
El polvo era tan lucrativo que algunos por aquí lo llamaban cocaína.
Los hombres y mujeres que elaboraban la costosa leche de fórmula para bebés chinos en una fábrica de Askeaton, una pequeña localidad del condado irlandés de Limerick, al suroeste del país, habían contribuido a cambiar la suerte de un lugar largamente olvidado.
Así que cuando los ejecutivos de traje llegaron inesperadamente de Suiza hace dos años para asestar un golpe mortal a los más de 540 trabajadores empleados en la planta, la primera reacción fue de incredulidad.
Nadie podía creer que Nestlé, gigante multinacional de la alimentación, fuera a cerrar sin más una sofisticada planta en la que había invertido cientos de millones de dólares.
"De repente, la fábrica parecía deslucida", dijo Carmel Ryan, la historiadora no oficial de la ciudad que dirige la Oficina de Turismo de Askeaton y cuyo marido, Michael, trabajó en la fábrica durante 34 años antes de jubilarse. "Era como si la luz del sol se hubiera esfumado tras ella".
No es difícil encontrar a alguien en este pueblo de 1100 habitantes que haya trabajado en la fábrica o que tenga una historia que contar sobre un amigo o familiar que fue despedido. La presencia de la planta era tan grande que, cuando nacía un bebé, aparecían latas de leche en polvo en la puerta, regalo de algún vecino que trabajaba allí.
Desde las orillas del río Deel, en el centro del pueblo, la fábrica, construida originalmente en 1974, parecía una irregular masa verde en el horizonte. Pero la gente del pueblo la consideraba uno de los mejores lugares de Irlanda para trabajar. Pasó por varios propietarios antes de que Nestlé la adquiriera Los empleos en la fábrica eran tan estables que la cooperativa de crédito local solo necesitaba comprobante de la última nómina de un trabajador para concederle un préstamo.
Entonces llegó el anuncio de Nestlé.
Después de que el enjambre de reporteros locales llenara sus libretas con historias sobre las pérdidas de empleos que se avecinaban y los equipos de la televisión nacional se llevaran sus furgonetas, la conmoción inicial dio paso a la sospecha.
Nestlé había achacado el cierre de la fábrica a la disminución de la demanda de sus fórmulas infantiles en China, donde la tasa de natalidad se desplomaba. Citó una drástica caída de los nacimientos a nueve millones en 2023 frente a los 18 millones de 2016. Eran tan pocas las personas que tenían bebés en China que su población había empezado a reducirse, y este cierre de la fábrica era un ejemplo de cómo ese declive repercutía en todo el mundo.
Pero aun así, la gente tenía preguntas: ¿Había algo más?
"No puedo creerme la historia tal y como se presenta", dijo Kevin Sheahan, quien fue el concejal con más años de servicio en el condado de Limerick hasta que se jubiló de la función pública el año pasado. "Falta una pieza en ese rompecabezas".
La gente empezó a hablar: ¿El cierre tenía más que ver con una exigencia de China de trasladar la fábrica más cerca de sus consumidores?
Los residentes de Askeaton recordaban que hace años se sintieron incómodos por el cambio estratégico de Nestlé de apostar por China y cerrar los numerosos mercados de Europa y Medio Oriente a los que había suministrado fórmula para bebés durante décadas.
"Todos nuestros huevos estaban en la misma canasta", dijo Oliver Scanlon, de 63 años, un agricultor que trabajó en la fábrica durante cuatro décadas antes de abandonarla hace varios años.
Sin embargo, la fábrica vivió sus mejores días cuando vendía solo a China.
"La llamaban la joya de la corona", dijo Scanlon.
Al mirar atrás, la gente de Askeaton dice que había indicios de que China no solo estaba interesada en comprar su leche de fórmula para bebés, sino también en aprender cada paso de cómo se fabricaba.
Los trabajadores intercambiaban anécdotas de los auditores chinos que visitaban cada año, y hacían preguntas detalladas sobre cada proceso de la planta.
"Venían y se fijaban en las cosas más pequeñas", observó Jimmy O'Donoghue, de 63 años, quien trabajó como operario general en la planta durante 30 años.
Tim Hanley recuerda muy bien cuando un grupo de visitantes chinos se presentó en su granja lechera, cerca de la planta, hace unos ocho años. Los miembros del grupo le dijeron que hacían una investigación, aunque él pensó que podrían haber sido posibles compradores de la planta.
"Fue una señal de alarma", dijo Hanley, de 50 años, cuyas 200 vacas suministran la leche que va a dar a la planta.
"Para ser justos con los chinos", añadió, "pueden producirlo todo ellos mismos, ¿sabes? Lo suyo es la autosuficiencia. Así que vienen, aprenden y se llevan su negocio a casa".
Durante años, las marcas extranjeras clamaron por entrar en China para vender su leche, coches y artículos de lujo, atentas solo a la posibilidad de atraer a 1400 millones de clientes. Después de que un escándalo de leche contaminada en 2008 conmocionó al país, incluso las familias chinas con ingresos limitados estaban dispuestas a pagar más por la leche en polvo importada que las familias de otras regiones como Europa.
Pero hacer negocios en China puede tener un costo elevado, incluida la transferencia de conocimientos técnicos que, en última instancia, repercute en los trabajadores en el país de origen.
En el momento de anunciar su cierre, Nestlé dijo que planeaba transferir la producción que se realizaba en Askeaton a instalaciones en Suiza y China. Los trabajadores de la planta empezaron a marcharse en oleadas, mientras la empresa negociaba lentamente sus paquetes salariales de salida.
Un mes después del anuncio de que cerraría la planta irlandesa, en noviembre de 2023, Nestlé dijo que había obtenido la aprobación de instalar una fábrica en Suzhou, en el este de China, para elaborar y vender un producto similar al que había estado fabricando en Askeaton.
Después de advertir sobre el descenso de la natalidad, Nestlé se ha mostrado más optimista sobre el mercado chino, al afirmar que "sigue siendo el mayor del mundo" por "el gran número de recién nacidos".
Todo esto ha dejado a la gente de Askeaton en carne viva, aunque en última instancia, le importan menos las razones detrás del cierre que las repercusiones que tendrá.
El último lote de leche en polvo se fabricó en la planta el mes pasado. A menos que alguien decida comprar la planta a Nestlé, que la está vendiendo por 22 millones de euros, o unos 26 millones de dólares, las puertas de la fábrica se cerrarán definitivamente en marzo.
En un comunicado, Nestlé dijo que desde que anunció su propuesta de cerrar la fábrica en 2023, "apoyar a nuestros empleados ha sido nuestra prioridad", y añadió que les ha proporcionado formación y asistencia para ayudarles a encontrar nuevos empleos.
Al conducir por Askeaton, es imposible pasar por alto TS Morain, una ferretería de colores brillantes. Dentro, Seán Moran, de 56 años, apila en las estanterías mandos a distancia de televisores, microondas y secadores de pelo, y espera poder seguir operando la tienda que ha pertenecido a su familia durante tres generaciones.
"Creo que va a ser un gran golpe", dijo Moran sobre el cierre de la fábrica. Recuerda que en la década de 1980 se marchó de Irlanda en busca de trabajo porque en su país había muy pocas oportunidades. "La gente no va a tener dinero para hacer lo que quiere hacer tan a menudo como le gustaría", dijo.
Pero los tiempos ya no son tan difíciles, dijo, y la gente va a hallar una salida. Algunos de los trabajadores más jóvenes de la fábrica de Nestlé han encontrado nuevos empleos en plantas cercanas de las multinacionales farmacéuticas Regeneron y Eli Lilly.
Aun así, al otro lado de la calle, en la cooperativa de crédito local, los empleados están atentos. Cuando corrían tiempos de bonanza, si trabajabas en la fábrica tenías garantizado un préstamo, dijo Patrick Ranahan, ejecutivo de desarrollo empresarial de la cooperativa de crédito. Ahora, explicó, "es definitivamente más difícil conseguirlo".
"Había buenos salarios, lo que significaba que el pueblo prosperaba", dijo Ranahan, quien recordó que su madre recibía latas de comida para bebés de los vecinos cuando era niño. "Pero", añadió, "siempre existía la posibilidad de que nos lo quitaran en cualquier momento".
Alexandra Stevenson es la jefa del buró del Times de Shanghái, y reporta sobre la economía y sociedad de China.
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