
El cultivador de té de Japón, la empresa de calzado de Montreal, el chocolatero de México: las pequeñas empresas de todo el mundo se han visto sacudidas por las políticas comerciales en constante cambio del presidente Donald Trump.
Las normas comerciales han alterado las estrategias, los precios, la logística y las inversiones, ya que las empresas intentan, a la vez, informar y conservar a sus clientes estadounidenses. Algunas pequeñas empresas, que operan con márgenes muy estrechos, están cuestionando o interrumpiendo sus planes de expansión en Estados Unidos. Hemos hablado con seis empresas, de Suecia a Brasil, sobre cómo se comunican con sus clientes y gestionan la incertidumbre. Esto es lo que dijeron.
Para un diseñador sueco, las ventas subieron y luego se desplomaron
Asket, una empresa de ropa con sede en Estocolmo, envió un correo electrónico a sus clientes estadounidenses a mediados de agosto advirtiéndoles de posibles subidas de precios y de la expiración de la exención de minimis, que permitía la entrada libre de impuestos de mercancías valoradas en menos de 800 dólares. "No es un mensaje muy sexy", dijo August Bard Bringeus, cofundador y director ejecutivo de Asket. Pero provocó una oleada de gastos y las ventas en Estados Unidos se duplicaron con creces en 10 días.
La empresa ha mantenido los precios, lo que ha afectado a sus márgenes. "Probablemente tendremos que cambiar", dijo Bard Bringeus, y añadió: "Probablemente tendremos que subir los precios en el futuro para recuperar lo que estamos perdiendo ahora". Las exportaciones de la Unión Europea a Estados Unidos están ahora sujetas a un arancel del 15 por ciento.
La incertidumbre ha sido frustrante. "No es que todas las marcas europeas vayan a empezar a fabricar en Estados Unidos de repente; es imposible", dijo Bard Bringeus.
Estados Unidos es uno de los mayores mercados del minorista sueco, pero las ventas estadounidenses cayeron en el tercer trimestre, cuando finalizó la exención de minimis, y ahora han bajado un 20 por ciento respecto a hace un año.
"Creo que existe una aversión general, probablemente, a comprar marcas europeas, porque tienes la idea de que te van a imponer aranceles o cobrar derechos de aduana", dijo Bard Bringeus.
Una empresa de calzado canadiense pone 'pausa' a su expansión en EE. UU.
Justo antes del fin de la exención de minimis, Maguire, una empresa de calzado con sede en Montreal, comunicó a sus clientes estadounidenses que realizaría envíos desde sus tiendas de Estados Unidos y les animó a hacer sus pedidos antes de que se cerrara la laguna jurídica. Se produjo un aumento de los pedidos estadounidenses.
Aproximadamente una semana después, Maguire envió otro correo electrónico anunciando una subida de precios. Myriam Belzile-Maguire, su presidenta y cofundadora, dijo que había subido los precios entre 10 y 30 dólares, tanto en Estados Unidos como en Canadá.
La empresa tiene dos tiendas en Estados Unidos, su segundo mayor mercado, pero está esperando antes de abrir más. "Quiero esperar a que haya un poco más de estabilidad", dijo Belzile-Maguire.
Leila Kelleher, profesora de diseño de moda en la Escuela de Diseño Parsons de Nueva York, quien vive a tiempo parcial en Ontario, planea probarse artículos en una tienda Maguire estadounidense, pedirlos por internet en dólares canadienses y que se los envíen a su dirección en Canadá.
"No culpo a ninguna de las pequeñas empresas por subir sus precios", dijo Kelleher. "En estos momentos es supervivencia".
Una cafetera brasileña espera el regreso de los clientes estadounidenses
Después de que un arancel del 50 por ciento sobre el café brasileño recortara los pedidos estadounidenses, Ana Cecilia Velloso, cuya familia es propietaria de São Luiz Estate Coffee, en Carmo do Paranaíba, Brasil, había planeado faltar a una exposición de café en San Diego para comercializar sus granos. Ahora que se han revocado esos aranceles, está considerando ir, pero se muestra recelosa. "Tengo que esperar a que se estabilice el mercado C", escribió en un mensaje de texto, añadiendo: "Esperaré a que mis clientes vengan a mí".
Antes de que se impusieran los aranceles, Mariana Faerron Gutierrez, fundadora y directora ejecutiva de Tico Coffee Roasters en Campbell, California, había planeado importar el café de Velloso. "Si los aranceles no hubieran llegado a ese nivel", dijo, "su café estaría aquí en mi almacén ahora mismo".
Ahora, está intentando conseguir café brasileño en cuanto pueda. Y aunque es optimista respecto a que los aranceles no vuelvan a cambiar este año, se muestra cauta. "¿Cuál es el plan de contingencia si algo cambia?", dijo. "Puede que vuelvan a ser los aranceles, o puede que sea otra cosa".
Un agricultor japonés de matcha abre un establecimiento en EE. UU.
Daiki Tanaka, que cultiva y vende matcha en Japón, se reúne con muchos de sus clientes estadounidenses durante visitas y degustaciones en su granja de 4 hectáreas, d:matcha, cerca de Kioto.
Pero el fin de la exención de minimis a principios de este año significó que muchos de sus envíos a Estados Unidos ahora conllevaban un arancel del 15 por ciento. Respondió creando una filial estadounidense para importar su té y distribuirlo, absorbiendo el arancel para los clientes estadounidenses, que constituyen su principal mercado de venta directa al consumidor. "La conexión es importante; por eso lo del arancel es realmente lo hace un poco más complicado", dijo Tanaka.
Roby Behrens, de Fremont, California, bebe una taza de matcha cada mañana; él y su novia han hecho pedidos a d:matcha durante varios años e incluso visitaron la granja en 2023.
"No lo hemos comprado desde los aranceles y puede que no lo hagamos", dijo Behrens.
Lauren Purvis, fundadora de Mizuba Tea Company en Portland, Oregón, importó el año pasado más de 20 toneladas de matcha de pequeñas granjas y productores de Japón. Este año, los aranceles le han costado más de 110.000 dólares, dijo Purvis, y la política comercial ha provocado grandes retrasos en las entregas: tenía más de 120.000 dólares de matcha japonés, enviados en agosto y septiembre, atascados en Kentucky. Todavía está esperando la mitad de ese inventario.
En las últimas semanas, el gobierno de Trump ha levantado algunos aranceles, entre ellos los del té verde. Pero Purvis desearía que se hubieran planificado con más cuidado desde el principio. "Lo único que hizo fue aumentar los costos", dijo. "Creo que es difícil quitarse de encima la sensación de: ¿qué sentido tenía?".
Un chocolatero mexicano envía clientes a Canadá
Víctor Feliu, quien es propietario de Feliu Chocolate en Guadalajara, México, estaba tan confundido por las siempre cambiantes normas para el comercio entre México y Estados Unidos que ha puesto en pausa los envíos estadounidenses.
"Estoy dispuesto a pagar aranceles y a cumplir con los trámites", dijo. "Pero es muy difícil si las normas cambian cada pocos meses".
Aunque sus tabletas de chocolate no están sujetas a aranceles, a principios de septiembre suspendió los envíos a Estados Unidos tras la devolución de más de una decena de paquetes debido a las complicaciones que planteaban las nuevas normas, que abarcaban aspectos como el etiquetado, más papeleo y el registro, dijo. Feliu tardó semanas en identificar los nuevos requisitos para los pequeños envíos. "Somos una empresa pequeña; nadie nos lo dice", dijo.
Ha sugerido a los clientes estadounidenses que compren su chocolate a través de un minorista canadiense, y sus planes de vender en tiendas estadounidenses están en suspenso.
Para un minorista danés, los errores significan dinero
Los errores relacionados con los aranceles están resultando costosos para Cecilie Moosgaard, cofundadora del minorista danés de accesorios Lié Studio.
"Estamos viendo muchos de estos errores, lo que indica que nuestros aranceles de importación son mucho más altos de lo que deberían ser", dijo Moosgaard. En varias ocasiones, dijo, los bolsos de Lié Studio enviados a Estados Unidos se clasificaron erróneamente como procedentes de China --y sujetos a aranceles de hasta el 25 por ciento-- en lugar de Portugal, donde se fabricaron, lo que conlleva un impuesto más bajo. Los errores suponen costos inesperados y tiempo invertido en intentar obtener un reembolso, que ella aún está esperando.
La empresa, que vende joyas y bolsos por internet y a minoristas estadounidenses, aumentó los precios para los clientes estadounidenses alrededor del 20 por ciento a mediados de agosto.
Nabila Kabir, quien vive en San Francisco, esperó a viajar a Copenhague para comprar en la tienda de Lié Studio. Ella también está cambiando sus hábitos de compra.
"Soy alguien que nunca se ha considerado una gran compradora de vintage", dijo. Pero "debido a las fluctuaciones de precios --ya sean relacionadas con los aranceles o simplemente con la inflación--, ahora me fijo más activamente en los mercados vintage".
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