¿Pasta al doble de precio? Algunos productores italianos enfrentan aranceles enormes en EE. UU.

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Cada día, hasta 20 camiones de sémola llegan a Garofalo, uno de los mayores exportadores de pasta de Italia. El trigo duro molido puede provenir de cualquier parte del mundo, pero todos los demás pasos del proceso deben realizarse en Gragnano, una ciudad a las afueras de Nápoles donde Garofalo tiene su sede.

En la fábrica, húmeda y ensordecedoramente ruidosa, el trigo se mezcla con agua de manantial proveniente de las cercanas montañas Lattari, y la masa se presiona a través de moldes bordeados de bronce. El bronce le da a la pasta una textura áspera distintiva que permite que la salsa se adhiera mejor, una marca de alta calidad.

Es un proceso dictado por tradiciones locales que le han dado a Gragnano la reputación de ser la capital europea de la pasta y le han ganado admiradores en todo el mundo.

Una parte considerable de la pasta producida por Garofalo está destinada a cocinas estadounidenses, que representan alrededor de una quinta parte de sus ventas. Pero eso podría terminar el próximo año.

Garofalo y otra decena de productores italianos se enfrentan a aranceles de más del 100 por ciento sobre sus exportaciones a Estados Unidos, lo que podría encarecer prohibitivamente su pasta.

"Es chocante", dijo Massimo Menna, director ejecutivo de Garofalo.

Las empresas han sido acusadas de vender sus productos en Estados Unidos a precios artificialmente bajos y de no cooperar con una investigación del Departamento de Comercio. Su penalización podría ser un arancel contra la competencia desleal del 91,74 por ciento.

Para las empresas, la investigación fue una decisión desconcertante.

Algo salió "completamente mal", dijo Menna. No cree que el gobierno de Donald Trump tenga la intención de "impedir que los consumidores estadounidenses compren productos italianos muy buenos", añadió. "Porque con un 90 por ciento, no sería posible".

Un funcionario del gobierno de Trump culpó a las empresas de no haber respondido adecuadamente a la investigación del Departamento de Comercio. "Los fabricantes italianos de pasta arruinaron repetidamente una simple solicitud de datos para una revisión rutinaria de una investigación contra la competencia desleal", dijo Kush Desai, un portavoz de la Casa Blanca.

Para muchas empresas europeas, la autenticidad se valora casi por encima de todo. Eso puede significar adherirse a tradiciones intrincadas, métodos de producción minuciosamente lentos y requisitos estrictos sobre el origen de sus productos.

Ese compromiso, ya sea con el champán francés o el queso suizo, ha hecho que los consumidores de todo el mundo asocien los productos europeos con alta calidad. Pero estas reglas también pueden dificultar la respuesta a desafíos externos, ya que dejan un margen muy limitado para reducir costos.

Para los productores italianos de pasta, que ya están intentando adaptarse al arancel estadounidense del 15 por ciento acordado por la Unión Europea en verano, los aranceles adicionales contra la competencia desleal --del 91,74 por ciento-- podrían llevar el arancel total al 107 por ciento, un nuevo golpe que podría convertirse en una barrera para vender en Estados Unidos.

Un juego de culpas por una investigación sobre competencia desleal

Trump ha utilizado los aranceles como arma económica para abordar diversas preocupaciones, desde repatriar la manufactura hasta frenar a los traficantes de drogas, pero los aranceles adicionales a la pasta italiana son distintos. Los aranceles contra la competencia desleal, concebidos como medidas apolíticas y sujetas a procesos legales estrictos, se usan cuando los gobiernos creen que empresas o países comercian de forma desleal.

Estados Unidos impuso por primera vez aranceles de este tipo a los productores italianos de pasta hace unos 30 años. A instancias de empresas estadounidenses, el Departamento de Comercio investiga de manera rutinaria a los fabricantes italianos por vender pasta a precios muy bajos.

Este año, dos empresas estadounidenses solicitaron una investigación: 8th Avenue Food & Provisions, propietaria de la pasta Ronzoni, y Winland Foods, que produce pasta bajo varias marcas, entre ellas San Giorgio y Prince.

Para ellas, se trataba de una solicitud rutinaria. Las marcas propiedad de Winland Foods llevan décadas solicitando investigaciones contra la competencia desleal. Winland Foods declinó hacer comentarios, y 8th Avenue Food & Provisions no respondió a las solicitudes de aclaración.

El Departamento de Comercio examinó las ventas de Garofalo y de La Molisana --otro gran productor italiano-- entre julio de 2023 y junio de 2024. Según el departamento, las empresas no proporcionaron la información solicitada y, por tanto, se les impondría un arancel punitivo. Pero también se aplicaría a casi una decena de otras empresas, entre ellas algunos de los mayores productores del país, Barilla y Rummo.

Menna calificó la situación de "increíble". Sentados en la sede de Garofalo, él y Gianni Schisa, director de operaciones, insistieron en que habían entregado la información solicitada, tal como habían hecho en investigaciones anteriores.

Se preguntaban si había habido un malentendido sobre la forma en que enviaron los datos, o si el personal del Departamento de Comercio involucrado en la investigación había cambiado, no entendía las exportaciones de pasta o se confundió con algún etiquetado.

Garofalo ha impugnado la decisión. Pero si sus apelaciones fracasan, deberá pagar los aranceles correspondientes al año investigado, lo que costaría unos 15 millones de euros (17,4 millones de dólares), dijo Menna. Además, los aranceles se aplicarían a ventas futuras, una situación mucho más complicada. La decisión final del Departamento de Comercio no se espera hasta comienzos del próximo año.

El gobierno italiano y la Comisión Europea han intervenido y presentado apelaciones directas a funcionarios estadounidenses, mientras aumenta la especulación sobre posibles motivaciones políticas detrás de los aranceles.

Desai, portavoz de la Casa Blanca, dijo en un comunicado que la culpa era de las empresas. "Después de arruinar sus primeras respuestas, el Departamento de Comercio les explicó cuáles eran los problemas y les pidió que los corrigieran. No lo hicieron", afirmó. "Y luego Comercio comunicó los requisitos nuevamente, y tampoco respondieron la tercera vez."

Agregó que las empresas aún tenían varios meses para participar en la revisión antes de que los aranceles se volvieran definitivos. Aun así, la amenaza de fuertes sanciones sigue pesando sobre ellas.

La pasta como forma de vida

Para muchos hogares, la pasta es un alimento básico que ofrece una comida fácil de preparar después del colegio o del trabajo. Pero en Gragnano es un oficio que ha definido al pueblo durante siglos. Garofalo remonta su historia a 1789.

Aquí, a la sombra del monte Vesubio, la brisa marina del Mediterráneo y el aire de la montaña crean la humedad ideal para secar la pasta al aire libre. Hoy, las calles sinuosas del pueblo siguen salpicadas de pastificios, como se llama a los fabricantes de pasta. Cerca de la plaza central hay un mural que representa a Totò, el actor y comediante italiano, metiéndose un enorme puñado de espaguetis directamente en la boca, una imagen de la película de 1954 Miseria y nobleza, que representa una de las escenas más famosas del cine italiano y la devoción de la ciudad por la pasta.

La ansiedad ante aranceles superiores al 100 por ciento se ha extendido por el pueblo.

Una empresa local de pasta, 28 Pastai, no forma parte de la investigación por competencia desleal, pero su directora ejecutiva, Elena Elefante, sigue preocupada. Pasó dos años desarrollando una mezcla única de cinco trigos duros italianos para preparar la sémola de la pasta de su empresa, con el objetivo de capturar el sabor tradicional de la pasta de Gragnano. Empezó a vender su pasta de bronce, elaborada en el emplazamiento de un antiguo molino y fábrica de pasta, en 2021.

Pero ahora teme que los aranceles signifiquen precios mucho más altos en los supermercados estadounidenses y que abran la puerta a productos que falsamente afirman estar hechos en Italia.

Estos aranceles podrían llevar a los clientes "no solo a rechazar posiblemente el producto porque el precio se hace, en definitiva, insostenible, sino también a preferir posiblemente productos que lleven la etiqueta 'Hecho en Italia' con etiquetas falsas", dijo.

Elefante dijo que algunos clientes habían pospuesto sus pedidos debido a la incertidumbre. Dijo que ya había ofrecido descuentos a los clientes desde que entró en vigor el arancel del 15 por ciento, lo que redujo sus márgenes de ganancia.

Es una "situación alarmante y preocupante", dijo.

Su empresa, 28 Pastai, produce pasta para cadenas de supermercados estadounidenses, entre otros clientes. Pero los altos aranceles podrían llevar a los compradores a replantearse la compra de productos italianos. En el peor de los casos, productos auténticos y de calidad como los suyos podrían desaparecer de los estantes en Estados Unidos, dijo.

Giovanni Milo, quien abrió un restaurante en la ciudad hace tres años y medio para honrar su amor por la pasta, compra a empresas locales, entre ellas 28 Pastai. Dijo que si las empresas tienen dificultades para exportar, podrían aumentar los precios en casa. Aún no está ocurriendo, pero es consciente de que las ventas al extranjero son esenciales para estos negocios.

Aunque los aranceles contra la competencia desleal generan incertidumbre sobre Garofalo y desvían energía hacia investigaciones, apelaciones y gestiones diplomáticas para revertirlos, la empresa aún confía en que se trate de un error que se corregirá.

"Tenemos la fuerza de sentir que tenemos razón", dijo Menna.

Eshe Nelson es una reportera radicada en Londres que cubre noticias de economía y negocios para The New York Times.