La multimillonaria, los psicodélicos y el 'best-seller'

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Oprah Winfrey, Reese Witherspoon y Jenna Bush Hager se veían extasiadas a principios de este año en el escenario de la Fundación Ford, en Manhattan, mientras posaban con un nuevo libro. El público era tan numeroso que hubo que habilitar una sala adicional.

El libro era The Tell, unas memorias de Amy Griffin, autora primeriza y una de las mujeres más ricas de Estados Unidos. Griffin no solo fue objeto de la primera promoción que las tres influyentes líderes de clubes de lectura hacían juntas, sino que además Winfrey había elegido The Tell como la selección número 112 de su club.

En las memorias, Griffin, de 49 años, escribe que se sometió a una terapia ilegal con drogas psicodélicas. Bajo los efectos de la MDMA, la sustancia química activa del éxtasis y el molly, dijo que recuperó recuerdos de haber sido violada en numerosas ocasiones por un profesor de secundaria de Amarillo, Texas, desde que tenía 12 años.

"Sabía que esos recuerdos eran reales", escribe Griffin. "Mi cuerpo sabía lo que me había ocurrido. La forma en que temblaba cuando contaba mi historia; la forma en que mis ojos se llenaban de lágrimas al mencionar Texas".

Griffin recibió casi un millón de dólares por escribir su historia, según dos personas con conocimiento del trato. El libro fue una sensación instantánea y recibió el apoyo sincero de celebridades e influentes con cantidades enormes de seguidores en redes sociales.

Muchas de las personas que lo apoyaban eran amigos de Griffin, parte de un mundo exclusivo en el que multimillonarios y celebridades comparten aviones privados para irse a escapadas remotas y exhiben sus amistades en Instagram.

Algunos también estaban involucrados en negocios, organizaciones benéficas y campañas políticas que reciben apoyo financiero de Griffin, quien forma parte del consejo del Museo Metropolitano de Arte y de Bumble, la empresa matriz de la aplicación de citas.

"Es un libro increíble", dijo Gwyneth Paltrow en el pódcast Goop, presentando a Griffin sin revelar que la autora era inversionista en el negocio de Paltrow.

"Estoy profundamente orgullosa de ella", continuó Paltrow, describiendo a Griffin como "una mujer hermosa, increíblemente positiva, brillante".

The Tell vendió más de 100.000 ejemplares, según Circana, un servicio de seguimiento del sector. Estuvo cuatro semanas en la lista de los libros más vendidos de The New York Times de no ficción en tapa dura esta primavera y recibió los elogios de muchos lectores. También lanzó a Griffin a una gira publicitaria digna de un ganador de un Oscar.

Tras el movimiento #MeToo, las historias de abusos sexuales suelen ser recibidas con solidaridad y apoyo, no con preguntas inquisitivas. The Tell también se benefició de la creciente dependencia de la industria editorial de libros con el tipo de conexiones con famosos que pueden aumentar las ventas. Muchos de estos libros son memorias, que rara vez son sometidas a una verificación de datos.

Sin embargo, cada vez más lectores han expresado sospechas sobre The Tell, y también lo han hecho en reseñas en línea. Algunos han puesto en duda la fiabilidad de recuerdos de hace décadas revelados durante una terapia asistida con drogas. Otros se han preguntado cómo pudieron producirse tales abusos en una escuela pública sin que ningún adulto se diera cuenta de nada.

"Este es un libro que ha sido engullido por el complejo industrial de los medios de comunicación", dijo la mordaz columnista Maureen Callahan al hablar de las memorias en su pódcast The Nerve .

"Hay, al otro lado, un tipo que no tiene el dinero, el poder ni los recursos de Amy Griffin", agregó.

The Tell ha sido tema de conversación desde la región de Panhandle de Texas hasta las fincas frente al mar de East Hampton, pasando por los bien financiados laboratorios de la industria farmacéutica. En los últimos meses, The New York Times entrevistó a decenas de personas de Amarillo, de la industria editorial y de las comunidades médica y de la MDMA, junto con autoridades texanas, y revisó la propuesta de libro que Griffin utilizó para presentar su proyecto a las editoriales.

Una compañera de clase compartió relatos detallados de haber sido atacada --por otro maestro-- exactamente en los mismos lugares sobre los que Griffin escribió; incluso en el mismo baile escolar.

Saber qué ocurrió entre Griffin y su maestro a finales de la década de 1980 podría ser imposible. En el libro, incluso Griffin reconoce que no tenía ninguna manera de confirmar su relato: "No había ninguna pistola humeante, ninguna prueba física, ninguna prueba tangible. No hubo testigos".

Aun así, el libro ha tenido ramificaciones importantes para aquellos que estuvieron cerca de Griffin durante su infancia.

También ha hecho que muchas personas que viven en Amarillo, una ciudad de 200.000 habitantes, se sientan en cierto modo observadas pero también reducidas a caricaturas por una autora que no vive ahí desde hace décadas.

Tras el torrente de publicidad, las fuerzas de seguridad de Amarillo y defensores de los derechos de las víctimas esperaban que hubiera acusaciones de otras alumnas contra el profesor de Griffin, quien trabajó en el distrito escolar durante 30 años. Durante su carrera como educador, nadie presentó una denuncia contra él, señalaron los funcionarios estatales de educación y de las fuerzas de seguridad; tampoco lo ha hecho nadie desde la publicación del libro.

Las acusaciones de Griffin giran en torno a sus experiencias en terapia con un psicodélico ilegal que la Administración de Alimentos y Medicamentos se negó a aprobar para uso terapéutico el año pasado; un fármaco respaldado por una empresa en la que ella y su marido han invertido a través de su fundación. Si realmente ayuda a los pacientes a recuperar recuerdos precisos o no, eso es objeto de debate.

Rick Doblin, el principal defensor del uso terapéutico de la MDMA en el país, dijo que él conectó a Griffin con sus terapeutas. En una entrevista este verano, comentó que leyó varios borradores del libro y lo calificó de "importante".

No obstante, restó importancia a la fiabilidad de los recuerdos recuperados con MDMA, diciendo que a menudo son "simbólicos".

"Si es real o no --es decir, si el incidente ocurrió realmente--, desde una perspectiva terapéutica no importa", dijo. "Muchas veces la gente desarrolla historias que les ayudan a dar sentido a su vida".

"En el ámbito terapéutico, lo que vivió Amy, sea cierto o no, tiene valor porque la emoción es real", agregó.

Doblin dijo tanto que "recuerdos aterradores que la gente ha sacado de su mente regresan bajo la MDMA" como que "hay que ser algo escépticos, supongo, en cuanto a los recuerdos recuperados". (Un día antes de que se publicara este artículo en inglés, Doblin se puso en contacto con el Times e insistió en que sí creía que los recuerdos de Griffin eran reales).

Griffin describe al profesor al que acusa de atacarla con suficientes detalles como para que algunos lectores de Amarillo pudieran deducir su identidad a pesar de que ella le dio un seudónimo. El Times también pudo enterarse de quién era: Griffin citó al maestro por nombre como su violador en la propuesta de libro enviada a los editores, e incluyó detalles sobre una tragedia familiar que él sufrió. Sus familiares también compartieron el nombre con personas de Amarillo tras conocer los recuerdos recuperados por Griffin.

Durante más de tres meses, Griffin declinó las solicitudes de entrevista.

Penguin Random House, la editorial de The Tell, no alertó al profesor sobre el libro ni sus acusaciones antes de la publicación porque creían que su identidad estaba suficientemente oculta, según Thomas Clare, abogado de la autora, especializado en difamación. No está claro si se avisó a las autoridades escolares locales. Un abogado del Distrito Escolar Independiente de Amarillo declinó hacer comentarios.

El profesor no respondió a las cartas que se dejaron y enviaron a su domicilio, ni a las solicitudes de comentarios por correo electrónico. Algunas personas que han trabajado en la escuela y asistido ahí dicen que les preocupa el espectro de los abusos infantiles no detectados. Pero a otros les alarma que un profesor con un historial intachable haya sido considerado un violador sin darle la oportunidad de defenderse. Desde que se publicó el libro, los vecinos dicen que no han visto al profesor, ahora jubilado, por la ciudad.

Anteriormente este mes, el Times envió a Clare una lista de 11 páginas con preguntas e información que probablemente se incluiría en este artículo, con fines de verificación de datos.

Clare dijo que "el mero envío de este documento ha causado un trauma adicional y un daño físico y emocional extremo a una superviviente de agresión sexual, lo cual es imperdonable".

'Lo más honesto que haré en mi vida'

Tras la presentación del libro en la Fundación Ford, donde la actriz Mariska Hargitay moderó un debate, Griffin salió de gira.

Fue entrevistada por Sheryl Sandberg (en Menlo Park, California), Hoda Kotb (New Canaan, Connecticut), Witherspoon (Nashville), Paltrow (Summerland, California) y Hager (Austin, Texas).

Para el pódcast de Winfrey, Griffin se sentó con la presentadora ante las cámaras y un público absorto. En el pódcast de Martha Stewart, dijo que veía a la terapia con MDMA como "un permiso para entrar y explorar y ser compasiva conmigo misma". En el programa de entrevistas de Drew Barrymore, las mujeres se tomaron de la mano mientras Griffin describía su libro como "por mucho, lo más honesto que haré en mi vida".

Sus apariciones se vieron impulsadas por su selección esta primavera como una de las personas "más influyentes" del año por la revista Time. "Al abrir su corazón, se convirtió en un modelo para las mujeres de todo el mundo", escribió Witherspoon en un ensayo para la revista.

En The Tell, Griffin pinta un retrato de los días felices de su infancia en Amarillo en la década de 1980, con niñas que iban a la dulcería en bicicleta.

Pero en la secundaria, escribe Griffin, su idílica vida dio un giro espeluznante; un giro que recordó más de tres décadas después con la ayuda de la MDMA, a la que se refiere como "la medicina".

"Lo primero que recordé fue mi cabeza golpeando la pared", escribe Griffin. Luego, "escuché un sonido metálico cuando la hebilla de su cinturón cayó al suelo".

Comparte los lugares donde dijo que fue agredida: el baño de la escuela, los vestidores, un aula y bajo las gradas. "También me violó ahí", escribe.

El abuso se describe como violento y descarado.

Escribe que el profesor le ató las manos a la espalda con un pañuelo y describe "su pene en mi boca" y "su vello púbico en mi rostro". Dice que la golpeó, la arrastró por el suelo del baño y le lavó la boca con jabón. La noche del baile de octavo grado, dice Griffin, la agredió en su aula.

"Si se lo cuentas a alguien", afirma que le dijo, "te arrancaré los dientes".

En el libro, escribe que la última agresión ocurrió cuando ella tenía 16 años. Se dirigía a un partido de tenis y se encontró con el profesor. Momentos después, se encontró siguiéndolo "como anestesiada" hasta la sala de equipos del centro de tenis.

Al describir este incidente, Griffin responde al posible escepticismo del lector, como hace con frecuencia en el libro: "Uno supondría que, al recordar esto, habría pensado: ¿Pero no tenía yo dieciséis años ya? Debí haberme preguntado, ¿Por qué no lo detuve? Debí haber pensado, ¿Cómo pudo hacer esto en un lugar tan público? ¿Por qué no le dije que no? Debí haber pensado, "¿Dónde estaban mis límites?".

"Pero no pensé nada de eso", escribe. "En los brazos dorados de la medicina, la compasión que sentí por la Amy joven fue absoluta".

Una vida aparentemente perfecta

Griffin creció en el seno de una de las familias más influyentes de Amarillo, los Mitchell. Cuando ella era joven, eran propietarios de unas 50 tiendas Toot'n Totum. Actualmente poseen 100, según un extenso artículo publicado esta primavera en Brick & Elm, una revista de estilo de vida de Amarillo.

Tras graduarse de la Universidad de Virginia en 1998, trabajó en mercadotecnia para Sports Illustrated, puesto que dejó varios meses antes de casarse con John Griffin, cuyo antiguo fondo de cobertura, Blue Ridge Capital, gestionaba alrededor de 9000 millones de dólares en su punto más alto. La pareja tiene cuatro hijos y vive en una casa del Upper East Side que adquirieron en 2019 por 77 millones de dólares. También tienen casas en varios lugares más, como las Bahamas y Nueva Zelanda.

A través de G9 Ventures, una empresa que creó en 2017, Griffin invierte en empresas fundadas por mujeres. Según un correo electrónico enviado al Times por su publicista, Griffin es "la inversionista inicial" detrás de empresas como Goop.

En The Tell, Griffin escribe que su vida adulta podría haberle parecido encantadora a las personas ajenas, pero no siempre fue feliz.

Recuerda cómo ella y su hija de 10 años tuvieron una pelea que terminó a portazos, en la que la niña cuestionaba la necesidad de su madre de parecer perfecta.

"¿Tienes idea de lo difícil que es tenerte como madre?", dijo, según el libro.

"Perfecta había sido siempre mi expectativa para mí misma", escribe Griffin. "Pero oír a mi hija decirlo en voz alta me molestó, como siempre me había molestado que desconocidos me dijeran que tenía la vida perfecta".

Empezó a preguntarse qué podía estar ocultando su necesidad de perfección. El interés de su marido por la terapia asistida con psicodélicos despertó su curiosidad, y decidió probarla.

Antes de tomar la pastilla de MDMA, Griffin dijo a la facilitadora: "Hay algo que no puedo afrontar. Sé que me pasó algo, algo que no consigo expresar. Pero no sé qué es".

A los cinco minutos de haber comenzado la sesión, escribe en el libro, se incorporó y dijo: "¿Por qué está él aquí?".

La facilitadora preguntó: "¿Quién?".

"Mason. De mi secundaria", dijo Griffin. ("Mason" es el seudónimo que usa para el maestro en el libro).

En el libro, Griffin describe otras dos experiencias con MDMA y sesiones de psicoterapia posteriores con un consejero que le aseguró que lo más probable era que sus recuerdos violentos fueran reales.

Escribe que el consejero le dijo: "No tengo motivos para sospechar que se trate de recuerdos falsos o implantados".

'No puedo no escribir este libro'

Griffin reunió a un equipo de abogados e investigadores privados para que le ayudaran a armar un caso contra el maestro.

Un abogado le advirtió sobre las posibles consecuencias. "'Eres más rica que tu antiguo profesor'", escribe Griffin que le dijo el abogado. "Si presentas cargos, existe la posibilidad de que te demande por difamación".

Aun así, otro de sus abogados se puso en contacto con la oficina del fiscal del distrito de Amarillo, lo que provocó una llamada telefónica de un detective de la policía, al que ella se refiere en el libro como el sargento Hank Jones.

Griffin escribe que el abogado le aconsejó que no dijera a la policía que sus recuerdos del ataque habían sido obtenidos mediante el uso de psicodélicos ilegales. (Cuando se le pidieron comentarios, el abogado no respondió).

En el transcurso de una conversación de dos horas, escribe Griffin, detalló al sargento Jones sus recuerdos de los abusos.

"Es una de las llamadas más creíbles que he recibido en todos los años que llevo haciendo esto", dijo el detective, según el libro.

Pero antes de que pudiera empezar a investigar, escribe Griffin, Jones le llamó con noticias devastadoras. Los incidentes que denunció desde la escuela secundaria quedaban fuera del plazo de prescripción. (En 2007, Texas eliminó el plazo de prescripción para la mayoría de los delitos sexuales contra menores, pero el caso de Griffin no podía acogerse a esta modificación).

"No habría justicia", escribe Griffin.

Pensó en presentar una demanda civil, pero finalmente decidió no hacerlo.

Decidió escribir un libro. Contrató a Sam Lansky, un escritor fantasma que colaboró en las memorias de Britney Spears, La mujer que soy .

"Como me han recordado amigos de alto perfil de mi círculo", escribe Griffin en su propuesta de libro, "soy afortunada por tener una vida tan gratificante y abundante, y al mismo tiempo haber conservado mi intimidad y mi anonimato. ¿Por qué habría de poner eso en peligro abriendo la puerta a la atención que publicar este libro traería? Y, sin embargo, sé que debo hacerlo. No puedo no escribir este libro".

La compañera de clase

Aparte de Griffin y Mason, "Claudia" --seudónimo de una compañera de clase de secundaria-- es uno de los personajes más importantes de The Tell.

A lo largo del libro, Griffin señala que albergaba la sospecha de que Claudia también había sido víctima de Mason de niña, sobre todo porque recordaba haberlos visto juntos mucho tiempo en un pasillo de la escuela, con la mano del maestro sobre el hombro de Claudia.

En The Tell, Griffin recuerda haber prestado a Claudia un vestido para el Cotillón, un baile no vinculado a la escuela. Este episodio se convierte en una anécdota central del libro. "La alegría que sentí al poder ofrecer a Claudia aquel vestido no tuvo límites", escribe.

También escribe que "en mi memoria, el vestido y Claudia y Mason estaban relacionados de alguna forma misteriosa que no podía explicar".

Tras la experiencia de MDMA de Griffin, escribe, sintió el impulso de volver a conectar con Claudia.

Según el libro, se reunieron en una cafetería. "Mason abusó de mí a partir del séptimo grado", dice que le contó a Claudia. Luego Griffin le pregunta si Mason también había abusado de ella. Claudia dice que no.

Los representantes de Griffin se negaron a revelar la identidad de Claudia.

Basándose en una lista de clase del anuario escolar, el Times entrevistó a muchas compañeras de Griffin, incluyendo a una que dijo haber sido víctima de abusos sexuales durante la secundaria por parte de un profesor distinto al que Griffin menciona en su texto. Ese hombre abandonó el distrito escolar de Amarillo hace décadas.

La compañera de clase, que creció en un hogar grupal de acogida para niños de Amarillo, tiene recuerdos claros que coinciden con anécdotas centrales de The Tell.

Cuando un periodista se puso en contacto con ella, la mujer contestó que recordaba a Griffin pero que no conocía el libro. Después de que le enviaran por correo un ejemplar de las memorias y lo leyera, dijo que se sintió sumamente desconcertada. Algunas de las descripciones de las agresiones a Griffin que aparecen en The Tell son extrañamente similares a los abusos que ella misma sufrió, dijo. Después de eso contrató a un abogado.

La compañera accedió a hablar con el Times bajo condición de anonimato porque nunca había querido hacer pública su vida privada.

Dijo que había estado atormentada por el abuso durante décadas y que se lo había confiado a algunas personas cercanas, incluida una hija. La hija, ahora adulta, declaró al Times que su madre le había descrito los ataques hace más de una década.

Hoy, las vidas de Griffin y de su compañera de clase son notablemente diferentes. Este verano, mientras Griffin viajaba a Venecia para la boda de Jeff Bezos y Lauren Sanchez, su excompañera de clases trabajaba por 21 dólares la hora como cuidadora a domicilio de una persona con la enfermedad de Alzheimer.

Griffin y la compañera no eran amigas en la secundaria, pero sus vidas se cruzaban en la escuela y en la iglesia. La compañera, que describió una infancia de profundos abusos e inestabilidad, dijo que mientras ella luchaba por ser aceptada por las chicas populares, Griffin, su líder, la trataba con distante benevolencia.

La compañera contó al Times que Griffin le prestó un vestido para el Cotillón, pero que al final no pudo asistir. En lugar de eso, se puso el vestido prestado para el baile de octavo curso de la escuela.

En ese mismo baile, escribe Griffin en el libro, ella misma fue violada mientras llevaba un vestido prestado.

"Estaba en el aula de Mason", escribe Griffin. "Era temprano por la noche y aún había luz fuera. Tenía el vestido con volantes subido por encima de la cabeza y estaba inclinada sobre un pupitre mientras él me violaba por detrás. Podía sentir el peso del vestido sobre mi cabeza, bloqueando la luz".

En entrevistas, la compañera de clase relató con detalle su propia experiencia en aquel baile. Dijo que se fue de la pista de baile con su agresor --un profesor que no era Mason-- y se dirigieron a un armario de suministros con la excusa de buscar decoraciones. Ahí el profesor la agredió y, en el proceso, ensució el vestido que Griffin le había prestado.

La compañera recordó la vergüenza que sintió cuando ella y el profesor volvieron con los demás, con el cabello revuelto y lo que describió como olor a sexo impregnado en ella. En aquel momento estaba segura de que los demás alumnos sabían por qué ella y el maestro se habían ido y vuelto juntos, pero dijo que nunca se había hablado explícitamente de ello.

La compañera también dijo que recordaba haber devuelto el vestido en una reunión de jóvenes de la iglesia en casa de Griffin, donde se disculpó profusamente por la mancha del vestido. (El abogado de Griffin dijo que su familia nunca recibió a un grupo de la iglesia en su casa).

Clare, el abogado de Griffin, dijo que la compañera de clase entrevistada por The New York Times no era el personaje al que el libro se refería como Claudia.

Añadió que el Times había sido "engañado por una fabulista" y amenazó con demandar, señalando las discrepancias entre lo que Griffin escribió y lo que la compañera de clase dijo al Times.

Entre las discrepancias: la compañera dijo al Times que se había reencontrado una vez en persona con Griffin en los últimos años, y el abogado de Griffin dijo que ella lo negaba.

Clare también cuestionó la veracidad de la mujer al afirmar que había similitudes entre su historia y el relato descrito por Griffin en el libro. "Cualquiera que leyera el libro podría afirmar (falsamente) tener" recuerdos de abusos que coincidieran con lo escrito por Griffin, dijo.

El mero hecho de contar una historia de abusos, continuó Clare, "no es prueba ni corroboración".

'Los editores de libros no son investigadores'

En la sección clave de The Tell, Griffin describe haber recibido una postal sin firmar poco después de su visita a Claudia, que entre otras cosas dice: "No tuve fuerzas para decirte la verdad". Ella envía un mensaje de texto a Claudia, quien niega haber enviado la postal. El lector se queda con la duda.

Clare accedió a mostrar al Times la postal descrita en el libro. La foto en blanco y negro, tomada en 1964 por Garry Winogrand, muestra a unos niños jugando en una valla del Bronx, una imagen incongruente con el mensaje del otro lado.

Un detalle del mensaje que está escrito en la tarjeta en cursiva tradicional no coincide con el que Griffin describió en sus memorias.

En The Tell, la autora dice que la persona que escribió la postal incluye una cita atribuida a "Amy, alrededor del séptimo grado", el año en que Griffin escribe que empezaron los abusos.

Sin embargo, en la postal compartida con el Times por el abogado de Griffin, la cita se atribuye a "Amy, alrededor del segundo grado".

El Times también encontró omisiones notables en el libro.

Griffin escribe que su marido "financiaba investigaciones" sobre la terapia asistida con psicodélicos, sin describir el alcance de su participación. Griffin donó 1 millón de dólares a la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Psicodélicos, conocida como MAPS. Además, la pareja, a través de su fundación, invirtió en Lykos Therapeutics (ahora conocida como Resilient Pharmaceuticals), una empresa farmacéutica con fines de lucro enfocada en la MDMA, de acuerdo con Doblin, presidente de MAPS, que posee una participación de al menos el 15 por ciento en Resilient. Resilient --controlada en parte por Antonio Gracias, un amigo íntimo de Elon Musk que ha trabajado para el Departamento de Eficiencia Gubernamental-- está preparada para vender MDMA si la FDA la aprueba para uso terapéutico.

Además, en su propuesta de libro, Griffin escribe que la MDMA le ayudó a recordar a otro hombre que, dice, abusó sexualmente de ella cuando era niña.

Nombra al hombre, un amigo de la familia acomodado, pero no lo incluye a él ni a la denuncia de agresión en las memorias. Cuando fue contactado por el Times, el hombre negó la afirmación de Griffin.

Aunque Griffin escribe sobre su marido: "John era exitoso y respetado en su carrera", el alcance de la riqueza de la familia está ausente del libro. También se resta importancia a la influencia de la propia familia de Griffin, los Mitchell.

Como la mayoría de las memorias, esta fue examinada por abogados, pero su editora no verificó los datos.

"Los editores de libros no son investigadores", dijo Whitney Frick, editora de Griffin en Dial Press, un sello de Penguin Random House. "Esta es la historia de Amy. Confiamos en ella, y en todos nuestros autores, en que relatan sus recuerdos con veracidad".

Una oleada de adulación

En marzo de 2023, cuando Griffin hizo circular su propuesta de libro de 38 páginas, el título era Believe Me (Créanme).

Como muchas propuestas, la de Griffin iba acompañada de una lista de personas que podrían ayudar a promocionar el libro tras su publicación.

Entre los más de 90 nombres había celebridades (Amy Schumer, Laura Dern, Naomi Watts), peces gordos de los medios de comunicación (Anna Wintour, Savannah Guthrie, Katie Couric) y mujeres en cuyas empresas Griffin había invertido (Becky Kennedy, Whitney Wolfe Herd, Sara Blakley).

Las editoriales se sintieron atraídas, y Griffin vendió el libro a Dial Press. (El abogado de Griffin dijo que ella "ha donado todas las ganancias del libro").

Una persona que no estaba en la lista era Gayle King, presentadora de CBS Mornings y mejor amiga de Winfrey. Sin embargo, alguien que conocía a Griffin le hizo llegar un ejemplar de The Tell a King. Winfrey dijo en televisión que King le habló del libro y que ella lo leyó.

En octubre de 2024, casi cinco meses antes de la publicación de The Tell, las cuentas de Instagram de Oprah Daily y Oprah's Book Club promocionaron las memorias entre más de 4,3 millones de seguidores.

Esto desató una oleada de adulación. Decenas de amigos de Griffin que tienen un gran número de seguidores en redes sociales elogiaron el libro el mismo día, entre ellos Guthrie, Jessica Seinfeld y Charles Porch, vicepresidente de asociaciones globales de Instagram.

El 11 de marzo, el día de su publicación, Griffin envió un correo electrónico a su propia red, animando a sus amigos a mostrar su apoyo a The Tell. Compartió una presentación de cinco páginas, textos promocionales y videos de Winfrey y de una lectora conmovida hasta las lágrimas.

De pronto, las redes sociales se inundaron de publicaciones sobre The Tell repletas de superlativos.

En persona, las conversaciones eran más matizadas.

Esta primavera, a las afueras de Amarillo, más de una decena de personas se reunieron en la librería Burrowing Owl Books para hablar del libro. El grupo habló durante más de dos horas.

"Estoy leyendo y pienso: 'Agárrenlo'", dijo un hombre. "Clávenlo a la pared, donde debe estar".

Reconocieron la presión que probablemente sintió Griffin al crecer en una familia prominente, y cómo mantener las apariencias podía hacer que denunciar los abusos fuera más difícil.

Dos mujeres dijeron que habían sido alumnas del profesor; una lo había considerado un favorito, la otra no. Una tercera dijo que su hijo había sentido cierta repulsión por el profesor.

Hacia el final de la velada, la cuidadosa conversación se tornó más escéptica.

Una mujer, que dijo creerle a Griffin, aún tenía preguntas. "Si la maltrató de esa manera", dijo, "¿no tenía moretones? ¿No le faltaba pelo?"

Entonces el grupo empezó a reflexionar sobre el hecho de que nadie más ha acusado públicamente al maestro de Griffin de agresión sexual.

"Las cosas que ella describió que él le hizo", dijo una mujer. "No puedes imaginarte que sea solo un agresor ocasional".

"No vas a elegir a la persona más rica de Amarillo como tu primera víctima", añadió otra.

Los asistentes estaban confundidos. "Es la única que dice esto", dijo una mujer, "y estaba bajo los efectos de algo". Pero añadió rápidamente: "Le creo. No dudo de su historia".

Entonces alguien planteó la pregunta más difícil de la noche:

"¿Le creemos a todas las mujeres, o no?".

En todo Amarillo, muchos dijeron que creían el relato de Griffin, porque admiran a su familia y no ven qué ganaba ella escribiendo The Tell.

Una defensora de las sobrevivientes de agresiones en Texas dijo que denunciar delitos sexuales puede ser especialmente difícil en una cultura patriarcal.

La respuesta local

Algunos en la ciudad natal de Griffin habían anticipado una respuesta diferente a The Tell.

En Family Support Services, una organización que ayuda a sobrevivientes de la violencia doméstica y sexual, se había habilitado una "sala de entrevistas amigable" para que sobrevivientes adultos de cualquier tipo de violencia sexual de Amarillo pudieran compartir sus historias con agentes del orden. El espacio se equipó con sillas cómodas y equipos de grabación de última generación, en parte con dinero donado por Griffin.

Casi seis meses después del lanzamiento del libro, la sala aún no se había utilizado para los fines previstos, según Michelle Shields, directora de servicios de defensa de la organización.

Shields dijo que sabe que a algunas mujeres les resulta difícil denunciar los abusos, pero que la organización esperaba que las sobrevivientes inspiradas por el libro de Griffin --y otras víctimas del maestro de Griffin-- se presentaran.

"Para ser sincera, estoy muy sorprendida", dijo Shields.

Gordon Eatley también estaba sorprendido.

El sargento Eatley es detective de la Unidad de Víctimas Especiales del Departamento de Policía de Amarillo, y está especializado en delitos sexuales contra menores. Él aparece en The Tell como "sargento Hank Jones", el detective al que Griffin denunció sus abusos. Griffin escribe que él la escuchó "atentamente, respondiendo amablemente".

En una entrevista con el Times, Eatley confirmó los recuerdos de Griffin sobre sus conversaciones. Dijo que estaba ansioso por empezar a investigar sus denuncias antes de darse cuenta de que el plazo de prescripción impedía el procesamiento.

"La historia que contó y la forma en que la contó me parecieron muy creíbles", dijo. "Pensé, bien, será un caso interesante en el que trabajar. Sí que voy a poner a prueba mis habilidades".

Hasta que se publicó el libro, él no sabía que ella había tomado MDMA.

"Nunca me dijeron que era un recuerdo recuperado", dijo Eatley. "Solo me dijeron que por fin estaba dispuesta a hablar".

Aunque lo hubiera sabido, dijo, y si no hubiera prescrito, habría intentado montar un caso.

Sin embargo, la implicación de drogas ilegales habría representado un impedimento importante.

"¿Cómo determinas qué recuerdos son alucinaciones y cuáles son reales?", dijo Eatley. "El fiscal habría dicho: 'Hermano, ¿qué es esto?'. Y el abogado defensor habría estado encantado".

Varios años después, cuando se enteró de la existencia del libro, Eatley pensó que una "tormenta" de supervivientes se presentarían para denunciar los abusos de este maestro.

"Pensé: 'Genial, voy a tener otra oportunidad de entrarle'", dijo.

No habría otra oportunidad.

Normalmente, dijo Eatley, quienes cometen delitos sexuales contra menores abusan de numerosas víctimas. "No se detienen".

"Ya he trabajado antes en casos antiguos. Encuentras a otras personas", añadió.

El hecho de que las memorias de Griffin recibieran una enorme publicidad y aun así no generaran nuevas denuncias contra Mason resulta especialmente desconcertante para el sargento Eatley.

"No hay nada", dijo el detective. "Cero".

Katherine Rosman cubre la actualidad, el poder y las personas que dejan huella en la ciudad de Nueva York.

Elisabeth Egan es redactora y editora del Times Book Review. Lleva 30 años trabajando en el mundo editorial.