
El equipo femenino de críquet logró su primer título mundial y cambió la conversación sobre el lugar de las mujeres en el deporte y en la vida pública del país.
No hace mucho tiempo, aquí en Mumbai, Harmanpreet Kaur compaginaba su trabajo diario como empleada ferroviaria con los exigentes entrenamientos como integrante de la selección nacional femenina de críquet de India.
Kaur, lejos de su familia y de su ciudad natal en el Punyab, empezaba sus días al amanecer, encadenando jornadas largas entre la práctica por la mañana, el trabajo y una segunda sesión de entrenamiento por la tarde. El almuerzo era un bocado en el tren. Su mayor angustia: no terminar el entrenamiento vespertino antes de la hora pico y perder el último tren, que la dejaría a 90 minutos a pie de casa.
Cuando Kaur subió al escenario en esa misma ciudad, pasada la medianoche y mucho después de que saliera el último tren, fue para recibir el trofeo de campeona del mundo como capitana del equipo de India. Su selección acababa de derrotar a Sudáfrica y obtenía su primer título mundial. Los fuegos artificiales iluminaron el cielo y unos 40.000 espectadores celebraron con un rugido colectivo de alegría.
Fue una victoria personal ante obstáculos que antes parecían insuperables. Pero también simbolizó la transformación incipiente del deporte femenino en India, en sintonía con el entusiasmo que hoy despierta el deporte de mujeres en todo el mundo.
El críquet es enormemente popular en este país de 1400 millones de habitantes, un elemento básico en los hogares de toda la nación, y una fuente de cientos de millones de dólares al año que sostienen al deporte a nivel mundial. Que las mujeres de India estén empezando, poco a poco, a compartir una pequeña parte de ese dinero y de esa gloria podría tener repercusiones mucho más grandes en un país que aún lucha con el papel de las mujeres en la vida pública.
"Llevamos muchos años pensando que jugamos bien al críquet, pero que aún nos falta ganar un gran torneo", dijo Kaur, de 36 años, tras la victoria. "Porque sin eso, la revolución, el cambio que queremos, no llegará".
Smriti Mandhana, vicecapitana de India, dijo que esperaba que este hito marcara un cambio cultural.
"El sueño máximo es ver un partido callejero de críquet en el que jueguen dos equipos de chicas --ya hay muchas chicas que han empezado a jugar de manera profesional--, pero hacerlo simplemente por amor al juego", dijo en una entrevista en YouTube. "Una victoria en la Copa del Mundo será, sin duda, un paso hacia eso".
La Copa del Mundo llegó a India en un momento especialmente favorable para el deporte femenino.
El panorama empezó a cambiar hacia 2017, cuando las jugadoras de la selección nacional recibieron contratos regulares. Esto permitió a jugadoras como Kaur dedicarse al críquet a tiempo completo, aunque la paga fuera apenas una fracción de la que perciben los hombres y la estabilidad laboral solo estuviera garantizada para unas pocas que lograban llegar a la cima.
Hace tres años se hizo una inversión de 500 millones de dólares en una liga privada de críquet femenino, que ha ido dando impulso a este deporte, atrayendo a nuevos públicos y ampliando la reserva de talentos, pues cada vez más jóvenes ven en este deporte una posible carrera profesional. La jugadora mejor pagada de la liga femenina privada gana casi medio millón de dólares por una temporada que dura alrededor de un mes.
La bolsa global de premios de la Copa del Mundo femenina, de casi 14 millones de dólares, representó un fuerte aumento respecto a los 3,5 millones de dólares del torneo anterior. El propio y acaudalado organismo de críquet de India anunció además un bono adicional de más de 5 millones de dólares por el desempeño de su equipo.
Los aficionados siguieron y acudieron a los partidos de la Copa del Mundo de India en cifras récord. Tanto la semifinal como la final congregaron a más de 35.000 espectadores, a pesar de la confusión en torno a los horarios y la venta de entradas a último momento. La aplicación del principal transmisor digital del torneo registró más de 300 millones de visualizaciones del partido final.
"La gente está valorando el juego", dijo Shaili Sathyu, de 50 años, directora de teatro que esperó pacientemente a que cesara la lluvia antes de que comenzara la final, tras un retraso de dos horas. "Pero quienes manejan el deporte parecen empeñados en estorbar".
Dijo que el verdadero potencial solo se alcanzará si se enfrenta la misoginia profundamente arraigada en torno a la organización y transmisión de este deporte.
"El enfoque sigue siendo: 'Oh, Dios mío, las chicas pueden hacerlo'; siguen diciendo niñas, no dicen mujeres", dijo, refiriéndose a muchos de los comentaristas de televisión. "Esa sorpresa constante, y la misoginia que encierra esa sorpresa, de que 'están jugando, y además jugando tan bien'. Esto no es un críquet improvisado en el patio trasero. Son atletas profesionales".
Frente a ella, en las gradas, un grupo que se autodenomina "The Bucket Hatters" --jóvenes entusiastas del deporte femenino que se encuentran en los partidos femeninos-- se divertía a lo grande. Cantaban canciones patrióticas, bailaban y animaban con entusiasmo a cada jugadora que entraba a batear.
"Jingle bells, jingle bells, jingle all the way", entonaban para animar a una de las jugadoras estrella del equipo de India. "Qué gozo es ver jugar a Deepti Sharma".
Sharma, oriunda de un pequeño pueblo del estado norteño de Uttar Pradesh, es también subinspectora de policía, un cargo que obtuvo gracias a una cuota deportiva, que da prioridad a ciertos atletas en los nombramientos. Ya tiene una carretera que lleva su nombre.
El camino de India hacia la final de la Copa del Mundo fue accidentado. Pero todo cambió cuando el equipo eliminó a Australia en las semifinales, superando una tarea titánica en un partido de alto puntaje contra la selección siete veces campeona del mundo.
"Son mil millones de esperanzas, la verdad", dijo Dinesh Karthik, exjugador de críquet, durante la transmisión de ese partido, cuando India estaba a punto de ganar.
Para muchos vinculados al criquet femenino, la victoria sobre Australia fue un punto de inflexión: el equipo por fin había superado una barrera psicológica, un temor que las hacía quedarse cortas en los momentos decisivos.
"No es por haber vencido a Australia, sino por cómo han cambiado las cosas", dijo Aarti Sankaran, entrenadora y exjugadora de críquet, en un video que celebraba aquella victoria. "Desde donde empezamos hasta donde estamos hoy, no hay comparación".
Jemimah Rodrigues, la jugadora estrella que llevó al equipo a la victoria, se derrumbó y se acurrucó en el campo mientras el público ovacionaba y sus compañeras corrían a abrazarla. Ídola del público por su energía inagotable --baila y canta siempre que puede--, rompió en llanto durante la entrevista posterior al partido al hablar de cómo había sobrellevado un año marcado por la ansiedad. Kaur, la capitana, también lloró mientras abrazaba a sus jugadoras.
En los días previos a la final, el equipo estuvo en todas partes: en la televisión, en los periódicos, en las redes sociales. Las mayores celebridades del país celebraron su éxito y les desearon suerte, mientras otros miraban hacia el partido con esperanza.
"Tomé el turno de noche para poder ver el partido", dijo Babu Reza, taxista de Mumbai, la mañana de la final.
Para Kaur, la noche estaba muy lejos de los días en que corría por Mumbai, tratando de conciliar su trabajo con su pasión --y con los horarios del tren. Esa misma ciudad acude ahora a ver a su equipo y, a la 1:00 a. m., se puso de pie para ovacionarlas mientras daban la vuelta de la victoria por el estadio.
"La celebración durará toda la noche", dijo.
Mujib Mashal es el jefe de la corresponsalía de The New York Times para el sur de Asia. Encabeza la cobertura en India y la diversa región que la rodea, incluyendo Bangladés, Sri Lanka, Nepal y Bután.
Últimas Noticias
Trump reafirma su apuesta por las pruebas nucleares, pero su secretario de Energía difiere
Reportajes Especiales - News

Dick Cheney, vicepresidente poderoso y conocedor de Washington, muere a los 84 años
Reportajes Especiales - News

Los donantes del salón de baile de Trump son cuestionados sobre su preferencia por el anonimato
Reportajes Especiales - News

¿Trabajar después de los 100? En Japón, algunos nunca se jubilan
Reportajes Especiales - Business

Emmanuel Carrère amaba Rusia. La guerra lo obligó a replantear su postura
Reportajes Especiales - Lifestyle



