Diane Keaton, estrella de 'Annie Hall', 'El padrino' y 'El club de las primeras esposas', muere a los 79 años

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Diane Keaton, la vibrante, a veces poco convencional y siempre encantadoramente sencilla actriz que ganó un Oscar por la comedia de Woody Allen Annie Hall y apareció en unos 100 papeles en cine y televisión, casi a partes iguales en comedias, como Sleeper y El club de las primeras esposas, y en dramas, como El padrino y La sangre que nos une, ha muerto. Tenía 79 años.

Su muerte fue confirmada por Dori Rath, quien produjo varias de las películas más recientes de Keaton. No dijo dónde ni cuándo murió Keaton, ni mencionó la causa.

Keaton tenía 31 años y era una veterana tras aparecer en ocho películas, la mayoría comedias, cuando interpretó el personaje principal de Annie Hall (1977), una mujer soltera de Nueva York con ambiciones, inseguridades y un estilo definido. Annie es conocida por sus alegres avances psiquiátricos, sus atuendos que parecen de hombre, sus cuestionables habilidades al volante y sus persistentes indicios de una crianza demasiado sana en el Medio Oeste.

Aceptó el Oscar con una chaqueta de lino, dos faldas de lino largas, un pañuelo sobre una camisa blanca, una corbata negra de cordón y zapatos de tacón con calcetines. En sus memorias de 2014, Ahora y siempre, recordaba el momento, con cierto pesar, como "mi cursi atuendo de capas superpuestas".

Annie Hall, que ganó otros tres Oscar, incluido el de mejor película, le valió a Keaton una lluvia de reconocimientos adicionales, entre los que estuvieron los premios de interpretación del National Board of Review, de la Sociedad Nacional de Críticos de Cine, del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York y de la Academia Británica de Artistas de Cine y Televisión.

En una crítica de la película en The Hollywood Reporter, Keaton fue llamada "la actriz consumada de nuestra generación" y se reparó en que "añade el encanto, la calidez y la espontaneidad" que hacen que Annie Hall sea plausible.

Keaton no volvió a ganar otro Oscar, pero recibió otras tres nominaciones. Una fue por el arrollador drama ganador del Oscar Reds (1981), en el que interpretó a Louise Bryant, una intensa escritora de la década de 1910 que se relaciona con socialistas y revolucionarios bolcheviques de Greenwich Village, en particular con el periodista activista Jack Reed (interpretado por Warren Beatty, quien también fue el director).

Otra fue por La sangre que nos une (1996), en la que interpretó a una abnegada hija que cuida a su padre, que agoniza lentamente, y a su atolondrada tía cuando le diagnostican leucemia y necesita un trasplante de médula ósea. Entre sus coprotagonistas estaban Meryl Streep, Leonardo DiCaprio y Hume Cronyn.

La tercera fue para Alguien tiene que ceder (2003), una comedia, escrita y dirigida por Nancy Meyers, sobre una dramaturga exitosa que convierte una ruptura extremadamente lacrimógena en una nueva comedia de éxito. Atrae las atenciones de un apuesto médico mucho más joven (Keanu Reeves) e inspira a un hombre sexista de unos 60 años (Jack Nicholson) a enamorarse de una mujer de su edad.

Keaton también fue directora. Su primera película fue Heaven (1987), un documental sobre las creencias acerca de la vida después de la muerte. La última, en la que se dirigió a sí misma, a Meg Ryan y a Lisa Kudrow, fue el drama cómico Colgadas (2000), basado en una novela de Delia Ephron.

Héroes a la fuerza (1995), su primera incursión en el cine de ficción, estuvo protagonizada por Andie MacDowell, John Turturro y Michael Richards. La historia de los tíos idiosincrásicos de un adolescente fue seleccionada para Un Certain Regard, la prestigiosa sección paralela del Festival de Cannes. Peter Travers, al reseñarla para Rolling Stone, dijo que "funciona a las mil maravillas". Rita Kempley, de The Washington Post, la calificó de "dulce locura" y una "sensible historia sobre el paso a la adultez".

Una carrera cinematográfica siempre fue el objetivo de Keaton. Explicó su aversión al teatro como una búsqueda de toda la vida en CBS Sunday Morning en 2010. "¿Noche tras noche? ¿Hacer una obra de teatro?", dijo mientras se ponía una pistola imaginaria en la cabeza. "Esa es mi idea del infierno".

Diane Hall nació el 5 de enero de 1946 en Los Ángeles. Fue la mayor de los cuatro hijos de John Newton Ignatius Hall, conocido como Jack, ingeniero civil, y Dorothy Deanne (Keaton) Hall, fotógrafa aficionada que se coronó en Los Ángeles en un concurso de belleza para amas de casa.

El padre de Diane le puso el apodo de Perkins y a menudo se dirigía a ella como "Di-annie", escribió Keaton en sus memorias.

Creció en Santa Ana, California, cerca de Los Ángeles, y asistió brevemente a universidades comunitarias, primero Santa Ana y luego Orange Coast. A los 19 años, abandonó los estudios y se trasladó a Nueva York para estudiar interpretación en el Neighborhood Playhouse.

Debutó en Broadway en el exitoso musical Hair, primero como miembro del elenco y luego como Sheila, la protagonista femenina. (Rechazó el bono de 50 dólares ofrecido a los actores que estuvieran dispuestos a aparecer desnudos en una escena).

Su carrera en Broadway continuó, y comenzó su asociación con Allen, con Sueños de un seductor (1969), en la que interpretaba a una mujer casada románticamente deseable junto a Allen como un tímido amigo divorciado. Esa interpretación le valió una nominación al premio Tony a la mejor actriz de reparto en una obra de teatro.

Su debut cinematográfico se produjo al año siguiente, cuando interpretó a una joven esposa infeliz en una boda suburbana en Amantes y otros desconocidos (1970). Después de un puñado de apariciones en televisión, interpretó a Kay Adams, la novia claramente no siciliana convertida en esposa confiada de Michael Corleone (interpretado por Al Pacino), en El padrino (1972), de Francis Ford Coppola. (Ella y Pacino empezaron a salir en 1974, el año en que se estrenó El padrino II).

A pesar de todos los elogios que suscitó El padrino, Keaton, siempre tímida, apenas habló maravillas de su propia actuación en ella. "Desde el principio pensé que no era la adecuada para el papel", dijo a The New York Times tras el estreno de la película. "No he visto la película. Decidí ahorrarme el dolor. Tuve que ver algunas escenas porque tenía que hacer un loop --doblar algunos diálogos-- y no soportaba mirarme. Pensé que me veía horrible, ¡como un palo con esa ropa de los años cuarenta!".

Tres años después, el mismo año en que se estrenó Annie Hall, protagonizó el desgarrador drama Buscando a Mr. Goodbar en el papel de una joven profesora que merodea por bares de solteros casi todas las noches. La crítica de Molly Haskell en la revista New York calificó la actuación de Keaton como "la interpretación de su vida" y la propia película como "desgarradora, poderosa, espantosa". Algunos observaron que, aunque ganó el Oscar por Annie Hall, muchos votantes se habían visto influidos por Goodbar, que consideraron brillante pero demasiado difícil de soportar.

Apareció regularmente en películas de Allen, empezando por la versión cinematográfica de Sueños de un seductor (1972), dirigida por Herbert Ross; El dormilón (1973), una comedia ambientada en un futuro distópico, y Amor y muerte: La última noche de Boris Grushenko (1975), ambientada en la Rusia zarista. También protagonizó dos de las películas más serias de Allen, Interiores (1978) y la multipremiada Manhattan (1979).

Aunque tachó de tontas sus primeras ambiciones como cantante, cantó dos números en Annie Hall e hizo un cameo como cantante de un club nocturno de la década de 1940 en Días de radio (1987), de Allen. Su última película juntos fue Un misterioso asesinato en Manhattan (1993).

Además de Reds, La sangre que nos une y las secuelas de El padrino (1974 y 1990), protagonizó otros dramas, algunos con tintes satíricos. Entre ellas, Donde hay cenizas (1982), en la que ella y Albert Finney interpretaban a una infeliz pareja californiana en proceso de divorcio; Crímenes del corazón (1986), adaptación de Bruce Beresford de la obra Southern Gothic de Beth Henley, en la que interpretaba a la hermana solterona de Jessica Lange y Sissy Spacek, y la miniserie El joven papa (2016), en la que interpretaba a una monja que es secretaria personal y confidente del papa, interpretado por Jude Law.

Pero su talento para la farsa sofisticada no se desperdició. Antes de Alguien tiene que ceder, apareció en otras comedias dirigidas o escritas por Meyers: ¿Quién llamó a la cigüeña? (1987), junto a Sam Shepard, en el papel de una ejecutiva de la gran ciudad que hereda un bebé y se traslada a Vermont, y El padre de la novia (1991) y su secuela de 1995, junto a Steve Martin.

En un festival de comedia celebrado en Aspen, Colorado, en 2004, Meyers comparó las dotes cómicas de Keaton con las de dos grandes estrellas de una generación anterior, Katharine Hepburn y Jean Arthur. Y el propio Allen fue aún más lejos. "Mi opinión es que, con la excepción de Judy Holliday, es la mejor comediante de la pantalla que jamás hemos visto", dijo al Times.

Entre las otras comedias de Keaton figuran Harry y Walter van a Nueva York (1975), también conocida en español como La banda de la mala pata y ambientada en la década de 1890, con James Caan y Elliott Gould; La joya de la familia (2005), con un reparto formado por Dermot Mulroney, Sarah Jessica Parker y Craig T. Nelson; Ático sin ascensor (2014), junto a Morgan Freeman, y Mejor que nunca (2019), sobre animadoras en edad de jubilación.

El club de las primeras esposas (1996), que protagonizó junto a Goldie Hawn y Bette Midler, era una comedia de venganza, o de justicia, según se mire. El personaje de Keaton, por ejemplo, se entera de que la terapeuta en la que ha llegado a confiar tiene en realidad una aventura con su marido, del que está separada. Fue un gran éxito de taquilla.

Su última película fue Campamento de verano (2024), una comedia sobre tres viejas amigas en una reunión llena de acontecimientos.

La vida personal de Keaton podía ser a veces la comidilla de las páginas de cotilleos, que seguían sus relaciones románticas, entre ellas con Beatty y Allen, además de Pacino. Nunca se casó y adoptó a dos hijos: un hijo, Duke Keaton, y una hija, Dexter Keaton. No se dispone de información completa sobre sus supervivientes.

"Envejecer no me ha hecho más sabia", dijo a la revista People, con su mirada típicamente autocrítica, en 2019, e insistió alegremente: "No sé nada y no he aprendido".

Sin embargo, a lo largo de los años escribió una decena de libros: volúmenes sobre moda, arte y arquitectura, así como memorias. En The New York Times Book Review en 2014, Sheila Weller calificó las memorias de Keaton de "provocativamente honestas" y a Keaton de "mordazmente irónica y dura consigo misma".

Ahora y siempre ofreció a Keaton la oportunidad de observar: "Aprendí que no podía arrojar luz sobre el amor más que sintiendo sus idas y venidas y estando agradecida".

También le dio la oportunidad de desafiar algún que otro adagio. "Si la belleza está en el ojo del que mira", escribió, "¿entonces los espejos son una pérdida de tiempo?".

Nicole Sperling colaboró con la reportería.

Nicole Sperling colaboró con la reportería.