El dominio de China en tecnología verde trastorna la política climática mundial

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En la cumbre del clima de este año, Estados Unidos está ausente y Europa tiene dificultades. Pero los países emergentes están adoptando las energías renovables gracias a un exceso de equipamiento barato.

Mientras Estados Unidos echa por tierra las acciones contra el cambio climático y Europa batalla para hacer realidad sus ambiciones ecológicas, un cambio sorprendente se está produciendo en muchas economías grandes y de rápido crecimiento donde vive la mayoría de la población mundial.

Países como Brasil, India y Vietnam están expandiendo rápidamente la energía solar y eólica. Países más pobres como Etiopía y Nepal están pasando de los coches de gasolina a los de batería. Nigeria, un estado petrolero, planea construir su primera planta de fabricación de paneles solares. Marruecos está creando un centro de baterías para abastecer a los fabricantes de automóviles europeos. Santiago, la capital de Chile, ha electrificado más de la mitad de su flota de autobuses en los últimos años.

La clave de este cambio es la nueva superpotencia mundial de las energías renovables: China.

Tras saturar su propio mercado de paneles solares, turbinas eólicas y baterías, las empresas chinas ahora exportan sus productos a los países en desarrollo ávidos de energía. También están invirtiendo miles de millones de dólares en fábricas que hacen cosas como paneles solares en Vietnam y coches eléctricos en Brasil.

En efecto, la política industrial china está configurando la trayectoria de desarrollo de algunas de las economías de más rápido crecimiento del mundo.

"Desde el punto de vista del clima, los países en desarrollo están mostrando soluciones", dijo André Corrêa do Lago, el diplomático brasileño que dirige las conversaciones internacionales sobre el clima de este año, conocidas como COP30, en la ciudad brasileña de Belém.

"Creo que los países emergentes aparecen en esta COP con un papel diferente", añadió.

¿Eso soluciona por completo el problema del cambio climático? No. La mayoría de los países, incluidas estas grandes economías en crecimiento, siguen obteniendo la mayor parte de su energía de los combustibles fósiles. Indonesia sigue extrayendo grandes cantidades de carbón, la fuente de energía más sucia. India y China siguen construyendo centrales de carbón. Brasil planea ampliar la producción de petróleo.

Pero estos países satisfacen cada vez más gran parte de sus necesidades energéticas con energía renovable, tanto por el ahorro de costos como por razones de seguridad energética. Muchos están intentando reducir la cantidad de combustibles fósiles que importan, para aliviar la presión sobre sus reservas de divisas.

La rápida caída de los precios de la tecnología china les está permitiendo hacerlo. Ani Dasgupta, presidente del World Resources Institute, un grupo de investigación y defensa del medioambiente, dijo que esto demuestra cómo el desarrollo económico puede ir de la mano de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

"Las economías emergentes son una parte muy importante de la historia", dijo. "La razón por la que deberíamos prestarles atención es que son las que tienen más habitantes en el mundo, las que tienen el mayor número de personas pobres del mundo, y su demanda de energía es cada vez mayor. Si estas economías no cambian, no hay ninguna posibilidad de que el mundo llegue a un lugar más seguro".

Etiopía tomó el año pasado la extraordinaria medida de prohibir la importación de nuevos automóviles de gasolina. Nepal redujo tanto los aranceles a la importación de vehículos eléctricos que ahora son más baratos que los coches con motor de combustión interna. Brasil elevó los aranceles sobre todas las importaciones de automóviles para obligar a los fabricantes chinos de automóviles, como BYD y Great Wall Motors, a instalar plantas dentro de Brasil.

Las inversiones chinas en fabricación en todo el mundo han superado los 225.000 millones de dólares en total desde 2011, según el Net Zero Policy Lab de la Universidad Johns Hopkins, y tres cuartas partes de ese dinero se han destinado a lo que los autores del informe denominaron países del sur global, un término colectivo para países de bajos ingresos y economías emergentes. Ajustado a la inflación, es más de lo que Estados Unidos destinó al plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial.

Incluso India, recelosa de depender de las importaciones de China, su vecino y rival, ha adoptado parte de la estrategia industrial china. El gobierno está utilizando incentivos para instalar enormes cantidades de energía solar y fabricar muchos más equipos solares en el país.

India aprovechó la cumbre de Belém de la semana pasada para recordarle al mundo que la mitad de su demanda de electricidad ya puede cubrirse con energía eólica, solar e hidroeléctrica y que alcanzó sus objetivos para 2030 de pasar a fuentes de energía más limpias según el Acuerdo de París cinco años antes de lo previsto. Todavía tiene que presentar sus objetivos climáticos para 2035.

En resumen, parece que el centro de gravedad se está desplazando.

Hace diez años, cuando se firmó el Acuerdo de París, eran los países ricos e industrializados, como Estados Unidos y las naciones de Europa, los que presionaban a los países en desarrollo para que tomaran medidas más rápidas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero que calientan el planeta. Los países en desarrollo respondían que ellos también tenían derecho a industrializarse y que los países ricos debían ayudarles a financiar la transición a combustibles menos contaminantes.

Esa ayuda financiera no se ha materializado en la mayoría de los casos. La ira de los líderes de los países en desarrollo sigue existiendo.

Pero la economía ha cambiado.

"Hace diez años existía el compromiso político, pero no existían los mercados", dijo Kaysie Brown, directora asociada de diplomacia y geopolítica del clima en E3G, un grupo europeo de investigación y defensa. "Ahora creo que estamos en un punto de inflexión en el que en algunos casos, como las energías renovables, sí tienes los mercados. Así que cabe preguntarse de dónde, en este panorama cambiante, empieza a surgir el liderazgo político".

China ha buscado presentarse como un pilar de la estabilidad mundial, sobre todo después de que el gobierno de Donald Trump dijera que retiraría a Estados Unidos de las conversaciones anuales sobre el clima.

"La transición ecológica y con bajas emisiones de carbono es la tendencia del momento", dijo el vice primer ministro chino, Ding Xuexiang, la semana pasada en la cumbre. "Debemos mantener la confianza, equilibrar objetivos como la protección del medioambiente, el desarrollo económico, la creación de empleo y la erradicación de la pobreza".

Ding también instó a los países de todo el mundo a reducir las barreras comerciales para la tecnología verde.

Dado que las exportaciones chinas de paneles solares, turbinas eólicas y baterías han roto récords este año, Pekín tiene cada vez más interés en asegurarse de que el resto del mundo adopte más rápidamente las energías renovables. Muchos dirigentes estadounidenses y europeos han expresado su alarma por el creciente dominio de China, que ha socavado sus propias industrias.

Pero en la cumbre, muchos países emergentes parecen estar conformes con la situación.

"No puedes insistir en que China tiene que reducir sus emisiones" y luego, más tarde, "quejarte de que China está poniendo vehículos eléctricos baratos por todo el mundo", dijo Corrêa do Lago. "Si te preocupa el clima, esta es una buena noticia".

Somini Sengupta es la reportera internacional del equipo climático del Times.

Brad Plumer es un reportero del Times que cubre las iniciativas tecnológicas y políticas para abordar el calentamiento global.