
No es una bicicleta, no es un bote y no es una casa rodante, o en todo caso es todo junto en un solo cuerpo. Se llama Z-Triton 2.0, y a la mayoría de quienes lo vieron, no les ha arrancado expresiones de sorpresa por tener líneas agradables, sino más bien todo lo contrario.
Su primera aparición fue en 2020, cuando la pandemia golpeaba al mundo y las personas buscaban el modo de movilizarse independientemente, sin mayor contacto con los demás. Y así como fue el momento en el que más yates de lujo se vendieron en los últimos años, porque los magnates se refugiaron en sus vacaciones con seguridades sanitarias que podían pagar, también aparecieron otras ideas que permitían a las personas movilizarse y tomar su descanso en mayor contacto con la naturaleza y no tanto con otros turistas, a menor costo.

Pero la idea estaba dentro de la cabeza de su creador, un letonio de Valmiera llamado Aigars Lauzis, quién hizo un extenso viaje entre Londres y Tokio, recorriendo más de 30.000 km en bicicleta, mucho antes que el covid-19 hiciera su aparición y cambiara al mundo para siempre.
En aquel momento, su idea fue ofrecer a los aventureros que hacen ese tipo de viajes como el suyo, o como tantos otros que unen Alaska con Ushuaia o se lanzan a recorrer completa la ruta de la seda en China, un vehículo que les permitiera llevar la carga que necesitan, y no tener que armar y desarmar una carpa, además de mantener secas sus pertenencias cuando una serie de días con mal tiempo, los toma en sus travesías.

Así nació el primer prototipo y ahora, casi dos años después, llega la segunda versión de este particular vehículo multipropósito, el Z-Triton 2.0, con un poco de mejor reparto de los espacios, especialmente los interiores, que admiten dos adultos sentados o acostados en su versión casa rodante.
Sus dimensiones así lo explican. Tiene 3,9 m de largo, 1,45 metros de ancho y 1,72 metros de altura. Su estructura está construida con un marco de acero y su piel es de fibra de vidrio con poliéster hecho de botellas de plástico recicladas y secciones impresas en 3D hechas de bioplástico.

La bicicleta, llamada “trike” en lugar de “bike” porque tiene tres ruedas, tiene la asistencia de un motor eléctrico que se carga con el pedaleo del conductor, pero no requiere esfuerzo, sino solo pedaleo para generar energía eléctrica, que será la que alivie el peso del Z-Triton particularmente en subidas. El ciclista tiene además un asiento ajustable, suspensión trasera y freno a disco hidráulico, para hacer más confortable el viaje.
En su modo barco se activa manualmente con un par de sencillas operaciones, como es plegar las ruedas traseras horizontalmente y usarlas como soporte de las superficies inflables, mientras la rueda delantera pasa a ser la posterior, ya que en este modo, el Z-Triton cambia su sentido de circulación, y lo que era la cola de la bicicleta pasa a ser la popa del barco. Una vez inflados los laterales y levantadas las ruedas, un pequeño motor eléctrico se baja para que haga de propulsor en el agua a través de una hélice, también de reducidas dimensiones.

La versión de casa rodante es la más simple, además de tener espacio para alojar a dos adultos acostados o sentados, el Z-Triton tiene espacio para el equipaje, una pequeña mesa de comedor plegable, una radio Bluetooth, puertos de carga USB y un sistema GPS.
La autonomía del modo bicicleta le permite recorrer 50 km, mientras que en el agua, al no tener la asistencia del pedaleo humano, la batería alcanza para hacer unos 20 km. El modo de continuar andando una vez que se terminó la energía, es enchufándolo o pedaleando, pero los 200 kg de peso totales, hacen pensar que sería un esfuerzo muy grande para alguien que está haciendo un viaje de muchos días en el camino.
Su precio, el último dato, es de 14.500 euros, y lo curioso del caso es que antes de fabricar la versión 2.0, su creador ya había recibido pedidos e inversiones, que permitieron a la empresa comenzar sus operaciones antes de lo previsto.
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