Reseña de 'Wicked: Por Siempre': mejores amigas hasta el final

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Cynthia Erivo y Ariana Grande regresan a Oz en la segunda parte de la adaptación cinematográfica del musical de Broadway.

El fascismo ha llegado a Oz en Wicked: Por Siempre y no se le puede desaparecer solo con deseos. Esa es una de las verdades de la segunda mitad, menos frenética y más pesimista, de esta adaptación cinematográfica de Wicked , el musical de Broadway. La nueva película, un largometraje de conclusión, encuentra a sus encantadoras amigas --la Elphaba de color verde intenso de Cynthia Erivo y la Glinda de color rosa de Ariana Grande-- desplazadas a rincones distintos de la Tierra de Oz. Ya no son estudiantes, sino adultas hechas y derechas, en otro reino encantado de peligros y maravillas. Aquí, los monos voladores ayudan a inaugurar una nueva normalidad, al igual que un pecho principesco descubierto (ay, Dios).

Un escaparate en gran medida para Grande, Por Siempre ata los cabos sueltos de una historia con muchas partes dinámicas y un origen complejo. Al fin y al cabo, se trata de una película en dos partes basada en un musical de Broadway que se adaptó de una novela que, a su vez, se inspiró tanto en un popular libro infantil como en su adaptación más famosa, esa maravilla de 1939 que es El mago de Oz . Es mucho. Dado el alcance, la historia y la base de fans multigeneracional del material, el director Jon Chu tiene que ser a la vez jefe de fábrica y maestro de ceremonias de circo, alguien capaz de mantener firmemente la atención del público, incluso cuando la maquinaria chisporrotea y cruje.

Con un ejército de técnicos y, sobre todo, con dos estrellas irresistiblemente sincronizadas, Chu ha conseguido dar a Wicked coherencia y un pulso fuerte. Al igual que la primera parte, Por Siempre está repleta de cosas --un arco iris apagado de colores, un trabajo de cámara turbulento, multitudes coreografiadas, ornamentación de filigrana-- que, por lo general, caracterizan a las superproducciones contemporáneas. Para empezar, está todo el dinero que tiene que gastar un cineasta, una exigencia que fomenta el maximalismo, así como el imperativo comercial de asombrar al público, especialmente para el importantísimo fin de semana de estreno. (En la década de 1950, los estudios recurrieron a las superproducciones para competir con la televisión; ahora los celulares son la principal competencia, al menos hasta que una película llega a los servicios de streaming).

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Escrita por Winnie Holzman y Dana Fox --con canciones de Stephen Schwartz--, Por Siempre retoma la historia donde terminó la primera parte. Elphaba vive ahora en una elevada soledad pastoral, mientras Glinda se pasea por Ciudad Esmeralda en un reluciente mundo de burbujas, seguida por un grupito de aduladores. No es un aspecto bueno ni prometedor, como tampoco lo son los edulcorados villanos de la tierra --la Madame Morrible de Michelle Yeoh y el Mago de Jeff Goldblum--, quienes siguen urdiendo sus planes. Juntos, gobiernan Oz con amplias sonrisas, una ética de abundancia, soldados armados y una clase de enemigos entre los animales parlantes de la tierra, cuyos derechos se están borrando rápidamente y cuya terrible situación presagia otras medidas opresivas.

La primera parte de Wicked se centró principalmente en Elphaba, su pasado y su identidad de marginada, así como en las historias complementarias de madurez y de una amistad cada vez más profunda entre ella y Glinda. También trataba de la podredumbre bajo las brillantes superficies de Oz. Es la empática Elphaba quien descubre el plan del Mago y Morrible de desplegar a los monos voladores como sistema de vigilancia aérea mientras los demás animales son censurados, acorralados y silenciados. Como explicó el Mago a Elphaba en la primera parte, "la mejor manera de mantener unida a la gente es darle un enemigo en común". Los animales parlantes son uno de esos artificios; al final de la primera parte, Elphaba es otro.

Estas invocaciones a los horrores del fascismo fueron sorprendentes en la primera parte, y aunque son más pronunciadas en la segunda, están incrustadas en una película que hace todo lo posible por acentuar lo positivo. A medida que la historia evoluciona, se forman alianzas y se rompen lazos, en medio de números musicales programados de forma rutinaria que oscilan entre las gritonas escenas de grupo y los interludios más tranquilos e íntimos. Una de las sorpresas más agradables de la película es Grande, quien aquí tiene espacio para convertir una caricatura irritante en un personaje. Fortalecida en parte por la convicción moral de Elphaba, Glinda empieza a comprender la verdad sobre Oz y su propia complicidad en su opresión, una transformación que Grande transmite con delicadeza gestual y conmovedora vulnerabilidad.

Menos agradable es el rompecorazones residente de la historia, el príncipe Fiyero (Jonathan Bailey), quien ha regresado con una melancolía lunática. No es culpa de Bailey; es el personaje, una convención que, al menos en parte, parece existir para dejar claros los contornos de la relación entre Elphaba y Glinda. Por Siempre aumenta la tensión romántica de la historia y, mientras esta zigzaguea, Fiyero acaba en la cama sin camisa, acariciando a su verdadero amor. Eso empuja los acontecimientos hacia un registro algo más adulto, o al menos adolescente, en comparación con muchos cuentos de hadas de la pantalla, aunque este siga fijado en Elphaba y Glinda. A pesar de su inquietante resonancia política, Wicked resulta finalmente más convincente como historia de una amistad femenina intensa y conmovedora.

El libro original de 1900 de L. Frank Baum, El maravilloso mago de Oz, se ha interpretado en una línea pro sufragio y populista, aunque a lo largo de los años se ha remodelado para adaptarlo a su época. El mago de Oz gira en torno a una chica de Kansas que abandona su vida de granjera en blanco y negro por un glorioso país de ensueño en Technicolor, una metáfora de los placeres transportadores del cine en Estados Unidos durante la Depresión. Como la mayoría de las películas de estudio, Wicked no transmite ningún mensaje político manifiesto; trata sobre el bien y el mal más que sobre la izquierda o la derecha. Aun así, desde su director hasta su reparto, la película es un testimonio de la diversidad (especies incluidas) como bien común, así como del amor, la amistad y la solidaridad. Está del lado de la bondad, que, en sí misma, es, bueno, un bálsamo.

Wicked: Por Siempre Calificación PG. Duración: 2 horas 18 minutos. En los cines.

Manohla Dargis es la crítica cinematográfica jefa del Times.