
Alexandra Jacobs
Bueno, las GRANDES novelas realmente me golpearon en la cabeza este año, de la mejor manera posible. Siempre me preocupa que internet haya destruido para siempre la capacidad de atención de los autores (y de los lectores). Y la noticia de que, en las dos últimas décadas, un 40 por ciento menos de personas leen por placer nos ha abrumado.
Pero sin duda, lo que solían llamar tan portentosamente la World Wide Web también aviva nuestro impulso de escapar a mundos diferentes y nos ayuda a amueblarlos más ricamente, con tanta información al alcance de la mano en vez de un largo caminar hasta los catálogos de fichas. ¿Tal vez?
Tanto Playworld de Adam Ross (506 páginas) como La soledad de Sonia y Sunny de Kiran Desai (688 páginas) son cautivadoras y magníficas. Ambas tratan (entre otras cosas) de cómo ciertas relaciones desordenadas y poderosas que parecen amor pueden permanecer contigo durante mucho tiempo, quizá toda tu vida. Ambas están espléndidamente escritas, de formas totalmente distintas. También es estupendo que, en esta época en la que el texto es muy barato, ambos autores tomaron un largo tiempo en terminar: una década y 20 años, respectivamente. ¡Que vuelvan las largas horas en una buhardilla!
Luego estaba The Sisters de Jonas Hassen Khemiri (638 páginas), conceptual y atrevida, y una hazaña acrobática de lenguaje: escrita en inglés, traducida al sueco y de nuevo al inglés, como un sofá cama de IKEA. Pasa de la crónica de un año a la de un día a la de un minuto, lo que imita la sensación de envejecer. Una compañía excelente, al menos para mi hemisferio izquierdo.
Las mejores memorias de este año parecieron ser una especie de memorias de duelo, primeros borradores crudos que también son palabras finales. Geraldine Brooks sobre la repentina muerte de su marido, el también periodista Tony Horwitz; Arundhati Roy sobre su abusiva pero inspiradora madre; Sally Mann al escribir sobre todo menos sobre la indecible muerte de su hijo y sujeto fotográfico, Emmett, a quien está dedicado el libro; y Susan Cheever, que combinó el análisis literario y una sesión de terapia familiar sobre su famoso padre, John.
Luego vino el maestro de las sinergias multimedia, Barry Diller, quien, entre portadas, escribió a la antigua usanza sobre el fin de Hollywood; la escritora gastronómica Olia Hercules habló sobre su Ucrania natal; Edmund White sobre su prodigiosa vida sexual: un último regalo, lascivo pero lúcido, publicado unos meses antes de su muerte. Y Joan Didion tocó la bocina desde el gran Corvette Stingray en el cielo con Notes to John, subrayando la importancia de quemar los diarios si no quieres que se lean, o se publiquen.
Pero algunos diarios son probatorios, cruciales. No olvidaré pronto el devastador testimonio de la difunta Virginia Roberts Giuffre, cuyo relato póstumo de su trágica vida, escrito con Amy Wallace, es ahora parte indeleble del registro público y un éxito de ventas; o de E. Jean Carroll, quien lanzó su irónica mirada, refinada tras décadas en las revistas, sobre los juicios reales y las tribulaciones relacionadas en sus casos contra Donald Trump.
De E. Jean a Jean (Brodie): no creía que hubiera nada nuevo que decir sobre la creadora de esta última, Muriel Spark, fallecida en 2006. Qué equivocada estaba. En Electric Spark , Frances Wilson hizo lo mejor que se puede hacer con una biografía, que es convencer al lector de que se ha producido una especie de embrujo y exorcismo en el curso de su creación. La próxima vez que me vaya de vacaciones, será con una torre de libros de Sparks.
Cuando la izquierda estadounidense mostró su pulso en las últimas elecciones, Troublemaker: the Fierce, Unruly Life of Jessica Mitford de Carla Kaplan nos volvió a presentar a una Mitford para este momento: escandalosa, progresista, digna de YouTube. ¿Y quién podría haber sido más alborotadora que Yoko Ono, a la que David Sheff le ha dado una reputación renovada?
Puede que esto no sea posible para Woody Allen, pero su primera novela, a los 89 años, no estuvo nada mal. Aunque relativamente pequeñita.
Jennifer Szalai
Recordar el comienzo de 2025 puede ser como intentar rememorar una época lejana. El ciclo de noticias ha sido tan agitado que el mes pasado parece que tuvo lugar hace una década. Por otra parte, el regreso por sorpresa de algunas viejas preocupaciones (aranceles, sarampión) puede hacer que parezca que el reloj ha retrocedido 100 años.
Pero aún se publican grandes libros. Todavía pienso en uno de los libros que reseñé en enero: Sócrates al descubierto , de la filósofa Agnes Callard. El enfoque de Callard sobre la superación personal es, en sus propias palabras, "intelectualista de línea dura", lo que no es precisamente fácil de vender, pero es tan evidente que está tan entusiasmada con su misión que es difícil no sentirse encantado por su singular combinación de inteligencia exigente y entusiasmo infatigable. Me conmovió especialmente su énfasis en el pensamiento como búsqueda comunitaria: "En presencia de otros, se hace posible algo que no es posible cuando estás solo".
There Is No Place for Us , de Brian Goldstone, es otro libro en el que sigo pensando, pero por razones muy distintas. Las familias del libro de Goldstone forman parte de los trabajadores sin hogar de Atlanta, una ciudad donde los alquileres se han disparado de forma tan extravagante que alguien con un trabajo a jornada completa no necesariamente puede pagar un lugar donde vivir. Sigue a cinco familias y relata sus altibajos mientras los padres intentan por todos los medios encontrar un hogar para ellos y sus hijos. Si acaban quedándose en casa de amigos o viviendo en hoteles de larga estancia, ni siquiera se les incluye en las estadísticas de personas sin hogar: "Literalmente, no contaban". Escribe sobre un despiadado sistema de vivienda que se beneficia de la desesperación de la gente y la penaliza por ser pobre. Este libro me conmovió. También me enfureció.
No estaba segura de qué esperar cuando tomé por primera vez la biografía de Sue Prideaux sobre el pintor francés Paul Gauguin, Wild Thing . Después de todo, Gauguin se ha ganado la reputación de ser una especie de monstruo: un colonialista que contagió la sífilis a las adolescentes de Polinesia. Prideaux encuentra considerables pruebas de lo contrario. Esta biografía rigurosa y elegante no es un lavado de cara; es un retrato exuberante y sorprendente de un corredor de bolsa convertido en artista que llevó una vida incomparable.
Le he dicho a todo el mundo que lea A Flower Traveled in My Blood , de Haley Cohen Gilliland, que narra la fascinante historia de las Abuelas de Plaza de Mayo, mujeres argentinas que han pasado las últimas cinco décadas buscando a sus nietos nacidos en cautiverio durante la dictadura militar del país. Estos nietos son ahora de mediana edad; algunos fueron entregados a familias de militares, y no tenían ni idea de que sus verdaderos padres habían sido asesinados por una dictadura que les habían enseñado a venerar.
Este es el primer libro de Gilliland, y además de impresionarme por su nítida escritura y su prodigioso reportaje, también me cautivaron el ritmo y la estructura del libro, una proeza nada desdeñable cuando se trata de relatar una historia enmarañada, llena de agitación política, al tiempo que se entretejen algunos de los detalles más tensos e íntimos de la vida de las personas.
Seguí pensando en el libro de Gilliland cuando reseñé Calle Londres 38 , de Philippe Sands, que trata de otra dictadura de la época de la Guerra Fría en el Cono Sur: Chile. Sands, abogado de derechos humanos, comienza con el intento de imputar a Pinochet por crímenes de lesa humanidad. Pero pronto Sands introduce la historia de Walther Rauff, un antiguo comandante de las SS nazis que huyó de una Europa liberada y acabó trabajando en una fábrica de conservas de cangrejos en la Patagonia. En Alemania, Rauff supervisó el desarrollo de camiones de gas móviles, donde asesinaron a una prima de su madre, una niña de 12 años.
Rauff y Pinochet se conocían. Sands entrelaza sus historias para explorar el tema más amplio de la impunidad. Gracias al libro de Sands por fin leí la inquietante novela de Roberto Bolaño Nocturno de Chile , en la que el narrador, un sacerdote moribundo que trabajó con el régimen de Pinochet, recuerda sus encuentros con Raef, un siniestro gerente de una "planta de enlatado de almejas".
Fue un gran año para los escritores húngaros: Laszlo Krasznahorkai recibió el Nobel por su enigmática obra, y David Szalay ganó el Premio Booker por su maravillosa novela Flesh . También me hipnotizó Eye of the Monkey , una nueva novela de la poeta húngara Krisztina Toth sobre el amor y la muerte en una autocracia sin nombre. Describe cómo cuanto más desconcertante y absurdo se vuelve todo, más se aferra la gente a los retazos que puede controlar: "Sus hábitos, rutas y movimientos eran un asidero; sin ellos, podría perder por completo el sentido de la orientación".
Dwight Garner
En la excelente biografía de Dan Nadel sobre el dibujante R. Crumb se nos recuerda que el primer número de Zap Comix de Crumb llegó con esta frase de portada "Aprobado por los escritores fantasma en el cielo". He aquí algunas frases del año pasado que, en opinión de este crítico, cuentan con una aprobación similar.
Esta noche voy a ofrecer una pequeña cena de LSD.
-- Joe Brainard, Love, Joe
¿Sabes lo bien que suena Bunny Wailer estás bajo los efectos de hongos?
-- Patricia Lockwood, Will There Ever Be Another You ?
Pasa todo el día rodeado de helados, puede que empiezes a ponerte filosófico.
-- Thomas Pynchon, Shadow Ticket
Se preguntaba, como siempre lo hacía, por qué el aceite de oliva era el único que tenía virginidad extra.
-- Edward St. Aubyn, Parallel Lines
Hay pocas sensaciones de alivio comparables a la primera bocanada de aire nocturno después de abandonar prematuramente una cena.
-- Keith McNally, I Regret Almost Everything
Había algo en los viajes en avión que me hacía pensar en las clínicas de eutanasia suizas.
-- Mariel Franklin, Bonding
Si tuviera que describir el ambiente de mi primera cita, diría: "mi madre conducía".
-- Dave Barry, Class Clown
Siempre que escucho la palabra comunidad pienso en Shirley Jackson y "La Lotería".
-- Chris Kraus, The Four Spent the Day Together
La vida es una fase insoportable en la vida de todos.
-- Nell Zink, Sister Europe
Nadie escuchaba nunca con atención, incluso las personas que especialmente decían estar escuchando, no estaba escuchando en realidad.
-- Susan Choi, Flashlight
Algún día me gustaría que me dieran un premio por todas esas veces en las que no dije algo que podría haber dicho.
-- Anne Tyler, Tres días de junio
Estaba tan cachondo que me dieron ganas de salir y abalanzarme sobre un Santa Claus de la calle.
-- Thomas Mallon, The Very Heart of It: new York Diaries, 1983-1994
Bueno, ¿no estaría bien consumarnuestra amistad mientras aún tenemos dientes y pelo?
-- Wendy Cope, Collected Poems
Si crees que tu repartidor no se da cuenta cuando pides un juguete sexual, te equivocas.
-- Stephen Starring Grant, Mailman
El latido del corazón de mi madre,la primera vez que oí una línea de bajo.
-- Caleb Femi, The Wickedest
Honra a tus padres, cuando estén cerca.
-- Mark Twain, en la biografía de Ron Chernow Twain .
Le irritaba que su yerno respondiera a cada pregunta: "¿Qué sé yo?".
-- Chaim Grade, Sons and Daughters
¿Qué se puede hacer mejor en las habitaciones de hotel que escribir poesía?
-- John Updike, Selected Letters
No escribo como un hombre. Escribo. Como un hombre.
-- Margaret Atwood, Book of Lives
Me gustaría gritar a través de un agujero en el techo del tiempo y aconsejar a la gente de hace cien años: si quieres que se guarden tus secretos, susúrralos al oído de tu amigo más querido y de confianza. No confíes en el teclado y la pantalla. Si lo haces, lo sabremos todo.
-- Ian McEwan, desde el futuro, en What We Can Know
Mira esto.
-- Malcolm Cowley, en la biografía de Gerald Howard The Insider , al hacer rodar el pergamino original de Jack Kerouac de On the Road por la alfombra de su salón.
Líbrame de la tranquila suposición de los viejos de que cualquier cosa que digan, por aburrida, lenta o superficial que sea, merece y tendrá audiencia.
-- Helen Garner, How to End a Story
Tengo que decir que quedarse paralítico es una forma estupenda de conocer gente nueva.
-- Hanif Kureishi, Shattered
Pensábamos que el dolor de lo que ocurría en este país no llegaría a nuestra puerta. Pero ha llegado.
-- Gary Shteyngart, Vera, or Faith
Nunca sabes cuándo estás en una edad de oro. Solo te das cuenta de que fue una época dorada cuando se ha ido.
-- Graydon Carter, When the Going Was Good
Últimas Noticias
Murió en un crucero tras enfrentarse con la tripulación que le había servido 33 tragos: el homicidio que investiga el FBI
En un barco de Royal Caribbean, Michael Virgil fue sujetado por miembros de la tripulación, algunos de quienes se pusieron de pie sobre su espalda, señaló el informe forense
Huelga de un día en el Louvre; los turistas se quedan fuera
Reportajes Especiales - Lifestyle

Nick Reiner ha hablado abiertamente de sus 'años oscuros'
Reportajes Especiales - News

Tiroteo en Bondi Beach: un video muestra cómo un transeúnte desarma a uno de los atacantes
Reportajes Especiales - News

Esto es lo que sabemos sobre el tiroteo en la Universidad Brown
Reportajes Especiales - News



