buscan redefinir la percepción de esta bebida tradicional.
De hecho, la bebida alcohólica, aunque ha permanecido siempre latente entre los colombianos, volvió a tomar la escena pública desde que la Corte Constitucional acabó con los vetos para la comercialización del producto en ciertas ciudades y departamentos.
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Pero más allá de la disputa entre marcas para apoderarse del negocio, en el país hay tres grandes productores del aperitivo, según un reciente informe de la revista Cambio.
Marcas como Mil Demonios, Desquite y el Aguardiente Amarillo de Manzanares están liderando esta revolución, posicionándose en mercados internacionales con productos de alta calidad y propuestas innovadoras.

El aguardiente Mil Demonios, por ejemplo, ha logrado consolidarse como el primer aguardiente súper premium del país. Inspirado en la historia colonial de Cartagena, donde esta bebida era consumida clandestinamente debido a las restricciones impuestas por la corona española, Mil Demonios ha construido una narrativa que combina tradición y exclusividad.
Según Daniel Osorio y Mauricio Gutiérrez, socios de la marca, su producto se distingue por su calidad y diseño, lo que le ha permitido alcanzar ventas anuales de 60.000 botellas y exportar a países como Estados Unidos, España, Holanda y Francia.
La estrategia detrás de Mil Demonios se basó en estudiar casos de éxito como el de Grey Goose, el vodka francés que irrumpió en un mercado dominado por marcas rusas.
Osorio explicó a Cambio que el enfoque inicial fue desarrollar un producto y una marca de primera categoría antes de considerar la construcción de una fábrica propia.
Este enfoque ha dado frutos, con un crecimiento anual sostenido de entre el 20% y el 30%. Además, la marca ha sido reconocida internacionalmente, obteniendo premios como el Lápiz de Acero por el diseño de su botella y medallas en la San Francisco World Spirits Competition.

En el caso de Desquite, el enfoque ha sido reivindicar el aguardiente como un símbolo cultural y social de Colombia. Julio Molano, socio de la marca, explicó a Cambio que su aguardiente se diferencia por ser el único en la categoría premium que destila su propio alcohol, utilizando miel y jugo de caña.
Este proceso artesanal le otorga un sabor único, con notas frutales y de melaza, que busca posicionar al aguardiente como una bebida de alta categoría en mercados internacionales.
Molano destacó que el nombre Desquite refleja una segunda oportunidad para el aguardiente, que durante décadas estuvo monopolizado y regulado por el Estado, limitando su evolución.
Según el empresario, la misión de los aguardientes premium es mostrar al mundo que esta bebida puede competir con otras de renombre internacional, como el tequila o el mezcal. Además, le han apostado por su versatilidad en la coctelería, logrando entrar en restaurantes premium donde el aguardiente tradicional no tenía cabida.

Por su parte, el Aguardiente Amarillo de Manzanares, producido por la Licorera de Caldas, ha experimentado un renacimiento gracias a una estrategia de reingeniería que adaptó su fórmula a las preferencias actuales del mercado.
Según Luis Alfonso Ríos, maestro ronero de la licorera, el producto pasó de tener 42 grados de alcohol a 24, lo que permitió atraer a nuevos consumidores.
Además, la compañía adoptó estrategias de mercadeo innovadoras, como sugerir su consumo con limón y sal, lo que impulsó las ventas de 10.000 a 100.000 botellas en un corto período.
Actualmente, el Aguardiente Amarillo de Manzanares vende 12 millones de botellas al año y se posiciona como uno de los aguardientes más vendidos en Colombia.
Diego Angelillis Quinceno, gerente general de la Licorera de Caldas, señaló a Cambio que la reciente decisión de la Corte Constitucional de eliminar las restricciones departamentales para la comercialización de aguardientes podría aumentar considerablemente las ventas, permitiendo a la marca expandirse a nuevos territorios.
La eliminación de estas barreras legales también representa una oportunidad para todas las marcas de aguardiente en el país. Sin embargo, tanto Molano como Angelillis coinciden en que esta apertura también atraerá a grandes jugadores internacionales, lo que intensificará la competencia en el mercado.
Según Molano, es probable que surjan nuevas marcas que busquen capitalizar el auge del aguardiente, incluso con estrategias polémicas o basadas en figuras controvertidas de la historia colombiana.
Ante la dura competencia, las marcas premium están apostando por la innovación y la calidad para diferenciarse. Mil Demonios, por ejemplo, ha incorporado hierbas de los Andes en su fórmula y utiliza un proceso de triple destilación y reposo de siete días para refinar su sabor.
Desquite, por su parte, ha encontrado en la coctelería una forma de conectar con un público más sofisticado, mientras que el Aguardiente Amarillo de Manzanares ha adaptado su producto a las tendencias globales de consumo.
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