
En la política, el sacrificio maternal está de moda. La nueva película "If I Had Legs I'd Kick You" muestra adónde puede conducir esto.
Hace varios años, la cineasta Mary Bronstein descubrió que su vida interior se había reducido al tamaño de un baño de motel. Se había mudado con su hija de Nueva York a San Diego para que esta se sometiera a un tratamiento médico especializado, y durante ocho meses se convirtieron en compañeras de cuarto disfuncionales en una "habitación de motel minúscula, dos camas individuales, ningún lugar adonde ir", dijo Bronstein recientemente.
El baño era su escape. "Me metía en el baño del motel, cerraba la puerta, encendía la luz y ese era mi espacio", dijo. "Sentía que eso era todo lo que había. No había pasado, no había futuro". En cuanto terminaba otro día de maternidad intensiva, comía en el baño y bebía en el baño. "Literalmente, empecé a escribir la película en ese lugar", dijo. "Cuando pienso en la película, puedo sentir el sabor en la boca: chocolates rellenos de mantequilla de cacahuete y una botella de vino de 10 dólares".
La película es If I Had Legs I'd Kick You , un retrato tenso y cómicamente absurdo de una mujer llevada al límite del sacrificio maternal. Rose Byrne interpreta a Linda, una terapeuta obligada a mudarse con su hija a un motel después de que una fuga dejara un enorme agujero en el techo de su casa. Durante el día, se desvive entre su consultorio (donde finge ser una cuidadora profesional imperturbable y compasiva) y el centro de tratamiento de su hija pequeña (donde otros cuidadores profesionales se dedican a señalar sus fallas en el cuidado de su propia hija). Por la noche sigue cuidando, ahora de vuelta en el motel, donde atiende una máquina escandalosa que nutre a su hija dormida a través de un tubo.
En la política, el sacrificio maternal está de moda. Aguanta el dolor sin Tylenol, dice el presidente. Ten más hijos, dicen los aspirantes a tomadores de decisiones. Educa y cultiva en casa, sugieren las influentes. El mantra maternal de la época es hazlo tú misma. La participación de las mujeres en el mercado laboral está disminuyendo; el gobierno de Estados Unidos está recortando los fondos destinados a la investigación de vacunas y a Medicaid. En medio de todo esto, la representación de la maternidad en Legs busca mostrar cómo se siente realmente una maternidad insostenible en una economía de cuidados fracturada en la que las personas que la sociedad espera que cuiden de todos no pueden cuidar de sí mismas.
Durante su propia experiencia de cuidados intensivos, Bronstein se encontró pensando y sintiendo cosas tan socialmente inaceptables que no podía articularlas en voz alta, ni siquiera ante otros padres. "Como amante del cine, me rompí la cabeza y no se me ocurrió ninguna película que expresara exactamente estas cosas", dijo. "Expresar estas cosas es arriesgado, porque como madre --sobre todo si eres madre de un niño con necesidades especiales-- podría sentirse como una traición al amor y la dedicación que tienes por tu hijo. Y lo que intento plantear es que no es así".
En la película, "estas cosas" incluyen a una madre que descubre que el acto de mantener viva a su hija se vuelve tan abrumador que no la hace sentirse realizada, sino destruida. Bronstein honra la maternidad no como un periodo pleno de la vida, sino como una intensa crisis existencial. Cuando asistí a una proyección de la película, me encontré viendo una versión de mi propia experiencia, en la que he cuidado a un hijo con necesidades médicas, llevada a un tono de frenético cumplimiento de deseos y salpicada de pavor. La película despertó un sentimiento familiar que nunca antes había tenido la seguridad de expresar: que una madre puede estar agradecida con los médicos de su hijo, claro, pero que también puede sentir resentimiento hacia ellos con todo su ser, hacia esas personas que la tienen atrapada en la sala de pediatría con su hijo, con sus brillantes instrumentos de tortura y sus trampas burocráticas ocultas.
He visto muchas de las recientes películas cómicas sobre mujeres rebeldes que luchan contra las exigencias de la maternidad moderna: Canina, Tully, El club de las madres rebeldes y su Navidad de las madres rebeldes. Son películas para adultos que parecen tener barras de protección integradas. Las madres protagonistas cargan con maridos anodinos e hijos de catálogo, mientras sus identidades son aplastadas por las monótonas tareas de freír el desayuno y limpiar traseros. Hay algo infantilizante en estas representaciones; incluso cuando se asoman a los reinos de la depresión posparto, la ansiedad y la psicosis, sus imágenes y chistes predecibles sugieren que las madres ni siquiera pueden pasar un rato interesante cuando contratan a una niñera y van al cine.
Rose Byrne, en el papel de Linda, está atrapada, pero la película no conspira para mantenerla así. Su marido (Christian Slater) es un capitán de crucero que está en alta mar; su hija (Delaney Quinn) se escucha pero no se ve. Esto permite a la película mantener una perspectiva tan inquebrantable de Linda que, incluso cuando se desmorona, cada uno de sus movimientos parece perfectamente racional. Por supuesto que debe escabullirse del motel en el que duerme su hija pequeña. Por supuesto que debe tomar malas decisiones con la llave del hotel, un hámster, un sitio web del mercado negro, el océano que ruge a unos pasos del motel. Por supuesto que necesita comprar una botella de vino a la 1:58 a. m. para llenar el vacío causado en su cabeza por la rutina del sacrificio maternal. Por supuesto que necesita comprar dos.
"A menudo pienso que mi trabajo como actriz es ser el abogado del personaje", dijo Byrne. "Tienes que plantarte ante el tribunal, y tienes que representarlos, y tienes que luchar por su causa, no importa quiénes sean". Cuando terminaron de hacer juntas la película, dijo Bronstein, "estábamos listos para inclinar el jurado a favor de Linda".
Es un testimonio de la dirección de Bronstein y la actuación de la Byrne que, cuando el vino amarillo barato aparece en la mano de Linda, apenas 10 minutos después de iniciado el filme, eso no evoca ninguno de los clichés empalagosos del "jugo de mami", esa forma de abuso de sustancias que ni siquiera se dignifica con un término adulto. Linda es una persona, no una mami, y además, pronto se va en busca de cosas más fuertes. Bronstein comparó al personaje con un prisionero; mientras que algunos cautivos se resignan a la duración de sus condenas, contando los días, Linda pasa cada minuto intentando escapar. Pero no existe una salida racional de la maternidad, al menos no fuera de un acontecimiento horrible y trágico.
Mientras Linda se tambalea al borde de tales conclusiones narrativas, emerge como una heroína cinematográfica pocas veces vista. Se esfuerza valientemente por ajustar su máscara de aceptabilidad: como madre con responsabilidades médicas, como terapeuta comprensiva, como mujer en la fila de la farmacia. If I Had Legs I'd Kick You es animada por la fuerza del espíritu de Linda, por su inteligencia que lucha por trascender la habitación de motel psíquica del sistema de cuidados estadounidense.
Bronstein es a la vez artista y excuidadora; tiene una maestría en psicología aplicada y trabajó durante años como especialista en vida infantil en un hospital de Manhattan. "La ironía es que pasé todos esos años ayudando a padres e hijos, y no pude hacerlo por mi propia hija", dijo Bronstein. En su película, la doctora de la hija de Linda es interpretada por la propia Bronstein, una elección de reparto que hizo, bromeó, "como autocastigo". En la pantalla, encarna a su peor crítica.
Cuando tenía entre 20 y 30 años, Bronstein guardó todos los días que tenía de vacaciones en su trabajo en el hospital para filmar Yeast, una película mumblecore de 2008 que protagonizó junto a Greta Gerwig. Es un retrato de amigas muy jóvenes que se distancian, que el crítico Richard Brody recientemente llamó un "clásico moderno". Diecisiete años después, tiempo casi suficiente para criar a un hijo hasta la edad adulta, Bronstein ha estrenado su segunda película.
"Nadie más tiene que quererla, pero nosotros tenemos que quererla", dijo Byrne sobre la creación de Linda con Bronstein. "No tiene que gustarle a nadie más", añadió. Pero yo la quise y me gustó. Cuando el gerente del motel, interpretado con una amabilidad poco común por ASAP Rocky, llama sarcásticamente a Linda la "madre del año", yo pensé: pero sí lo es.
Amanda Hess es crítica independiente para el Times.
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