
El parque de los hippies está ubicado en el barrio Chapinero Alto, aunque su nombre real es Parque Antonio José de Sucre, en honor al prócer venezolano de la independencia, es un lugar de ocio y diversión para cientos de personas cada fin de semana, algo que se ha convertido en un problema para los habitantes del sector.
Hace algunos años, el parque entre las calles 60 y 59 A y las carreras octava y novena, era el epicentro de eventos culturales y venta de artesanías, inclusive, recibió su famoso sobrenombre por los conciertos de rock que se llevaron a cabo en la década de los 70.
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Pero, actualmente el parque de los hippies no goza del mismo reconocimiento. Por lo menos así lo ven sus vecinos que se han acostumbrado a la fuerza a la venta de drogas, alcohol y rumba hasta altas horas de la madrugada. Esto, según cuentan ellos, frente a las autoridades del Centro de Atención Inmediata (CAI) de Chapinero, ubicado en la calle 60 con carrera 9, costado noroccidental del parque.
Por eso, Infobae Colombia conversó con una vecina del sector, que para proteger su identidad será identificada como Pilar, que compartió la problemática que viven las personas que tienen sus viviendas en los alrededores del parque, sector en el que también vive la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López.
Primer contacto
El primero contacto de Pilar con la venta de droga en el parque de los hippies ocurrió en 2015 cuando un hombre se le acercó y le dijo: “Crespa, crespa”, ella pensó que se refería a su cabello, por lo que cuando llegó a su apartamento le comentó a su esposo lo que había sucedido, pero se sorprendió cuando supo que le habían ofrecido marihuana.
Desde ese momento, narró la propietaria de uno de los edificios residenciales del sector, la venta de estupefacientes y alcohol se ha vuelto un tema recurrente y mucho más notorio, incluso frente a las autoridades que cuidan el sector.
Pero no solo se trata de las bandas que comercializan droga en el parque de los hippies, sino que el sector se ha vuelto un poco más inseguro, pues, según explicó Pilar, hay un abandono de la carrera Séptima que ha generado otros problemas como los lotes desocupados en los que antes se encontraban edificios que fueron demolidos y que son el sitio perfecto para esconder droga o ser usados como baños públicos.

La alcaldesa Claudia López vive en uno de los edificios que su fachada da al parque de los hippies, al lado se encuentra uno de los lotes desocupados que se han convertido en el baño público de los ciudadanos que acuden al parque de manera frecuente para las fiestas que cada fin de semana se llevan a cabo en el lugar.
A las 10:30 p. m., los policías del CAI de Chapinero despejan el parque y le piden a las personas que están consumiendo licor que salgan de la zona, el problema, de acuerdo con Pilar, es que las personas solo bajan una cuadra y se quedan en la calle 59 donde continúan con su actividades sin ningún problema.

Según explicó Pilar a Infobae Colombia, los operativos de la Policía se han vuelto más recurrente por el impacto que ha generado que en el sitio donde vive la alcaldesa Claudia López se registren este tipo de hecho, aunque también reconoció que no es la única problemática que se vive en el sector, pues los repartidores que trabajan con la plataforma Rappi se han instalado en la estación de gasolina ubicada en la esquina suroriental del parque.
Las consecuencias para los vecinos del parque
Los establecimientos destinados para la rumba aledaños al parque también se han convertido en una problemática para los habitantes del sector, pues el ruido y el consumo de licor no permite un desarrollo familiar normal.
Inclusive, según explicó Pilar, algunos de los locales comerciales no cesan sus actividades ni de noche ni de día, por lo que se llegó a especular que sería una fachada para la venta de sustancias alucinógenas.

Este tipo de hechos llevó a uno de los vecinos de Pilar a adelantar algunas acciones con las que buscaba que la Policía controlara este tipo de rumbeaderos que después de las 3:00 a. m. bajaban la reja para continuar con la rumba al interior del establecimiento.
La no respuesta a las solicitudes para controlar los sitios de rumba y el consumo en el parque y sus alrededores colmó la paciencia del abogado que buscaba poder dormir en paz, de acuerdo con Pilar, esto lo llevó a tomar la decisión de vender su apartamento y trasladarse a una zona alejada del ruido.

Pero no solo los adultos viven las consecuencias de lo que sucede en el parque de los hippies, los niños también se ven afectados con la problemática; por ejemplo, no pueden disfrutar del parque un domingo porque al salir a la calle lo primero que encuentran son borrachos de la rumba de la noche anterior.
La respuesta de las autoridades
La lucha de Pilar y los vecinos de su edificio lleva más de dos años, aunque reconoció que se cansaron de tocar puertas para ser escuchados sobre la problemática que tienen que afrontar cada semana por el consumo y la rumba en el parque.
En todo este tiempo han buscado la respuesta y puesta en marcha de acciones por parte de la Alcaldía Local de Chapinero, el CAI de Chapinero y la Alcaldía Mayor de Bogotá, pero, a pesar de las querellas impuestas y las quejas que dieron a conocer a las autoridades, nunca recibieron un plan de acción oportuno para tratar de mitigar lo que sucede en el sector.
La situación no va a cambiar así embellezcan el parque
La administración de la alcaldesa Claudia López llegó a su fin, aunque vivió frente al parque durante todo el tiempo en el que administró la capital, nunca hubo cambios en la forma como se vive la rumba en el parque.
Esto, lleva a pensar a Pilar que por más que lo decoren y que lo intenten arreglar, el parque de los hippies no es un sitio para disfrutar en familia y mucho menos para llevar a los menores de edad, algo que no va a cambiar en el corto plazo, pues las autoridades no hacen nada para mejorarlo.

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