
Miles de jóvenes han salido a las calles en medio de cortes de electricidad y escasez de agua. El presidente del país africano admitió los reclamos y dijo que buscaría nuevos funcionarios para gobernar.
En un discurso televisado a todo el país, el presidente, Andry Rajoelina, reconoció la indignación de los miles de jóvenes que han salido a la calle durante la última semana a denunciar la incapacidad del gobierno para proporcionar un flujo estable de electricidad y agua.
"Comprendo la rabia, la tristeza y las dificultades causadas por los cortes de electricidad y los problemas de suministro de agua", dijo, según Reuters. "He oído el llamado, he sentido el sufrimiento, he comprendido el impacto en la vida cotidiana".
La disolución del gobierno significa que Rajoelina, quien fue elegido en 2023 para un tercer mandato, ha despedido al primer ministro Christian Ntsay y a todos los ministros del gabinete. Estos funcionarios desempeñarán sus funciones de forma interina hasta que el presidente nombre a un nuevo primer ministro.
Rajoelina dijo que tendería una amplia red a fin de encontrar nuevos funcionarios que dirijan el país, aceptando incluso solicitudes por correo electrónico y en LinkedIn.
No está claro si la decisión de Rajoelina bastará para satisfacer a los manifestantes, que se han inspirado en las manifestaciones de la Generación Z que estallaron recientemente en Nepal y Kenia. Un creciente coro de manifestantes en Madagascar ha estado pidiendo la renuncia del presidente.
Rajoelina llegó al poder mediante un golpe de Estado en 2009. Perdió el poder tras las elecciones de 2013, y volvió a ganar la presidencia en 2018 y 2023. Muchos de los oponentes de Rajoelina boicotearon las elecciones hace dos años, acusándolo de manipular la contienda a su favor utilizando las fuerzas de seguridad del Estado para intimidar a los votantes y llenando la comisión electoral nacional de aliados suyos.
El periodo previo a las elecciones se vio empañado por enfrentamientos violentos entre las fuerzas de seguridad y los ciudadanos, lo que suscitó la preocupación de la comunidad internacional. Rajoelina negó haber cometido delito alguno.
Esta última ronda de disturbios ha suscitado el escrutinio de las Naciones Unidas. En un comunicado el lunes, Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, expresó su "conmoción por la violenta respuesta de las fuerzas de seguridad a las protestas en curso", afirmando que al menos 22 personas habían muerto y más de un centenar habían resultado heridas.
"Las autoridades deben garantizar el respeto de la libertad de expresión y de reunión pacífica", decía el comunicado.
Las autoridades de Madagascar rechazaron las cifras de muertos de la ONU, afirmando que se basaban en rumores y no estaban confirmadas por el gobierno.
Desde que se independizó de Francia en 1960, Madagascar, un país de casi 32 millones de habitantes, ha luchado contra la inestabilidad política. La población, en su mayoría pobre, ha visto cómo su destino se hacía aún más sombrío en los últimos años a causa de una serie de perturbaciones meteorológicas que perjudicaron a la producción agrícola, el principal motor económico del país.
John Eligon es el jefe del buró de el Times en Johannesburgo y cubre una amplia gama de eventos y tendencias que influyen y dan forma a las vidas de la gente común en todo el sur de África.
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