El 28 de agosto de 1998, los colombianos vieron por primera vez La vendedora de rosas, una de las obras maestras de Víctor Gaviria. La película, que cuenta las aventuras de Mónica, Yudy, Diana “cachetona” y Claudia, que entre el 23 y 25 de diciembre deambulan por las calles de Medellín vendiendo rosas e intentando evitar su destino: la muerte, como en el cuento de La pequeña cerillera de Hans Christian Andersen.
De esto ya hace 25 años, cinco lustros en los que los personajes que dieron vida a los protagonistas han cambiado y luchado por superar esas circunstancias en las que nacieron.
La película, además de sus icónicos personajes, también dejó frases inolvidables que han encontrado un espacio en el hablar de los colombianos, así es como «me lo mecatié en cositas», «esas no son penas», «Pa’ qué zapatos si no hay casa, pa’ qué hijueputas», «que coma mierda el culo» o «fokiu men, gonorrea» no son raras de escucharlas de vez en vez.

De estas, «fokiu men, gonorrea» es una de las más recordadas, no solo por la pasión con la que la dice el personaje de Yudy, interpretado por Marta Correa, sino por la contundencia de la expresión: un grito de guerra contra un mundo que desecha a algunos de sus vástagos.
25 años después de protagonizar la icónica escena, en la que Yudy, desde la ventana de un carro, le declara la guerra al mundo, Marta Correa sigue viviendo en Medellín —a donde regresó en 2021 después de vivir siete años en Chile—, ahora trabaja con los habitantes de las comunas con el fin de que los jóvenes no tengan que buscar en las calles un refugio.
«Fokiu men, gonorrea»
Sobre el origen de la icónica frase, Correa le contó al podcaster León J. D.: “Yo no sé ni como salió esa frase. Víctor me ponía a actuar y yo le seguía el hilo. Con él era todo dialogadito y a él le gusta improvisar”.
Por otro lado, en El Colombiano, contó cómo fue que se conoció con el maestro Víctor Gaviria: “Eso fue muy histórico porque yo salí de un problema muy grande de mi casa, feísimo, me senté a llorar en una esquina y llegó Mónica Rodríguez y me propuso que fuera a donde Víctor. Al principio yo no quería, pero ese día con platica me convencieron de que primero fuéramos amigos y luego que hiciera parte de la película. Sentí de inmediato una paternidad, era muy bonito, me daba consejos, sin él yo no habría podido afrontar la calle”.
Correa tiene hoy cuatro hijas, la primera de ellas nació pocos meses después de que terminara el rodaje de La vendedora de rosas y estudia sicología, su segunda hija tiene 24 años y estudia mercadeo, la tercera tiene 22 y es trabajadora social, mientras que la menor solo tiene 10 años.
Además de ver por sus hijas, Correa ahora es creadora de contenido en Instagram y TikTok, en las que publica, además de sus vivencias, algunas curiosidades y datos desconocidos de esa película que hace 25 años le cambió la vida.
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