
El capricho de los autos de seis ruedas es un capítulo setentista de la historia automotriz. Y como muchos de los desarrollos de la industria tuvo su primer ensayo en la competición. Aunque en este caso con vida efímera y un suceso que sólo permite recordar aquellos intentos como coloridas experiencias de una época creativa como pocas, donde todo parecía posible.
En 1976 el equipo Tyrrell irrumpe en el Campeonato Mundial de Fórmula 1 con su modelo P34 (Project 34), un monoplaza que tenía dos ejes delanteros con neumáticos más pequeños, de 10 pulgadas. El objetivo era lograr un área frontal menor para mejorar la penetración del aire. El P34 tuvo su momento de gloria en el GP de Suecia, cuando sus pilotos, Jody Scheckter y Patrick Depailler, finalizaron la carrera primero y segundo, respectivamente. Ese fue el único triunfo el modelo, que luego fue reemplazado para el campeonato de 1978. El piloto sudafricano había dejado el equipo en 1977 con una sentencia: “el seis ruedas es una basura”.

Por entonces, Panther Westwinds era una pequeña empresa británica fundada en 1972 en Weybridge por Robert Jankel, que pretendía posicionarse en la construcción de automóviles deportivos basada en famosos modelos antiguos. En aquellos años, la extravagancia automotriz estaba dominada por la impronta del Lamborghini Countach y la Ferrari 512.
Jankel había estudiado ingeniería, pero luego amasó una fortuna en el negocio textil de su familia y, además, se había convertido en diseñador de moda. Saltó directamente a la industria automotriz luego de ver cuánto se había pagado por un Jaguar SS100 original, por lo que decidió empezar a fabricar sus modelos derivados de clásicos. Se hizo conocido con sus J72 (Jankel 1972) y el De Ville, inspirados en íconos de los años 30, pero con el agregado del lujo de la época. Su objetivo era posicionarse entre las marcas más caras del planeta, e incluso logró sumar rápidamente a su clientela a un tal Elton John.

Cuenta la prensa especializada contemporánea a aquella época que Jankel era un inconformista con mucha astucia marketinera: cada vez que otro fabricante de lujo anunciaba un aumento de precio, especialmente Rolls-Royce, él hacía lo mismo para seguir sosteniéndose como el más caro del mundo.
La incursión de aquel Tyrrell de seis ruedas en los GP de Fórmula 1 no fue más que una invaluable fuente de inspiración para Jankel, que buscó trasladar el impacto que había generado la escudería en el mundo deportivo, al escenario de los autos de lujo. El dueño de Panther entonces encaró su propio proyecto, que mantuvo en total secreto hasta el momento de su revelación en el Salón del Automóvil de Londres de 1977. Aquel Panther seis ruedas, tal cual la estrategia de su mentor, causó sensación y rápidamente su impacto dio la vuelta al mundo. No era para menos: acababa de lanzarse un auto con seis ruedas que rompía el molde. ¿Podría ser el prototipo del futuro?

El objetivo era mucho más cercano y concreto: posicionamiento y marketing para Panther Westwinds, tal cual descaradamente asumió luego su dueño. Por supuesto el objetivo se cumplió. Y no sólo por las seis ruedas. El público al que estaba dirigido el Panther Six, más allá del original sistema de tracción, también sucumbió ante excentricidades como teléfonos montados en cada apoyabrazos de las puertas, las cajas de seguridad con cerradura para objetos de valor, el reloj en el volante e, incluso, un televisor en el tablero.
El Panther Six también disponía de un avanzado tablero electrónico y como un objetivo era atraer a los clientes de Medio Oriente, tenía incorporado un sistema de aire acondicionado de camión, suficientemente potente para poder usarlo con la capota abierta. Planeaban ofrecer versiones convertibles y de techo rígido, a unas 39.950 Libras, un 40% más caras que una Ferrari o un Lamborghini.

Mecánicamente, estaba equipado con un potente motor Cadillac V8 de 8.3 litros y 600 caballos, que lo hacía más potente, incluso, que aquel Tyrrell de F-1. El fabricante estimaba una velocidad final en 320 kilómetros por hora, algo que nunca llegó a comprobarse, pero que al momento del lanzamiento por supuesto incrementó el nivel de atracción.
"¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es una broma? Si es así, es muy caro”. La revista especializada Fast Lane catalogó de esta manera la aparición del Panther Six, luego de que uno de sus periodistas fuera de los primeros en manejarlo.

Sólo se produjeron dos Panther Six, uno con volante a la derecha y otro a la izquierda. Se cree que el primero podría permanecer en Medio Oriente, mientras que el segundo estaba sin terminar cuando la compañía cerró y un historiador de la marca fue quien ayudó a completarlo. La negativa de Pirelli de fabricar los neumáticos de medida más pequeña para los ejes delanteros fue, tal vez, el imponderable más complejo que atentó contra la viabilidad de producción del modelo.
Panther Westwinds Ltd cerró sus puertas en 1980, luego de que el modelo más racional de la marca, el Panther Rio, no pudiera sostener como viable a la compañía. Aunque luego un inversor coreano revivió la empresa, el Panther Six ya no estuvo en los planes. Quedó en la historia como una de las creaciones más originales y descabelladas de todos los tiempos.

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