
Catalina Gutiérrez Zuluaga, una joven residente de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, antes de su deceso, había expresado temores de represalias por haber solicitado un periodo de vacaciones, de acuerdo con un testimonio dado a conocer por los padres de la estudiante.
La joven médica, de tan solo 27 años, fue encontrada muerta, tras haber escrito una carta para sus compañeros residentes en las que les decía: “Ánimo, ustedes sí pueden”.
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En una entrevista con La Patria, el padre de Catalina reveló que su hija había anticipado que le “cobrarían con sangre” el tiempo de descanso solicitado.
Resulta que, tras su regreso al país luego de un viaje a Barcelona, a la joven le habrían asignado turnos extensos que superaban las 24 horas continuas, que involucraba una carga laboral que el progenitor describió como inhumana. Por la falta de tiempo para descansar, Catalina experimentó agotamiento extremo, que derivó, incluso, en dificultades para ingerir alimentos.

Juanita estaba haciendo una especialización en Barcelona y así fue como programó el viaje en mayo. Recuerdo que Catalina nos dijo antes de irse: “Mamá, yo sé que estas señoras me van a cobrar el hecho de haber sacado las vacaciones y me lo van a cobrar con sangre. Me van a poner turnos largos”, relató la madre de la joven.
Catalina había estudiado en Barcelona mientras realizaba una especialización y, durante su estancia en el extranjero, compartió con su familia los episodios de maltrato por parte de algunos superiores en el hospital donde trabajaba.
“Efectivamente fue así. Ella llegó y a la semana siguiente le fijaron tres turnos de 24 horas seguidas, que no eran de 24 horas, que se iban a 28 o 29 horas, donde no tenía tiempo para comer. Esa parte era inhumana, dormía solo un ratico al día”, relataron sus padres.
Con todo y la gravedad de la situación, al volver a Bogotá, los malos tratos se intensificaron. Según su padre, la joven médica fue tratada despectivamente por una jefa de cirugía durante un largo turno en el que diagnosticó a una paciente que luego fue salvada en una intervención quirúrgica.

“Nos comentó de una situación que tuvo con una jefe de cirugía. En un turno extenso, diagnosticó una paciente y la envió a cirugía. Cuando Catalina ya iba para su casa, la llamó la jefe y la trató supermal, le dijo «bruta». A lo que ella respondió que solo estaba aplicando los protocolos. La paciente se salvó”, relató su padre, Mariano Gutiérrez Vélez.
Los padres quisieron acompañar a Catalina Gutiérrez en su momento difícil
Para brindar apoyo a su hija, los padres de Catalina viajaron a Bogotá. Sin embargo, dijeron que compartieron poco tiempo con ella debido a los extensos turnos que debía cumplir. En el diálogo, el padre destacó la dualidad en la experiencia de Catalina en la Universidad Javeriana: mientras algunas personas la apoyaban y animaban, otras, cuyas identidades no se revelaron, contribuyeron al calvario que ella vivió.
“Tengo que hacer una salvedad. En honor a la verdad y a lo que ella más amó y adoró, que fue la Universidad Javeriana. Tenía profesores que la adoraban, la animaban, la impulsaban; pero tropezó con estas dos personas que le dieron muy malos tratos. Han traído tristeza a nuestra familia”, dijo Mariano Gutiérrez Vélez.

Catalina dejó una carta a mano donde agradeció a sus colegas y les transmitió un mensaje de ánimo, recordándoles que ella llevaba consigo las enseñanzas adquiridas de cada uno de ellos. Su despedida, aunque breve, resonó en la comunidad médica y provocó una ola de reacciones y comentarios en las redes sociales.
La trágica situación de Catalina Gutiérrez Zuluaga ilumina las difíciles condiciones laborales que enfrentan algunos residentes de medicina en Colombia, y ha generado un fuerte llamado a mejorar las condiciones laborales y el bienestar de los profesionales de salud en formación.
La ley Doctora Catalina: un proyecto para prevenir las presiones a los médicos
En homenaje a Catalina Gutiérrez Zuluaga, joven médica manizaleña fallecida a sus 26 años, se impulsa en el Congreso de Colombia un proyecto de ley que lleva su nombre. Catalina, quien se encontraba cursando una especialidad en cirugía en la Universidad Javeriana, al quitarse la vida provocó una reflexión profunda sobre las presiones que enfrentan los residentes médicos en Colombia.

El padre de la doctora es abogado especializado en derecho administrativo y penal, y se ha convertido en uno de los principales defensores del proyecto de ley. Marino señaló que la decisión de su hija fue una reacción extrema en un momento de profunda desesperanza, y no el resultado de una afección de salud mental.
“Con su muerte, dio a conocer esta situación. Ya no está con nosotros y está dejando huella”, expresó Marino durante la entrevista el mencionado medio.
El proyecto, denominado Doctora Catalina, es presentado en el Congreso por los representantes Álvaro Leonel Rueda Caballero (Santander) y Héctor David Chaparro (Boyacá).
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