Alejandro Juarez bajó de un avión en Texas y se detuvo en un puente sobre el río Bravo. Miró fijamente la misma frontera que había cruzado de manera ilegal proveniente de México 22 años atrás.
Mientras los funcionarios de inmigración estadounidenses soltaban las ataduras de sus brazos y piernas, Juarez, de 39 años, suplicaba. Les dijo que nunca le habían dado la oportunidad de impugnar su deportación ante un juez de inmigración tras ser detenido en Nueva York cinco días antes.
Los agentes federales respondieron que solo cumplían órdenes. Le entregaron una bolsita con su teléfono, cinturón y documentos, y lo obligaron a cruzar el puente. Pensó en la esposa y los cuatro hijos que dejaba atrás. Luego de una caminata de cinco minutos de vuelta a su país natal, un letrero de la autopista le daba la bienvenida: "Bienvenidos".
"Y ahí fue que terminó mi travesía en Estados Unidos", dijo entre lágrimas Juarez, quien durante más de una década había trabajado en un club de golf de la Organización Trump en Nueva York, en una entrevista telefónica desde México.
De vuelta en Estados Unidos, los funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) empezaban a darse cuenta del problema que tenían entre manos: habían expulsado por error a Juarez de Estados Unidos, al subirlo al avión equivocado y despacharlo erróneamente por un puerto de entrada a México en lugar de enviarlo a un centro de detención de Arizona.
Sus acciones probablemente violaron las leyes federales de inmigración, que brindan una audiencia ante un juez a la mayoría de las personas que enfrentan una posible deportación. Una audiencia que Juarez nunca tuvo.
Los funcionarios del ICE se apresuraron a averiguar su paradero, intercambiando correos electrónicos desconcertados y poniéndose en contacto con centros de detención para localizarlo, según documentos internos del ICE obtenidos por The New York Times. No está claro cuántos otros inmigrantes como Juarez han sido expulsados erróneamente, en parte porque el ICE no ha llevado un registro de estos casos en el pasado.
El manejo descuidado de su caso puso de relieve la creciente tensión en una agencia sometida a una presión cada vez mayor por parte del presidente Donald Trump para que acelere la deportación de millones de migrantes indocumentados. Los críticos advierten que los errores cometidos en su caso podrían augurar equivocaciones que se volverán más frecuentes a medida que aumenten las detenciones.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS por su sigla en inglés), la agencia matriz del ICE, dijo en un primer momento al Times, de forma incorrecta, que Juarez no había sido deportado, señalando que había sido detenido por una condena de 2022 por conducir bajo los efectos del alcohol con un menor en el vehículo.
Pero más tarde reconoció su error, algo poco común, diciendo que Juarez había sido "expulsado a México antes de tiempo porque fue puesto en el transporte incorrecto". La agencia también ofreció un remedio: facilitaría el regreso de Juarez a la custodia del ICE y continuaría gestionando su deportación de Estados Unidos.
Ya este año, los funcionarios de Trump habían enviado por error a Kilmar Armando Abrego García a una infame prisión de El Salvador, un error que los funcionarios admitieron ante un tribunal aunque luego sostuvieron que no habían hecho nada malo.
En 2022, la oficina de derechos civiles del DHS investigó el caso de un hombre que fue expulsado a Guatemala a pesar de que no se había emitido una orden de expulsión definitiva. La oficina recomendó que el ICE ideara un procedimiento para permitir que las personas expulsadas por error pudieran rectificar su situación, según un informe que la agencia presentó al Congreso.
"Dado que el volumen de detenciones es tan elevado y el personal está realmente al límite con la labor que realiza, no es impactante ni sorprendente que este tipo de error se pueda producir", dijo Kerry Doyle, la principal abogada del ICE durante el gobierno de Joe Biden, sobre el caso de Juarez.
Juarez, quien vivía con su familia en Yorktown, en el condado de Westchester, Nueva York, fue detenido el 15 de septiembre tras ser convocado a una cita en las oficinas del ICE en el Bajo Manhattan. Desde que Trump volvió al poder, los inmigrantes que acuden ahí para controles rutinarios han sido detenidos en numerosas ocasiones.
Según las normas migratorias, los funcionarios de ICE deberían haberlo puesto a disposición para una audiencia programada ante un juez de inmigración, donde habría tenido la oportunidad de impugnar su deportación. El juez habría decidido si permitía la deportación, la cual puede ponerse en marcha por una violación de la ley migratoria, como ingresar al país de manera ilegal.
Pero cuando llegó el momento de su audiencia, el 25 de septiembre, Juarez ya no estaba bajo custodia del ICE, ni en Estados Unidos.
Mientras el abogado de Juarez, Aníbal Romero, trataba de averiguar dónde tenían a su cliente los funcionarios de inmigración, sonó su teléfono.
"Estoy en México", le dijo Juarez por teléfono después de cruzar el puente.
Envió fotos desde un centro de procesamiento de la ciudad fronteriza mexicana de Matamoros, que estaba lleno de otros hombres que habían sido deportados.
Cuando Romero se presentó a la audiencia sin Juarez, le dijo al juez que su cliente le había llamado desde México.
El juez se quedó perplejo. Un abogado del ICE en el tribunal admitió que no sabía con certeza dónde estaba Juarez, recordó Romero.
"Esto es algo sin precedentes en mis 20 años de práctica: un individuo que es deportado sin ninguna audiencia, dejando confundidos incluso al tribunal y al DHS", dijo Romero en una entrevista.
Tras ser obligado a volver a México, Juarez recorrió más de 800 kilómetros, en autobús y coche, hasta Puebla, la ciudad natal que dijo haber abandonado en 2002 en busca de estabilidad económica. Estaba de vuelta en casa de sus padres, intentando entender cómo su vida en Estados Unidos había llegado a un final abrupto, todo en menos de una semana.
Juarez dijo que lo que más le preocupaba era su esposa, María Priego, y cómo iba a mantener a sus tres hijos menores, de 10, 12 y 16 años. Su hijo mayor, de 20 años, se encuentra en una base militar de California, donde sirve con los marines. Todos sus hijos son ciudadanos estadounidenses.
"Mis hijos de 10 y 12 años me preguntan en el teléfono: '¿Cuándo va a regresar, papi? Te extrañamos. No podemos estar sin ti'", dijo Juarez.
Juarez dijo que cruzó la frontera entre Estados Unidos y México a los 16 años y rápidamente se hizo una vida en Nueva York, a pesar de ser indocumentado. Aprendió inglés y conoció a su esposa, quien está en proceso de obtener la tarjeta de residencia.
Juarez trabajó como camarero y asistente de cocina en el Trump National Golf Club Westchester hasta que lo despidieron en 2019, durante el primer mandato de Trump, junto con otros trabajadores que eran indocumentados. La historia de su despido fue contada en su momento por The Washington Post.
Más recientemente, tenía dos empleos, siete días a la semana: como ingeniero de mantenimiento en un hotel y como jefe de jardinería y mantenimiento de dos residencias privadas en el condado de Westchester.
El 6 de febrero de 2022, en el norte del estado de Nueva York, la policía estatal hizo que Juarez se detuviera mientras conducía con su esposa y dos de sus hijos, y fue detenido acusado de conducir bajo los efectos del alcohol, según los registros policiales. Juarez dijo que se le imputó un delito menor y fue sentenciado a tres años de libertad condicional, evitando ir a la cárcel.
Después de años de vivir en la sombra, el delito lo puso en el radar del ICE. La agencia empezó a pedirle que se reportara de vez en cuando.
Lo hizo tres veces sin complicaciones, dijo. Algunos de los agentes del ICE le daban las gracias por presentarse, elogiaban su inglés y expresaban gratitud por el servicio militar de su hijo, dijo.
Eso cambió el 15 de septiembre cuando fue a reportarse a las oficinas del ICE en Manhattan, en el número 26 de Federal Plaza. Los agentes lo detuvieron tras revisar el expediente de su caso, mientras su esposa, ajena a lo que estaba ocurriendo, esperaba fuera en un coche.
Juarez fue metido en una de las celdas del edificio antes de ser trasladado a un centro de detención de Newark conocido como Delaney Hall. Al cabo de unos cuatro días, lo llevaron en autobús al aeropuerto internacional Newark Liberty, donde abordó un avión con otros detenidos.
El ICE pretendía trasladar a Juarez a un centro de detención de Arizona, según muestran los documentos, pero lo pusieron en un avión que aterrizó en Texas, a unos 15 minutos en coche de la frontera mexicana. Ahí, junto con decenas de detenidos mexicanos más, le quitaron las ataduras, le entregaron una bolsa con sus pertenencias y lo hicieron caminar por el puente.
"Fue muy difícil, ser deportado sin darme una oportunidad de defender mi caso", dijo.
Tricia McLaughlin, portavoz del DHS, dijo que el ICE se había puesto en contacto recientemente con el abogado de Juarez y estaba haciendo los preparativos para devolverlo en avión a Estados Unidos. Dijo que el ICE tiene intención de mantenerlo detenido hasta que se resuelva su caso de inmigración.
"El resultado final será el mismo: no podrá quedarse en Estados Unidos y será expulsado tras la conclusión de sus procedimientos", dijo, sosteniendo que representaba un riesgo para la seguridad pública debido a su arresto por conducir bajo los efectos del alcohol.
Sin embargo, Romero dijo que, dado que el hijo mayor de Juarez es militar, podría ser elegible para un tipo especial de exención conocida como "libertad condicional en el lugar", que tradicionalmente se concede a los familiares directos de los miembros del ejército estadounidense.
Durante el último mes, Juarez ha pasado los días en Puebla hablando con sus hijos por teléfono y ayudando a su anciano padre a cultivar sus tierras.
A más de 4000 kilómetros de distancia, en Westchester, Priego ha tenido dificultades para mantener a la familia tras convertirse en su único sostén.
"Ha sido muy difícil porque nosotros dependíamos mucho de mi esposo", dijo Priego, que trabaja como empleada doméstica, añadiendo que está "triste y devastada por lo que le pasó a mi esposo, y esperando tener buenas noticias de nuestro abogado".
David A. Fahrenthold y Jay Root colaboraron con reportería.
David A. Fahrenthold y Jay Root colaboraron con reportería.
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