Trump cede en el caso Epstein y respalda la publicación de los archivos

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Frente a la deserción masiva en un proyecto de ley para exigir la publicación de los archivos Epstein, el presidente se apresuró a evitar una derrota vergonzosa, lo que sugiere un desliz en su férreo control sobre el Partido Republicano.

El presidente Donald Trump denunció que los llamamientos a favor de la publicación de los archivos Epstein eran un engaño demócrata. Envió a sus colaboradores a advertir a los republicanos que respaldarla sería visto como un "acto hostil". Realizó llamadas personales a los que se atrevieron a hacerlo, e incluso envió a su fiscala general y al director del FBI a reunirse con una de ellos en la Sala de Crisis de la Casa Blanca, para intentar hacerla cambiar de opinión.

Al final, nada de eso funcionó. Y el domingo por la noche, Trump hizo algo que rara vez se ha visto obligado a hacer: cedió ante la presión de su partido y pidió a los republicanos de la Cámara de Representantes que siguieran adelante y respaldaran un proyecto de ley que ordenaría a su Departamento de Justicia hacer públicos todos sus archivos de investigación sobre el delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein.

El lunes, dijo que "por supuesto" que firmaría la ley que había intentado bloquear durante meses.

No está claro que hacerlo tenga ningún efecto concreto; Trump podría haber ordenado la publicación de los archivos sin una ley del Congreso, y no lo ha hecho. Y está por verse si su Departamento de Justicia publicará los archivos al final.

Pero que haya dado marcha atrás abre las compuertas del apoyo republicano al proyecto de ley, que se espera que se someta a votación en la Cámara el martes y que parece probable que se apruebe por unanimidad. También ha suscitado dudas sobre la capacidad de Trump para imponer su voluntad a los republicanos y a la nación, y sugiere un desliz en su férreo control sobre el partido en medio de la caída de sus cifras en las encuestas, el aumento de los precios y las desavenencias dentro de su coalición política.

Durante los 10 primeros meses de su presidencia, Trump ha dirigido la narrativa y ha intimidado al Congreso para que hiciera lo que él quería sin apenas oposición. Pero mientras los republicanos se preparan para las elecciones intermedias y algunos empiezan a planear un futuro después de Trump, el episodio de Epstein es un caso inusual en el que ha perdido el control.

Los republicanos de la Cámara de Representantes habían temido la perspectiva de una votación sobre la publicación de los archivos Epstein durante meses. Ese momento los dejaría divididos entre la presión de una base ferviente que les exigía que apoyaran la publicación de los archivos y un presidente vengativo que reclamaba lo contrario.

El cambio de postura de Trump fue una rendición ante lo inevitable, que se produjo después de que quedara claro que muchos republicanos, si no la mayoría, planeaban apoyar la medida, recelosos de dar la apariencia de que ayudaban a encubrir a un delincuente sexual.

"Mientras tanto los demócratas como el presidente Trump pidan la publicación, no puedo imaginar a nadie que no vote a favor de la publicación", dijo en un mensaje de texto el representante Lance Gooden, republicano por Texas. "Predigo que el 100 por ciento votará a favor de que se publiquen".

Incluso el representante Troy Nehls, republicano por Texas, estaba ahora de acuerdo, apenas unos días después de que escribiera en las redes sociales que votaría rotundamente "no" a la publicación del "engaño de Epstein", diseñado por los demócratas para "distraernos de la victoria del presidente Trump y su gobierno". El lunes dijo en un mensaje de texto que votaría a favor de la publicación de los archivos.

El giro de Trump se produjo tras conversaciones privadas con republicanos, quienes le advirtieron que tendrían que votar a favor de la publicación de los archivos debido a la presión de sus electores. En esas conversaciones, según una persona informada de las mismas que insistió en mantener el anonimato para hablar de ellas, Trump reconoció que la votación era ya inevitable, y que si necesitaban apoyarla debían hacerlo. Y escuchó a los republicanos que le decían que su oposición estaba dando la impresión de que tenía algo que ocultar.

Al final, Trump no quería perder.

Así que el domingo por la noche, el presidente redactó una publicación en la que daba marcha atrás para Truth Social, mientras volaba a bordo del Air Force One de Florida a Washington.

"Los republicanos de la Cámara de Representantes deberían votar a favor de hacer públicos los archivos Epstein", escribió, "porque no tenemos nada que ocultar y es hora de pasar página de este engaño demócrata".

Trump se vio obligado a dar este giro porque no consiguió convencer a tres mujeres republicanas que habían firmado una petición para forzar la votación del proyecto de ley, que obligaría al Departamento de Justicia a publicar todos sus archivos sobre Epstein en un plazo de 30 días. Después de que la petición recibiera 218 firmas, la mayoría de la Cámara, el reglamento exigía una votación final, y el presidente de la Cámara, Mike Johnson, dijo que convocaría una esta semana.

El representante Ro Khanna, demócrata por California quien es copatrocinador de la medida, dijo que la votación sería un ejemplo extraordinario de una coalición única que se enfrenta a Trump, con el respaldo de su base del movimiento MAGA.

"En 48 horas, hemos pasado de que el presidente amenazara con quitar el respaldo a los republicanos y los arrastrara a la Sala de Crisis a que se rindiera a las matemáticas", dijo Khanna, quien también predijo una votación unánime.

Esto se debe en parte a que la medida cuenta con el respaldo del representante Thomas Massie, republicano por Kentucky, quien suele ser el único disidente que rompe con su partido para oponerse a la legislación que Trump insta a la conferencia a apoyar. En este caso, Massie lleva la voz cantante: él y Khanna son copatrocinadores del proyecto de ley sobre la transparencia del caso Epstein.

En su segundo mandato, Trump ha puesto a prueba no solo las normas, sino también las reglas y las leyes, y ha utilizado una bola de demolición metafórica contra instituciones que a menudo se han doblegado a su voluntad. Los archivos Epstein se han convertido en el insólito caso en el que un par de legisladores bipartidistas, con el apoyo de un minúsculo grupo de republicanos de extrema derecha, encontraron la forma de utilizar las normas de la Cámara de Representantes para que a Trump le fuera imposible obtener lo que quería. Así que el domingo por la noche el presidente cambió sus deseos.

El lunes, Trump parecía ansioso por dejar atrás el episodio y preocupado por el impacto que pudiera tener sobre él y su partido.

"Dejen que cualquier persona lo vea, pero no hablen demasiado de ello, porque, sinceramente, no quiero que nos lo quiten", dijo Trump a los periodistas en el Despacho Oval, y calificó los archivos Epstein de "problema de los demócratas". "Todo el asunto es un engaño, y no quiero que le quite mérito realmente a la grandeza de lo que el Partido Republicano ha logrado en el último periodo de tiempo".

Cuando se le preguntó si firmaría la medida, dijo a los periodistas: "Por supuesto que lo haría".

Esto suscitó nuevas preguntas sobre si el senador John Thune, republicano por Dakota del Sur y líder de la mayoría, sometería la ley a votación en esa cámara. Thune había insinuado anteriormente que la votación no era una prioridad.

Pero una votación unánime de la Cámara --o incluso una desigual-- a favor de la divulgación de los archivos ejercería una enorme presión sobre él para que permitiera que el proyecto de ley se considerara en el Senado.

La senadora Jacky Rosen, demócrata por Nevada, escribió a Thune la semana pasada instándolo a programar rápidamente una votación.

Annie Karni es corresponsal del Congreso para el Times.

Tyler Pager es corresponsal del Times en la Casa Blanca y reporta sobre el presidente Donald Trump y su gobierno.