La nieta de JFK comparte su batalla contra la leucemia

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Tatiana Schlossberg relata su diagnóstico, dos transplantes y su indignación ante políticas de salud que, asegura, ponen vidas en riesgo.

Tatiana Schlossberg, la hija de 35 años de Caroline Kennedy y nieta de John F. Kennedy, reveló en un ensayo publicado el sábado en The New Yorker que lucha contra un cáncer de la sangre raro y agresivo: la leucemia mieloide aguda.

Schlossberg, periodista medioambiental, dijo en el ensayo que le descubrieron el cáncer en mayo de 2024, mientras estaba en el hospital por el nacimiento de su segundo hijo.

"No podía creer que estuvieran hablando de mí", escribió sobre su diagnóstico. "Había nadado un kilómetro y medio en la piscina el día anterior, embarazada de nueve meses. No estaba enferma. No me sentía enferma. En realidad era una de las personas más sanas que conozco".

"Tenía un hijo al que amaba más que a nada y una recién nacida a la que tenía que cuidar", continuó. "Esta no podía ser mi vida".

El ensayo se publicó en el sitio web de la revista en el aniversario número 62 del asesinato del presidente Kennedy. Schlossberg describió su desgarrador recorrido médico de los últimos 18 meses, el apoyo envolvente de sus padres y hermanos, quienes, según escribió, "han estado criando a mis hijos y sentados en mis distintas habitaciones de hospital casi todos los días", y la búsqueda de su oncólogo para encontrar un tratamiento que le salvara la vida.

"Ha recorrido hasta el último rincón del mundo en busca de más tratamientos para mí", escribió. "Sabe que no quiero morir y está intentando evitarlo".

Schlossberg, exredactora científica de The New York Times, arremete contra su primo, Robert F. Kennedy Jr., por decisiones de política pública y recortes presupuestarios que ponen en riesgo el bienestar del país y su propia salud frágil. Y reconoce, con cruda honestidad, la larga historia de tragedias en su familia y el dolor de saber que su enfermedad ha sumido a su madre en otra temporada de dolor.

Kennedy, de 67 años, exembajadora en Australia y Japón, tenía 5 años cuando su padre fue asesinado el 22 de noviembre de 1963. Su tío, Robert F. Kennedy, fue asesinado cinco años después. Su hermano, John F. Kennedy Jr., murió en 1999, a los 38 años, cuando la avioneta que pilotaba se estrelló en el océano rumbo a Martha's Vineyard, frente a la costa de Massachusetts.

"Toda mi vida he intentado ser buena", para evitarle a su madre más sufrimiento, escribió Schlossberg. "Ahora he añadido una nueva tragedia a su vida, a la vida de nuestra familia, y no hay nada que pueda hacer para evitarlo".

Detalla una serie de tratamientos intensos y de rápida escalada para su cáncer, empezando por quimioterapia y un trasplante de médula ósea. Su hermana, Rose Schlossberg, donó células madre para el trasplante. Su hermano, Jack Schlossberg, que se postula al Congreso, era un donante compatible solo a medias, pero "aun así les preguntó a todos los médicos si quizá medio compatible era mejor, por si acaso".

Su esposo, George Moran, médico, durmió en el suelo del hospital, escribió, y se ocupó de las exigencias de "médicos y aseguradoras con los que yo no quería hablar".

"Él es perfecto", escribió Schlossberg sobre su esposo, "y me siento tan estafada y tan triste de no poder seguir viviendo la vida maravillosa que tenía con este genio amable, divertido y guapo que tuve la suerte de encontrar".

En remisión del cáncer tras 50 días de tratamiento en el Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering de Nueva York, Schlossberg volvió a casa, inició una nueva ronda de quimioterapia y recayó, según escribió. En enero ingresó a un ensayo clínico, probando una inmunoterapia en la que los médicos intentaron programar sus células T trasplantadas para atacar el cáncer. Luego vino un segundo trasplante.

Schlossberg dijo que intentó ser "la paciente perfecta".

"Si lo hacía todo bien, si era amable con todo el mundo todo el tiempo, si no necesitaba ayuda ni tenía problemas", escribió, "entonces funcionaría".

A sus temores se sumaron las acciones de su primo, Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos, a quien califica de "una vergüenza" para su familia. Dice que le alarmaba que sus ataques contra las vacunas pudieran dejarla "pasar el resto de mi vida inmunodeprimida", y que le horrorizó ver cómo el gobierno eliminaba millones en financiación para vacunas de ARNm utilizadas contra algunos cánceres, así como del presupuesto de los Institutos Nacionales de Salud, recortes que interrumpieron tratamientos y ensayos clínicos para miles de pacientes.

"De repente", escribió, "el sistema de salud en el que confiaba se sintió tenso, tambaleante".

Aunque deja entrever momentos de rabia y frustración, Schlossberg dedica gran parte del ensayo a su amor por sus dos hijos pequeños, y a su dolor e incredulidad ante el hecho de que no estará allí para verlos crecer. A menudo le recuerda a su hijo "que soy escritora", señala, "para que sepa que no solo fui una persona enferma".

También describe, con gran emotividad, la disonancia de esforzarse por vivir el presente con sus hijos y marcar recuerdos vívidos del tiempo que pasan juntos, sabiendo que esas memorias morirán con ella.

Recuerda un momento que atesora, con su hijo y un camión de helados, cuando le dijo que ella misma no quería helado. "Me abrazó, me dio una palmada en la espalda y dijo: 'Te escucho, amiga, te escucho'", escribió.

Jenna Russell es la reportera principal del Times para Nueva Inglaterra. Está afincada cerca de Boston.