
Los radicales cambios migratorios introducidos por el gobierno de Trump han provocado la cancelación de algunas ceremonias de naturalización, el último paso para convertirse en ciudadano.
Raouf Vafaei siguió todas las normas.
Obtuvo la green card, superó el examen de civismo y la entrevista de naturalización, y se sometió a múltiples verificaciones de antecedentes.
Después de ocho años en Estados Unidos, Vafaei, trabajador de la salud mental de origen iraní que emigró de Austria, estaba a solo unos días de convertirse en ciudadano estadounidense cuando se enteró, por un correo electrónico de cuatro oraciones, de que su ceremonia de naturalización programada para el viernes había sido cancelada.
"Estaba muy emocionado", dijo Vafaei, de 41 años, en una entrevista esta semana, en referencia al honor de proclamarse oficialmente estadounidense. Su madre incluso había comprado un vestido nuevo para la ocasión. "Es un deseo que tienen muchas personas en todo el mundo".
Ese honor está ahora en pausa, indefinidamente.
Después de que un refugiado afgano fuera acusado del tiroteo del mes pasado contra dos miembros de la Guardia Nacional en Washington, el gobierno de Donald Trump ha realizado cambios drásticos para limitar la inmigración legal, incluida la paralización de todo el proceso para personas de 19 países que la Casa Blanca sometió a una prohibición de viaje a principios de este año.
De Massachusetts a California, las personas que buscan la ciudadanía y sus abogados afirman que las autoridades federales de migración están cancelando las entrevistas de naturalización y las ceremonias de juramento para migrantes procedentes de Irán, Sudán, Eritrea, Haití, Somalia y otros países restringidos por Trump en junio. Esos casi nuevos ciudadanos han quedado sumidos en la incertidumbre sobre su futuro en Estados Unidos, y algunos se aseguran de llevar consigo sus documentos por si las autoridades de migración les interrogan en su vida cotidiana.
El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, la agencia que supervisa el sistema de migración, no ha publicado datos sobre el número de personas afectadas, pero es probable que la nueva oleada de medidas afecte a miles de personas procedentes de algunas de las naciones más pobres e inestables del mundo. Trump y los funcionarios de su gobierno han argumentado que su prohibición contra estas naciones es necesaria para proteger al país de los "terroristas extranjeros" y de quienes se quedan más tiempo del permitido por sus visados estadounidenses.
"No hay un marco temporal: nadie sabe cuánto va a durar esto", dijo Teresa Coles-Davila, abogada de migración de San Antonio, quien ha tenido dificultades para obtener respuestas de los funcionarios federales de migración mientras trataba de asesorar a un cliente iraní cuya ceremonia de este mes fue cancelada. "Literalmente, nadie sabe lo que pasa".
Los cambios de política que reducen la vía legal a la ciudadanía se han desarrollado más lentamente y de forma menos pública que las dramáticas escenas que han tenido lugar en las calles, en las que agentes enmascarados han asaltado hogares, lugares de trabajo y juzgados en busca de personas a las que deportar. Dichos cambios son uno de los numerosos intentos, en múltiples frentes, de restringir quién puede llamarse estadounidense en Estados Unidos.
El viernes, la Corte Suprema anunció que se ocuparía de un litigio histórico sobre la constitucionalidad del intento del presidente Trump de poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento, garantizada en la Decimocuarta Enmienda, la cual establece que la ciudadanía estadounidense debe extenderse a cualquier persona nacida en Estados Unidos. El senador Bernie Moreno, republicano por Ohio, quien emigró con su familia cuando era niño desde su natal Colombia, presentó esta semana una legislación que eliminaría la doble ciudadanía en Estados Unidos.
Este año, el gobierno de Trump reinstauró un examen de civismo más difícil e intensificó la investigación en las redes sociales de las personas que desean convertirse en ciudadanos naturalizados. También se ha ordenado a los funcionarios de migración que comprueben más "atributos positivos", como el cuidado de la familia y el empleo estable.
El viernes, funcionarios del Servicio de Ciudadanía e Inmigración no respondieron a las peticiones de comentarios ni a las preguntas sobre cuántas ceremonias de ciudadanía se habían cancelado ni por qué. Tampoco respondieron a las afirmaciones de los abogados de que sus clientes habían quedado en el limbo.
Funcionarios del gobierno han dicho en el pasado que los requisitos para adquirir la ciudadanía se han hecho más estrictos porque el proceso era demasiado laxo. En el año fiscal 2024, 818.500 personas se convirtieron en nuevos ciudadanos en ceremonias de naturalización celebradas en Estados Unidos y en todo el mundo, según la agencia.
Los abogados afirmaron que sus clientes ya habían sido examinados en múltiples ocasiones, al pasar por una serie de trámites legales incluso antes de solicitar la ciudadanía, incluido el establecimiento de la residencia permanente legal y la obtención de un permiso de trabajo. El proceso de solicitud de la nacionalidad en sí ha sido engorroso durante mucho tiempo y puede durar meses, a veces años. El último paso necesario es prestar juramento de lealtad y recibir un certificado de naturalización en una ceremonia.
Vafaei, quien abandonó Irán cuando tenía poco más de 20 años, había vivido en Austria durante 14 años antes de emigrar a Estados Unidos en 2017 para ayudar a su madre después de la muerte de su padre. Se casó con una ciudadana estadounidense y obtuvo la green card. Ahora se encuentra en pleno proceso de divorcio, pero al iniciar su proceso de naturalización en abril, superó la entrevista y la verificación de antecedentes y fue aprobado para la ciudadanía, dijeron él y su abogado.
El aviso de que su ceremonia había sido cancelada llegó esta semana en un breve correo electrónico, sin ninguna explicación sobre cuándo se volvería a programar o qué pasos debía tomar a continuación.
"Estoy muy alterado, pero no puedo hacer nada", dijo. "Lo único que puedo hacer es esperar".
Rosanna, estudiante de asistencia médica en Texas, había compartido las buenas noticias con sus colegas del hospital después de la aprobación de su ciudadanía meses atrás. Esperaba con impaciencia el correo electrónico con la fecha de su ceremonia. Sin embargo, cuando el correo llegó esta semana durante un turno en urgencias, simplemente decía que su ceremonia se había cancelado.
Rosanna, quien pidió ser identificada solo por su nombre de pila por temor a las repercusiones de los funcionarios de inmigración, dijo que envió un mensaje de texto a su abogado tras recibir el correo electrónico. Según dijo, lo más probable es que la decisión se basara en el hecho de que Rosanna, ciudadana canadiense, había nacido en Libia, país del que no tiene nacionalidad y en el que no había vivido desde niña.
"Sin duda es decepcionante --al proceder de un país del tercer mundo--, es una decepción interminable", dijo. "Definitivamente no me siento bienvenida aquí". Dijo que tenía muchos deseos de votar en las elecciones intermedias del próximo año.
Otros solicitantes de la ciudadanía han sido rechazados al llegar a sus ceremonias judiciales o entrevistas con escasa información sobre por qué o cómo proceder, dijeron sus abogados.
Los abogados y los miembros del personal de la oficina de Boston de Project Citizenship, una organización sin fines de lucro que presta servicios jurídicos gratuitos a los migrantes de Massachusetts y Nueva Inglaterra, suelen ver a los clientes regresar a su oficina para mostrar sus certificados de naturalización y tomarse fotos alegres con las personas que les ayudaron en el arduo proceso de obtención de la ciudadanía. Sin embargo, este mes, 21 clientes han sido notificados de la cancelación de sus ceremonias de juramento.
Una de esas clientas, una mujer haitiana que vive en Boston y tiene la tarjeta verde desde hace más de 20 años, llegó a su ceremonia, donde se encontró con funcionarios del Servicio de Ciudadanía e Inmigración que preguntaban a la gente su origen. A quienes procedían de países afectados por la prohibición de viaje, como ella, les informaron que no podían participar en la ceremonia, dijo Gail Breslow, directora ejecutiva del grupo.
"Hemos oído mucha ansiedad y miedo", dijo. "Hemos tenido que tranquilizar a la gente y decirles que no es culpa suya".
Para algunos abogados, solo se trataba de la última ronda de cancelaciones y confusión.
A finales de septiembre y principios de octubre, se cancelaron "al momento" las entrevistas de naturalización de decenas de migrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras que habían obtenido asilo en la zona de Nueva York, dijo Benjamin Remy, abogado coordinador del Grupo de Asistencia Jurídica de Nueva York, una organización de servicios sociales. Él y los abogados de otras organizaciones locales sin fines de lucro finalmente dedujeron que se debía a un cambio de política repentino y poco notado que había puesto sus casos bajo revisión después de que varias organizaciones delictivas latinoamericanas fueran designadas grupos terroristas.
Aun así, hay quien consigue superar el proceso, que a menudo culmina con una alegre ceremonia de juramento coronada con un pastel, refrescos y decenas de participantes ondeando banderas estadounidenses en miniatura.
El viernes, en un juzgado de Manhattan, los sentimientos de tensión por el clima nacional de migración se mezclaron con los de alivio y emoción cuando 149 inmigrantes se formaron ante funcionarios federales para completar el último paso de su proceso de ciudadanía. Amigos y familiares levantaron los puños para animar a un solicitante. El familiar de otro esperaba con un ramo de rosas rojas, blancas y azules.
Un par de horas más tarde, no se había rechazado a nadie, y una juez se sentó en el estrado para dirigir a los participantes en el juramento de lealtad, y compartió fragmentos del origen inmigrante de sus propios abuelos y citó la retórica de los presidentes Bill Clinton y Ronald Reagan sobre las contribuciones de los migrantes.
Maureen Lissade, de 51 años y originaria de Alemania, asistió sola a la ceremonia porque su marido estaba en el trabajo y sus hijos en el colegio. Sin embargo, se sentía emocionada y aliviada. Se había casado con un ciudadano estadounidense hacía 10 años y pronto había obtenido la green card. Tenían dos hijos nacidos en Estados Unidos y hablaba inglés. Aun así, se sentía incómoda por la intensificación de la aplicación de las leyes de inmigración.
"Se oyen historias", dijo sobre los motivos por los que solicitó la nacionalidad este año. "Quería estar más segura, no tener eso sobre mi cabeza".
Jazmine Ulloa es una reportera de temas de Estados Unidos que cubre migración para el Times.
Orlando Mayorquín es un reportero del Times que cubre California y vive en Los Ángeles.
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