
La tensión militar entre Donald Trump y Nicolás Maduro ha provocado un aumento de la guerra electrónica en la región.
La escalada del enfrentamiento entre Estados Unidos y Venezuela ha llevado a los ejércitos de ambos países a interferir las señales de navegación satelital en el Caribe para protegerse de un posible ataque, según muestran los datos, lo cual expone al tráfico aéreo y marítimo de la región a un mayor riesgo de colisión o accidente.
Al menos algunos de los buques de guerra estadounidenses que se han desplegado en el Caribe en los últimos meses han estado interfiriendo las señales GPS en su entorno, según un análisis de los datos proporcionados por la Universidad de Stanford y un funcionario estadounidense que habló bajo condición de anonimato para discutir cuestiones operativas.
El gobierno de Donald Trump afirma que los buques de guerra, entre los que se encuentra el portaaviones más moderno de la Armada, el USS Gerald R. Ford, tienen como objetivo combatir el tráfico de drogas a Estados Unidos orquestado por el gobierno venezolano.
En respuesta a la presión militar estadounidense, las fuerzas armadas del presidente Nicolás Maduro de Venezuela han interferido las señales de GPS en torno a las infraestructuras críticas del país, incluidas bases militares, refinerías de petróleo y centrales eléctricas, según un análisis de Spire Global, una empresa de datos por satélite.
Expertos en señales dijeron que ambos ejércitos parecían estar intentando proteger sus activos de los ataques de drones y municiones de precisión, que pueden guiarse por GPS o sistemas de posicionamiento similares.
"Es de naturaleza defensiva", dijo Logan Scott, experto en radiofrecuencias que ayudó a fabricar los primeros receptores GPS digitales del mundo en la década de 1980, en referencia a las fuentes de interferencia que aparecen en los datos. "Tienes un emplazamiento militar y quieres impedir que lleguen a él drones y otras cosas".
Las tácticas similares empleadas por los dos adversarios, añadió, amplifican el alcance y la intensidad de las interferencias. "La única diferencia es en qué lado de la línea te encuentras", dijo Scott.
Dichas tácticas militares se han producido a costa de alterar el transporte civil que depende del GPS.
El prolongado aumento de las interferencias de GPS en el Caribe es uno de los ejemplos más claros del impacto regional de la campaña de presión del presidente Trump contra Maduro.
El conflicto, que Trump a veces ha justificado como una guerra contra las drogas y a veces como una búsqueda de petróleo venezolano, está deteriorando tecnologías de comunicación cruciales que guían dispositivos, como teléfonos celulares y sistemas de navegación de barcos. La militarización de la región ha comenzado a afectar a la vida civil de formas que se han vuelto habituales en zonas de guerra como Rusia, Ucrania y algunas partes de Medio Oriente.
"Si las interferencias se deben a las fuerzas estadounidenses o las venezolanas, eso realmente no importa; no quieres que un avión entre ahí", dijo el general Willie Shelton, exjefe del Comando Espacial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
En respuesta a las preguntas, el Comando Sur de Estados Unidos, la rama militar que supervisa el despliegue en el Caribe, dijo a través de un portavoz que "no hacemos comentarios sobre reportes especulativos o premisas no verificadas".
"Nuestras fuerzas navales estadounidenses siguen llevando a cabo operaciones en aguas internacionales apegándose al derecho internacional, enfocándose en los esfuerzos antinarcóticos con los socios regionales", añadió el portavoz.
El gobierno de Venezuela no respondió a una solicitud de comentarios enviada al Ministerio para la Comunicación del país.
El uso de GPS y otros sistemas de navegación por satélite en prácticamente todos los rincones de la economía mundial ha hecho que la tecnología de posicionamiento sea cada vez más vulnerable a la manipulación por parte de gobiernos, grupos delictivos y particulares que pretenden ocultar ubicaciones delicadas y confundir a sus adversarios.
El tipo más común de interferencia del GPS se crea con unos dispositivos llamados inhibidores que básicamente emiten un ruido que ahoga la señal y dificulta el cálculo de la posición y el tiempo.
Los inhibidores van desde dispositivos de mano hasta complejos sistemas situados en aviones y buques de guerra. Su sofisticación y disponibilidad han aumentado drásticamente desde el inicio de la guerra en Ucrania, donde ambos bandos interfieren ampliamente las señales de los satélites para defenderse de drones y misiles.
Bloomberg News informó inicialmente del aumento de la interferencia de GPS en Venezuela.
Al menos uno de cada cinco vuelos en el Caribe ha experimentado problemas con la navegación GPS desde principios de septiembre, según datos facilitados por el Laboratorio de GPS de Stanford.
Un avión, un vuelo de JetBlue que se dirigía de Curaçao a Nueva York, informó que estuvo a punto de colisionar con un avión militar estadounidense poco después de despegar, el 12 de diciembre. El piloto de JetBlue informó al control de tráfico aéreo que el avión militar no había informado de su posición mientras se encontraba en su trayectoria de vuelo.
Aunque ese peligro no parece haber sido causado directamente por la interferencia del GPS, ha puesto de relieve los efectos indirectos del mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe desde la crisis de los misiles cubanos.
La Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés) emitió el 18 de noviembre una advertencia a los pilotos que vuelan hacia y desde San Juan de Puerto Rico, "debido a un aumento de las operaciones de aviones estatales".
La FAA no facilitó detalles adicionales, pero la redacción incluye aviones militares, y la isla ha recibido al portaaviones Ford y las embarcaciones que lo acompañan. La FAA no respondió a una solicitud de comentarios.
La interferencia de GPS también ha aumentado los peligros para la navegación comercial.
Estos riesgos han aumentado en medio de una militarización más amplia del Caribe. Este mes, fuerzas de seguridad estadounidenses armadas se apoderaron de un petrolero que transportaba petróleo venezolano en aguas internacionales entre Granada y Trinidad. La Armada venezolana respondió esta semana añadiendo escoltas de lanchas cañoneras a los petroleros que transportan crudo del país a los mercados asiáticos.
El 15 de noviembre, un petrolero que salía de Venezuela con un cargamento de petróleo dijo a la Guardia Costera estadounidense que había perdido el uso de sus transmisores GPS durante cuatro horas "y creía que estaban bloqueados", decía un informe de la Guardia Costera que citaba el mensaje de la tripulación del petrolero.
Unas semanas después, un crucero que pasaba por Aruba de pronto "comenzó a recibir varias alarmas de sensores" y durante tres horas tuvo que recurrir a navegar utilizando cartas náuticas y puntos de referencia, según el informe de la Guardia Costera.
Un análisis de las comunicaciones de control del tráfico aéreo realizado por The New York Times mostró que al menos cinco aviones comerciales perdieron los servicios de GPS mientras volaban cerca de Trinidad y Tobago, una nación insular próxima a Venezuela, en un solo día, el 10 de diciembre.
Trinidad y Tobago, un aliado de Estados Unidos, ha acogido algunos buques de guerra y equipos estadounidenses en los últimos meses, lo cual ha coincidido con un importante aumento de las interferencias del GPS en las aguas del país, según los datos de Stanford y Spire.
"Acabamos de perder el GPS", dijo por radio un piloto de un vuelo de Copa Airlines, con base en Panamá, la mañana del 10 de diciembre. Le preguntó a un controlador aéreo si el avión seguía siendo visible en las pantallas de radar.
"Señor, ¿todavía nos tiene en contacto por radar?", preguntó el piloto.
Copa está "tomando todas las precauciones necesarias y está en estrecho y frecuente contacto con todas las autoridades de aviación pertinentes", dijo el director ejecutivo de la empresa, Pedro Heilbron, en una respuesta por correo electrónico. No quiso hacer más comentarios.
Un piloto de otro vuelo comercial de ese día, operado por Caribbean Airlines, dijo sin rodeos a un controlador aéreo que sus sistemas de navegación estaban siendo bloqueados, antes de pedir que lo guiaran hasta Trinidad.
El mayor efecto de la interferencia del GPS lo han sentido los residentes de Venezuela. A finales de noviembre, la FAA emitió una advertencia enérgica a todas las aeronaves que operaban en el principal aeropuerto del país, Maiquetía, citando el "deterioro de la situación de seguridad y el aumento de la actividad militar".
Una semana después, Trump dijo que las compañías aéreas debían considerar "el espacio aéreo sobre Venezuela y sus alrededores cerrado en su totalidad".
Trump no tiene autoridad sobre el espacio aéreo venezolano. Sin embargo, la combinación de su amenaza, la advertencia de la FAA y la interferencia de GPS reportada por los pilotos ha hecho que la mayoría de las compañías aéreas extranjeras cancelen los vuelos al país.
Las cancelaciones han contribuido a la creciente sensación de asedio que se apodera de Venezuela en medio de la política arriesgada de Trump con Maduro.
Muchas familias venezolanas de ambos bandos de la división política no han podido reunirse para las fiestas navideñas. Muchas habían ahorrado para sus viajes durante meses, o incluso años, en un país donde la mayoría vive en la pobreza.
"¿Quién responde por esto?", dijo Sofía, propietaria de un pequeño negocio en la ciudad venezolana de Valencia, quien afirma que no ha podido regresar a casa después de un viaje a España. "Yo sé que en Venezuela todos queremos un cambio, o la gran mayoría, pero este tipo de consecuencias las pagamos los más tontos, los que nada tenemos que ver con la política ni nada de eso".
El apellido de Sofía no se ha revelado para protegerla de posibles represalias.
"Venezuela duele, duele mucho", dijo.
Eric Schmitt, Karoun Demirjian y Tibisay Romero colaboraron con reportería. Riley Mellen es reportero del equipo de Investigaciones Visuales del Times, el cual combina reportería tradicional con análisis forense digital avanzado.
Anatoly Kurmanaev cubre Rusia y su transformación tras la invasión de Ucrania.
Eric Schmitt, Karoun Demirjian y Tibisay Romero colaboraron con reportería.
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