
Tras los sorprendentes cambios introducidos por la Casa Blanca en el programa nacional de visados para trabajadores altamente cualificados, los empresarios han pasado de la conmoción a la aceptación.
Algunos elaboran estrategias para adaptarse a las nuevas normas. Otros hacen planes para litigar. Y muchos desearían que el gobierno de Donald Trump hubiera prestado atención a los montones de ideas propuestas para solucionar el principal fallo del programa, ampliamente reconocido.
Desde principios de la década de 2000, la demanda de trabajadores especializados ha superado con creces un límite máximo que se mantiene al mismo nivel desde que inició el programa H-1B en 1990. El gobierno asigna los visados al azar, y las empresas de subcontratación han aprendido a inundar el sistema con solicitudes para puestos relativamente mal pagados.
El gobierno de Trump dijo que quería poner fin a esa práctica y reservar las codiciadas visas para los trabajadores más valiosos, para que no desplacen a los programadores de software, investigadores e ingenieros estadounidenses. Es poco probable que las soluciones elegidas por el gobierno --una tasa de 100.000 dólares para los nuevos visados y un complejo sistema de ponderación para favorecer los empleos mejor pagados-- lo consigan.
En cambio, parece probable que las lagunas legales permitan a las empresas de subcontratación adaptarse, mientras que las empresas emergentes, las universidades y las organizaciones de investigación salen perdiendo, según expertos de todo el espectro político.
"Algo que aborda el problema correcto y suena bien en teoría puede llevarte exactamente por el mismo camino problemático", dijo John Lettieri, presidente del Grupo de Innovación Económica, un grupo de reflexión que ha estudiado el programa H-1B.
'Una barrera muy alta'
Cualquier consuelo que pudiera haber surgido de la certeza sobre la tan esperada acción del gobierno se vio borrado por la probabilidad de que se produzcan impugnaciones legales a las nuevas normas. Una disposición sobre exenciones basadas en el "interés nacional" --que la Casa Blanca sugirió que podría conceder a los médicos, por ejemplo-- ha mantenido a trabajadores y empresarios a la espera de clemencia.
"Quieren crear una barrera muy alta que les dé discreción para atraer a la gente y llegar a un acuerdo", dijo Lettieri.
Los funcionarios de inmigración denegaron agresivamente las solicitudes de H-1B durante el primer mandato de Trump, pero el apoyo de líderes tecnológicos como Elon Musk suscitó esperanzas de que ahora Trump pudiera ver con mejores ojos al talento extranjero.
El H-1B es la mayor categoría de visados de Estados Unidos para trabajadores con conocimientos especializados. El límite anual es de 85.000, y los empleadores que no están sujetos al tope --incluidas las universidades y hospitales sin fines de lucro-- suelen ampliar el total al menos en un 50 por ciento. La visa puede prorrogarse hasta seis años, o más si el trabajador tiene pendiente una solicitud de tarjeta de residencia permanente. En 2019, el último año en que el Departamento de Seguridad Nacional facilitó datos, había unos 583.420 titulares de visados H-1B en Estados Unidos.
Casi desde su creación, el programa ha estado plagado de casos de empresarios que sustituían a trabajadores estadounidenses por titulares de visados extranjeros y les pagaban menos. A principios de la década de 2000, el gobierno federal adoptó una lotería para asignar los escasos visados, sin ningún mecanismo para distinguir a los talentos excepcionales de los trabajadores más comunes.
A pesar de las deficiencias del programa, los economistas han constatado en general que los titulares de visados H-1B impulsan la productividad estadounidense y aumentan los salarios incluso de los trabajadores estadounidenses. Políticos y expertos en políticas de ambos partidos han pedido cambios para maximizar el valor del programa.
"Todo es cuestión de azar, lo que es una locura para un programa que debería ser nuestro programa estrella de inmigración altamente cualificada", dijo Jeremy Neufeld, director de política de inmigración del Instituto para el Progreso.
Algunas posibles soluciones
Para extraer más beneficios del sistema, Neufeld ha propuesto clasificar las solicitudes por remuneración, de modo que solo los trabajadores mejor pagados tengan el visado asegurado. Como alternativa, el gobierno podría idear un sistema de puntos --similar al de Canadá-- que recogiera otras características deseables, como la juventud y el conocimiento de idiomas, que no se reflejan en la remuneración. Los legisladores también podrían reducir los abusos dando más tarjetas de residencia, que permitan a los trabajadores cambiar de trabajo por ofertas mejores.
Algunas soluciones requerirían la acción del Congreso. Los legisladores han propuesto arreglos como exigir a los empresarios que busquen más candidatos nacionales antes de contratar fuera del país, o prohibir los despidos de trabajadores que sean sustituidos por titulares de visados. También han considerado medidas más específicas para acabar con la supresión salarial por parte de las empresas de subcontratación. El gobierno de Biden, en sus últimos días, finalizó una norma que permitía una supervisión más estricta.
Sin embargo, la tasa de 100.000 dólares surgió de la nada.
"Hasta este fin de semana, las empresas se sentían alineadas con el gobierno de Trump en cuanto a la necesidad de modernizar el programa H-1B", dijo Jennie Murray, presidenta del Foro Nacional de Inmigración, que ayuda a las empresas a integrar a sus trabajadores nacidos en el extranjero y promueve políticas favorables para los migrantes.
La Casa Blanca dijo que la tasa garantizaría que los empresarios solo presentaran peticiones para trabajadores que necesitan tanto que están dispuestos a pagar 100.000 dólares más para conseguirlos. Pero los empresarios que más ganan con los trabajadores H-1B --incluidos los que reciben sueldos relativamente bajos-- seguirían teniendo un incentivo para solicitar visados.
"Si mantienen al trabajador H-1B durante seis años, es una inversión que vale la pena", dijo Daniel Costa, director de investigación sobre leyes y políticas de inmigración del Instituto de Política Económica, alineado con los trabajadores.
Las mayores empresas tecnológicas podrían pagar las tasas, y mejorarían sus posibilidades en un juego de azar que actualmente solo les da una posibilidad entre cinco. Y la tasa solo se exige a los solicitantes de fuera de Estados Unidos. A las empresas multinacionales les resulta más fácil traer al país a los trabajadores que desean con otros tipos de visado antes de transferirlos a un H-1B, lo que les permite evitar la cuota. Más de la mitad de los H-1B se conceden a personas que ya están en Estados Unidos.
"Principalmente, veremos cómo las pequeñas empresas quedan excluidas del programa", dijo Cecilia Esterline, analista principal de política de migración del Centro Niskanen, un grupo de reflexión. "Es algo incoherente".
Una pequeña ventaja para los trabajos mejor pagados
El otro elemento importante de los cambios del programa H-1B procede de una norma propuesta que entraría en vigor tras varios meses de comentarios y revisión. Pretende dar a los puestos mejor pagados una ventaja en la lotería. Pero en lugar de clasificarlos por remuneración, vincularía la lotería a cuatro umbrales salariales basados en la ocupación y la región, lo que daría un peso adicional a los niveles salariales más altos.
Eso significa que un trabajador relativamente bien remunerado en una profesión menos lucrativa --como el periodismo o la enfermería-- podría tener más posibilidades que un universitario recién graduado que se incorpore a un campo muy bien pagado con posibilidades de ganar mucho más en el futuro. Los empresarios todavía podrían contratar a personas con los niveles salariales más bajos, algo que una versión anterior de la norma propuesta en 2020 habría impedido de forma efectiva.
"El objetivo, con el que estoy totalmente de acuerdo, es seleccionar trabajadores H-1B con salarios elevados", dijo George Fishman, jurista del Centro de Estudios sobre Inmigración, que aboga por una política de migración más restrictiva. "Esto socavaría la base de toda la norma".
Todd Schulte, presidente del grupo proinmigración FWD.us, está a favor de un simple límite salarial mínimo que garantice que los visados se concedan solo a los trabajadores mejor pagados. La retribución media anual de los titulares de visados H-1B es de 120.000 dólares. Un planteamiento sería excluir a todos los que estén por debajo de ese nivel.
"Hay cosas que podemos hacer para reformar y mejorar estas categorías de visados", dijo Schulte. "Pero eso no es en absoluto lo que vemos en ningún aspecto de lo que se está proponiendo ahora".
Lydia DePillis reporta sobre la economía estadounidense. Es periodista desde 2009, y le puedes escribir a lydia.depillis@nytimes.com.
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