
Alicia llevaba 48 años casada con Juan Carlos cuando murió debido a un tercer cáncer a finales de 2023. Él no le soltó la mano en ningún momento durante los meses que estuvo internada en el Hospital Ramos Mejía.
Cuando se produjo su partida, en la familia quedó el enorme hueco de su ausencia. Juan Carlos nunca fue de hablar demasiado, más bien es de los que se guardan los sentimientos. Pero el dolor de haber perdido a su compañera en las buenas y las malas de la vida, la madre de sus cuatro hijos, fue como un rayo. Una descarga fulminante que lo volteaba, cada día, al despertarse y lo dejaba fuera de combate.
El recuerdo como arma contra la tristeza
Fue su hija Desirée, la menor del cuarteto de hermanos y que todavía vivía con él, la que una tarde oscura lo notó extremadamente desanimado. Se le ocurrió, para entretenerlo, traer al presente recuerdos lindos de su juventud. Hablar de aquella vida alegre para reconfortarlo. Desirée, quien ya estaba recibida de abogada, sentía que debía hacer algo por él. Se puso su tristeza al hombro y comenzó a preguntarle sobre el pasado. Estaban en febrero de 2024 y viajaron con la mente a antiguos veranos marplatenses.
“Mi papá volvió a contarme sobre un noviazgo de su juventud con una chica que luego había trabajado como azafata. Pensé, entonces, que si la encontraba por las redes sociales podría llevarle a mi papá un poco de alegría. Algo con qué distraer su cabeza de la soledad actual. Un reencuentro que, aunque fuera virtual, sería bueno. Le pregunté el nombre de aquella novia: Graciela. Me dio el apellido y ¡no demoré en ubicarla por Facebook!”.
Cuando Desirée le mostró a Juan Carlos la foto de quien habría sido su ex en blanco y negro, él no la reconoció de inmediato. Habían pasado cinco décadas. Desirée, de todos modos, sumó a esa mujer como amiga.
Al rato, ese mismo día, Graciela respondió al pedido de amistad. Le consultó a Desirée si ella era la hija de Juan Carlos. Claro. Y la charla siguió. Se pasaron teléfonos y fotos. Quedaron contactados.
Una historia antes de la historia
Juan Carlos y Graciela se habían conocido en Mar del Plata, cuando ella tenía 15 y él 18. Sus familias eran amigas del barrio, ambas de origen italiano y la relación entre ellos fluyó siempre con normalidad. En 1970 Juan Carlos y Graciela se pusieron de novios. La cosa duró un año entero. En 1971 Graciela se fue a vivir con su familia a Italia. El romance siguió un tiempo por teléfono, pero la distancia fue desdibujando a la joven pareja.
En 1974 Graciela volvió por un tiempo y llegaron a verse una vez cara a cara. Fue movilizador, pero ya Juan Carlos estaba de novio con Alicia. Cada uno terminó siguiendo su camino: Juan Carlos anclado en Buenos Aires y Graciela por los aires europeos como azafata.

Juan Carlos se casó con Alicia en 1975 con quien tuvo a sus cuatro hijos: Ezequiel, Loreta, Yago y Desirée.
Ella trabajaba en hotelería, pero luego debió abandonar para ocuparse de sus chicos. Juan Carlos se desempeñaba con su propio padre en una empresa constructora. Vivían en la ciudad de Buenos Aires, pero pasaban los veranos enteros en Mar del Plata porque las dos familias tenían casa en esa ciudad costera.
Cuando Alicia tenía 40 años nació su última hija, Desirée. Juan Carlos, quien es de 1951, ya tenía 42 años para ese entonces.
Los chicos crecieron, se pusieron en pareja, tuvieron hijos. Ellos disfrutaron de los nietos, se jubilaron y, también, enfrentaron vicisitudes. En todos esos años el cáncer atacó a Alicia una vez en cada mama y, luego, vino un diagnóstico de bipolaridad que puso las cosas bravas durante un buen tiempo. Pero el amor y la familia pudieron con todo hasta que, un día de agosto de 2023, Alicia se sintió muy mal. Pésimo. La llevaron a urgencias y en el hospital descubrieron que el cáncer había regresado para ocupar todo su cuerpo. No había nada qué hacer. Ya no salió de la institución. Murió el 5 de noviembre de 2023.
Desirée tenía 29 años, ya estaba recibida de abogada en la UBA y se encontraba estudiando Profesorado de Ciencias Jurídicas. Le prometió a su madre internada y al filo de la muerte que terminaría esta nueva carrera. Cumplió. Luego de enterrarla, empezó terapia para poder superar la pérdida y se cargó a la espalda la responsabilidad de devolver a su padre la ilusión de vivir.
La voz del pasado
“Mi papá es bastante cerrado con sus sentimientos, pero yo notaba que estaba muy triste. A mí también me costaba salir de casa y por eso había empezado terapia, pero él se hacía el duro. Llegó un momento en que, por más que él intentara disimular, yo veía su desánimo. No salía a caminar, no hacía nada de nada. Me preocupé”.
Así llegamos a aquellas conversaciones sobre las vidas pasadas y la novia de la juventud que se había convertido en azafata.

“Se ve que Graciela estaba como latente en su cabeza. No tenía fotos con ella, pero si hablaba del pasado hablaba de ella”, cuenta Desirée divertida. Cuando al fin ella la encontró y los contactó llegaron las primeras fotos actuales. “Se las mostré y lo primero que él me dijo fue que sí… Es ella, pero ¡qué arrugada que está! Me hizo reír, mirá vos, le dije a papá: Y vos estás gordo, calvo, diabético e hipertenso, así que lo que decís está de más. Jajajaja. Lo puse en su lugar porque él se siente joven. A veces dice que a mi hermano mayor lo ve viejo. Papá es tremendo. Se hace el lindo, se autopercibe joven y está por cumplir 74 este año”, relata Desirée con mucho humor. “Les pasé los teléfonos y se contactaron. ¡Nunca más dejaron de hablar!”.
Graciela no estaba en la Argentina, vivía en Italia, en Gorizia, muy cerca de la frontera con Croacia. Era separada, madre de dos hijos y abuela de cinco nietos. Y ya estaba jubilada.
Con el devenir de las semanas Desirée notó que su papá estaba mucho más animado. Hablaba con Graciela todo el tiempo, se contaban el día a día y se mandaban fotos.
“Cuando cumplió 73 años, en noviembre, lo invité a las termas de Federación. Nos fuimos juntos a pasar unos días y él se la pasó hablando con ella y mandándole fotos. Para pelearlo un poco le dije: Pa, ¿no era que estaba arrugada? Y él me respondió que bueno, que no tanto, que ella le había mandado más fotos y que no estaba nada mal. Era gracioso. Era obvio que le gustaba. Hablaban, incluso, en la madrugada, insomnio propio de la edad de por medio”.
Un día de esos Juan Carlos le anunció a su hija que Graciela tenía planeado venir a la Argentina en el mes de marzo de 2025.
51 años después: la visita del amor
“Me hacía bien verlo mejor”, dice Desirée que fue quien se contactó con Infobae para contar la historia de amor de su padre, “También pensé en lo rápido que se había dado todo”.
Pero claro, hay edades en las que el tiempo apremia.
Graciela voló para ver a Juan Carlos 11.778 km. Llegó el 19 de febrero y fue directo al departamento de unos familiares suyos en Palermo.
El jueves 20 se vieron por primera vez después de 51 años. Cuenta Juan Carlos venciendo su parca timidez: “Los dos sentimos lo mismo. Como si nos hubiésemos despedido la noche anterior. Lo que demuestra que los sentimientos no se apagan con el tiempo ni por la distancia. Independientemente de la vida que haya tenido cada uno”.

Desirée relata que ese mes de marzo su padre “se levantaba temprano, se bañaba, se perfumaba y la iba a buscar a Palermo con sus anteojos de sol, como un galán. Lo vi feliz. Graciela se quedó un poco más de un mes en el que salieron todos los días. Incluso viajaron una semana solos a Mar del Plata. Yo le pregunté a papá: ¿van a dormir en la misma cama? Él me dijo que bueno, que ya era un adulto. Jajajaja. Tenía razón. Se los notaba enamorados como dos adolescentes”.
Juan Carlos, un poco culposo, le aclaró a su hija menor que lo que había sentido por su madre no había cambiado en nada, pero le reconoció que con Graciela, en su reencuentro, había sentido una conexión única.
Desirée pegó buena onda con Graciela: “¡Las dos somos piscianas! El 3 de marzo cumplí 31 años. Fuimos los tres a comer un asado y después a tomar el té a los jardines del Palacio Duhau”. Graciela cumplió 70 años el 15 de marzo. Un festejo tras otro.

Graciela se hace cargo de cuidar un nieto pequeño con problemas en Italia y su presencia es imprescindible. Por otro lado, Juan Carlos es jubilado y no cuenta con suficientes recursos para ir a pasear por Europa. Están a tanta distancia que es complicado proyectar demasiado. Desirée se plantea que le gustaría ahorrar para sacarle un pasaje a su padre para que vaya a visitar a Graciela a Italia: “Me gustaría ayudarlo con eso. Él conoce Italia, fue un par de veces, pero ahora le resulta difícil reunir el dinero necesario para viajar”.
Desirée dice que Graciela es una mujer muy elegante, con buen físico, muy educada, que se cuida y anda mucho en bicicleta. “Papá en cambio no se cuida nada, es sedentario y come mal. Pero cuando estuvo con ella vi que hizo muchos esfuerzos para estar mejor, comer bien y caminaban un montón. Graciela sostiene que tiene planeado volver, pero bueno el tema de su nieto la ata un poco. Fue súper cálida y agradable. Hasta me dijo que observaba que yo me hago mucho cargo de mi papá y me aconsejó que también intentara hacer mi vida sin preocuparme tanto. ¿Sabés? Me gustó verlos abrazados. Él es como un oso y ella chiquita. Son una linda pareja y me conmovió verlos bien. Solo me queda el sabor amargo por la distancia y porque creo que sería bueno poder materializar ese amor. Pero bueno, al menos tienen la ilusión. Solo quise intentar que mi papá fuera feliz otra vez. Entiendo que mi mamá hubiera querido que él tenga un motivo para vivir, para despertarse con alegría”.

Juan Carlos dice del futuro del amor a sus 73 años: “Seguramente, este es nuestro momento. Tratamos de vivir el hoy. Debemos aprovechar el tiempo al máximo, improvisando todos los días. Así fue el mes que compartimos. Sueños siempre existen, y pueden cumplirse. El tiempo dirá y es el que seguirá escribiendo nuestra historia con los sentimientos inalterables de siempre”.
Desirée afirma: “Lo veo enamorado. Manejan una intensidad única. Están a diario y a toda hora. Yo había pensado que papá tuviera algo así como una compañía, pero fue muchísimo más que eso. Fue amor”.
Lo que Desiré le regaló a su padre es algo por qué seguir soñando.
A veces Cupido lleva por nombre: Hija.
*Escribinos y contanos tu historia. amoresreales@infobae.com
* Amores Reales es una serie de historias verdaderas, contadas por sus protagonistas. En algunas de ellas, los nombres de los protagonistas serán cambiados para proteger su identidad y las fotos, ilustrativas
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