
El sombrío aniversario se produce con las conversaciones de paz en marcha, y mientras los rehenes del ataque dirigido por Hamás siguen en Gaza, donde más de 67.000 palestinos han muerto por los ataques de Israel.
Israel conmemoró el martes, de manera discreta, el segundo aniversario del ataque dirigido por Hamás que comenzó su guerra más larga. Se conmemoró con nuevas esperanzas de poner fin al conflicto, pero con rehenes aún en cautiverio y un ejército agotado que se suma al número de muertos palestinos y a la destrucción en Gaza.
La llegada de la festividad judía de la cosecha conocida como Sucot, un feriado nacional y religioso, hizo que la mayoría de los comercios de Israel estuvieran cerrados todo el día. El gobierno aplazó la conmemoración oficial del traumático primer día de la guerra hasta el 16 de octubre, tras la temporada de festividades.
Pero el aniversario del martes era ineludible.
En algunos de los kibutz cercanos a Gaza que más sufrieron en las matanzas del 7 de octubre de 2023 se hicieron reuniones silenciosas y actos informales que convocaron a personas de todo el país.
Al caer la noche del martes, decenas de miles de personas se reunieron en el parque central de Tel Aviv para el principal acto conmemorativo del aniversario, una ceremonia emotiva organizada por las familias de las víctimas que fue retransmitida en directo por la televisión nacional y en docenas de lugares del país y del extranjero.
El martes temprano, cientos de israelíes acudieron a la Plaza de los Rehenes, en el centro de Tel Aviv, meditando en silencio entre las instalaciones artísticas y los monumentos conmemorativos dedicados a las personas cautivas y a los ciudadanos que murieron el 7 de octubre o mientras estaban retenidos. Israel cree que unos 20 rehenes vivos siguen en Gaza, junto con los restos de otros 28 que murieron en cautiverio.
Ilana Yahav, terapeuta de 69 años, dijo que el 7 de octubre se habían abierto tantas heridas que era imposible atender a quien sufría.
"Si estuviste allí, o alguien de tu familia estuvo allí, o solo viste un video, serán muchos años de tratamiento", dijo.
Tzlil Sasson, de 38 años, y su marido habían viajado en coche desde Lehavim, al este de Gaza, con sus tres hijos pequeños.
"Para nosotros, como padres, era importante traerlos aquí, para recordar y rezar", dijo. "Quizá, dentro de un par de días, los rehenes queden libres, eso esperamos".
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, conmemoró el aniversario en una declaración emitida en el ocaso del día. "Nuestros enemigos sedientos de sangre nos han hecho mucho daño", dijo, "pero no nos han doblegado. En poco tiempo, descubrieron la enorme fortaleza de la nación de Israel".
La ceremonia nocturna en Tel Aviv, financiada con donaciones, comenzó con un minuto de silencio e incluyó oraciones, lecturas y la participación de supervivientes del ataque, familiares de las víctimas y la actuación de algunos de los artistas más famosos de Israel.
Los organizadores y asistentes dijeron que, dado que el gobierno que estaba en el poder cuando se produjeron las fallas políticas y de inteligencia que derivaron en el ataque sorpresa sigue al mando y se niega a aceptar su responsabilidad o a autorizar una comisión de investigación independiente, no estaban dispuestos a confiar la memoria del desastre al gobierno.
En Kfar Aza, un kibutz pequeño localizado a unos tres kilómetros de Gaza, donde murieron al menos 62 vecinos y 19 fueron tomados como rehenes, varias decenas de residentes celebraron un acto conmemorativo que comenzó con un minuto de silencio a las 6:29 a. m. Esa es la hora, un sábado por la mañana, en la que Hamás comenzó a lanzar miles de cohetes y desbordó el sistema de defensa antiaérea de Israel.
Al amparo de ese ataque aéreo se produjo la principal ofensiva de Hamás: una invasión de miles de asaltantes que cruzaron la valla que separa Gaza de las ciudades fronterizas y de decenas de comunidades agrícolas diminutas. Mataron a residentes en sus casas, mataron a jóvenes en un festival de música e invadieron bases militares israelíes.
En total, Hamás mató a unas 1200 personas, la mayoría civiles, y se llevó a Gaza a unos 250 cautivos. Fue el día más sangriento de la historia de Israel y el más mortífero para los judíos desde el Holocausto.
Un Israel conmocionado se movilizó para emprender una respuesta militar devastadora que ha dejado un saldo de más de 67.000 palestinos muertos, entre civiles y combatientes, según el Ministerio de Salud de Gaza.
Los ataques han herido a decenas de miles de personas más, ha destruido miles de edificios y ha reducido gran parte de la infraestructura del territorio --y su paisaje-- a escombros, fragmentos de armas y polvo.
La escasez de alimentos y los obstáculos para suministrar y distribuir ayuda humanitaria a los residentes de Gaza llevaron a un grupo internacional de expertos en crisis de hambre a declarar en agosto que parte del enclave sufría hambruna.
La guerra en Gaza y el fracaso de Netanyahu para finalizar el conflicto y lograr la liberación de los rehenes han dividido profundamente a la sociedad israelí, exacerbando las fisuras que existían antes del ataque del 7 de octubre.
Muchos israelíes aseguran que Netanyahu ha prolongado la guerra dejando pasar la oportunidad de un alto al fuego, incluso después de la eliminación de la dirigencia de Hamás, para poder mantener unida su coalición de derecha y extender su permanencia en el poder.
El conflicto prolongado ha obligado a los reservistas a cumplir varios periodos continuos de servicio, al tiempo que ha exacerbado el viejo resentimiento contra los judíos ultraortodoxos, quienes están exentos del servicio militar.
La conducta de Israel en la guerra ha provocado acusaciones generalizadas de que Israel ha cometido genocidio. Israel lo niega e insiste en que su ejército trabaja para proteger a los civiles palestinos y culpa a Hamás de poner en peligro a los civiles al combatir desde el cobijo de hospitales, escuelas y otras zonas pobladas.
La indignación por la guerra ha impulsado un aumento del antisemitismo y de la violencia contra judíos en el mundo; como los asesinatos de una persona mayor en una marcha en Boulder, Colorado, para apoyar a los rehenes; de dos trabajadores de la embajada israelí en Washington, D. C., frente a un museo judío; y de dos fieles en una sinagoga en Mánchester, Inglaterra, en Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío.
La prolongación de la guerra también ha profundizado el aislamiento de Israel en la escena mundial. Eso nunca estuvo tan claro como a finales de septiembre, cuando 10 países reconocieron por primera vez al Estado de Palestina.
Hamás emitió una declaración el martes en la que calificaba el ataque del 7 de octubre de "cruce glorioso", y un portavoz del grupo, Fawzi Barhoum, dijo que el atentado "despertó la conciencia" de la gente de todo el mundo para que apoyara la causa palestina.
Sin embargo, según algunas medidas, las aspiraciones políticas palestinas parecen más alejadas que nunca.
Los atentados del 7 de octubre hicieron que el cuerpo político israelí virara a la derecha, y que muchos liberales que antes podían haber pertenecido al bando pacifista israelí se sintieran traicionados y dijeran que se oponen a un Estado palestino en la frontera de Israel.
A ambos lados de la frontera entre Israel y Gaza, la guerra parecía lejos de haber terminado el martes.
Aunque Hamás está debilitada y su arsenal se ha agotado, pasadas las 7:00 a. m. sonaron sirenas de cohetes en Netiv HaAsara, comunidad israelí situada en la frontera norte de Gaza, y el ejército israelí dijo que había caído un proyectil en la zona.
En Deir al Balah, en Gaza, se oyeron aviones de guerra israelíes sobrevolando la ciudad a la 1:00 a. m. y de nuevo después de las 5:30 a. m. Al salir el sol, se oyeron disparos en la parte oriental de la ciudad.
Ahmed al Haddad, de 51 años, residente en Gaza, quien dijo que él, su esposa y sus cuatro hijos habían sido desplazados cinco veces, afirmó que su sufrimiento había superado lo que sus abuelos le contaron sobre la Nakba, o "catástrofe", cuando los palestinos fueron desplazados en la guerra de Israel por la independencia.
"Esta guerra es la más dura, la más despiadada", dijo. "Parece como si la historia se repitiera, solo que con más dureza".
De vuelta en Israel, un momento de silencio en el kibutz de Kfar Aza a las 6:29 fue cualquier cosa menos eso, mientras los drones zumbaban, los helicópteros sobrevolaban y las explosiones sonaban con frecuencia.
Zion Regev, dirigente municipal, leyó en voz alta una versión adaptada de la tradicional oración judía de duelo. Su voz se quebró al señalar que "nuestros Gali y Ziv" --dos hermanos de Kfar Aza que seguían secuestrados en Gaza-- aún no habían regresado a casa.
"Algunos dicen que lo ocurrido se aleja con el tiempo, pero para mí es más fuerte que nunca", dijo Nitzan Kaner, de 37 años. Dijo que estuvo atrapada unas 30 horas cuando los militantes atacaron.
El martes por la mañana dijo que pasó la noche en vela: "No podía dejar de pensar en lo que habíamos pasado".
A pocos minutos de allí, cientos de israelíes visitaron el lugar del festival de música Nova, donde murieron más de 300 personas. Los carteles con los rostros de las víctimas estaban dispuestos en filas, como personas bailando en una rave.
Anat Magnezi sostenía un cartel con la foto de su hijo Amit, de 22 años, quien fue asesinado, sobre su propio rostro.
"Me gustaría que todo el mundo viera esto y supiera lo que nos ha pasado y que es real", dijo. "Pero ahora todo el mundo está contra nosotros".
Roman Fourmann, cuya hijastra Dana Petrenko, de 23 años, fue asesinada junto con su novio, estaba en compañía de su familia en un pequeño monumento erigido en su honor.
"Hoy no siento nada diferente de cuando ocurrió hace dos años", dijo. "Vamos a trabajar, seguimos viviendo. Pero no podemos quitarnos la sensación de que sigue siendo el 7 de octubre".
Aaron Boxerman colaboró con reportería desde Kfar Aza, Israel; Johnatan Reiss desde Tel Aviv; Gabby Sobelman desde Rejovot; Bilal Shbair desde Deir al-Balah, Gaza, y Isabel Kershner desde Jerusalén.
Aaron Boxerman colaboró con reportería desde Kfar Aza, Israel; Johnatan Reiss desde Tel Aviv; Gabby Sobelman desde Rejovot; Bilal Shbair desde Deir al-Balah, Gaza, y Isabel Kershner desde Jerusalén.
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