Melania Trump se viste de verde saudí

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En la cena oficial del príncipe heredero Mohammed bin Salman, la primera dama llevó un vestido Elie Saab en un tono parecido al de la bandera de Arabia Saudita.

Durante la visita del príncipe heredero Mohammed bin Salman a la Casa Blanca el martes, el presidente Donald Trump utilizó de muchas maneras la pompa del cargo para demostrar la nueva amistad entre Estados Unidos y Arabia Saudita.

Trump extendió la alfombra roja. Organizó un sobrevuelo militar. Ofreció una cena de gala de carácter casi estatal --la primera cena oficial de este tipo de su segundo mandato-- a la que asistieron estrellas del fútbol y multimillonarios del sector tecnológico y de Wall Street. Y lo captó todo para la posteridad con varias sesiones fotográficas.

Pero quizá el reflejo más inesperado de la nueva relación especial entre ambos países no vino del presidente, sino de la primera dama.

Después de todo, Melania Trump ha tenido una presencia algo escasa en el gobierno. A menudo no está en la Casa Blanca. Cuando aparece en actos públicos importantes, tiende a llevar un sombrero que oculta la mitad de su rostro, como hizo en la toma de posesión y durante una reciente visita de Estado al Reino Unido. A menudo parece más interesada en el aspecto decorativo de su trabajo que en ser una herramienta diplomática, y define lo decorativo a su gusto y no como lo ha dictado la historia.

Y, sin embargo, allí estaba el martes por la noche, con un vestido verde sin tirantes, ocupando su lugar junto a su esposo para saludar al príncipe heredero. Antes de que te emociones: no, no era el verde del movimiento contra el cambio climático. (No era un momento potencial para trolear al esposo). Era un verde cadmio muy parecido al verde de las banderas saudíes que habían ondeado junto a las banderas estadounidenses para dar la bienvenida al príncipe heredero ese mismo día.

Y el color no era el único aspecto significativo del vestido. Confeccionado en punto con un acabado que imitaba el cuero, fruncido en la parte delantera y con un precio actual de 3350 dólares, el vestido era obra del diseñador libanés Elie Saab, quien hace un año había celebrado en Riad, Arabia Saudita, uno de los desfiles de moda más grandes jamás celebrados en Medio Oriente.

El desfile, llamado "Las 1001 estaciones de Elie Saab", fue oficialmente una celebración de los 45 años de Saab en el negocio. Con el estilismo de Carine Roitfeld, exeditora de Vogue Francia, trajo a Arabia Saudita a Celine Dion, Jennifer López y Halle Berry, entre otras celebridades internacionales. Y sirvió como tarjeta de presentación mundial de la prominencia cultural del país y de la Riyadh Season, un festival anual de moda, deportes y entretenimiento que lleva cinco años en marcha y que forma parte del plan Visión 2030 del príncipe Mohammed. Saab reside en Beirut, ciudad que en ese momento sufría bombardeos, y Arabia Saudita, intuyó una oportunidad y le dio la bienvenida.

Como resultado, la combinación de color y diseñador hizo que el vestido de Melania Trump no fuera solo un vestido, sino también un gesto público de reconocimiento y lealtad (a pesar de que dejaba al descubierto sus brazos y hombros, lo que podía parecer menos acorde con la costumbre saudí). Fue quizá el conjunto más meditado que se ha puesto este mandato, incluso más que la gabardina de Burberry que lució al comienzo de la visita de Estado al Reino Unido.

El hecho de que el gesto, imposible de pasar por alto entre el mar de esmóquines negros de la cena, estuviera dirigido a Arabia Saudita sirvió para subrayar aún más, al igual que la conferencia de prensa de ese mismo día, dónde residen exactamente las prioridades de los Trump.

Fue un recordatorio de que Melania Trump (y su estilista, Hervé Pierre) entiende perfectamente la semiología de la imagen y el juego de la primera dama, y puede jugarlo con aplomo. Al menos cuando quiere.

Vanessa Friedman ha sido la directora de moda y la crítica jefe de moda del Times desde 2014.