
Claudia Cardinale, una de las grandes damas del cine italiano de la década de 1960, cuya voluptuosa belleza fue celebrada por los directores Luchino Visconti, Sergio Leone y Federico Fellini y quien fue reconocida como la "chica de ensueño" de Italia, ha muerto en Nemours, Francia. Tenía 87 años.
Su agente, Laurent Savry, confirmó el fallecimiento el martes a la Agencia France-Presse. No se dio información sobre la causa. En años recientes Cardinale había vivido en Nemours, al sur de París.
Durante sus seis décadas de carrera en Europa, Cardinale actuó en más de 150 películas. También protagonizó varios filmes de Hollywood, incluyendo el clásico cómico La pantera rosa de Blake Edwards.
Fue el ideal femenino de Marcello Mastroianni en 8½ de Fellini, la dueña de un prostíbulo que financia el extravagante plan de su amante para construir un teatro de ópera en la selva amazónica en Fitzcarraldo de Werner Herzog y una viuda pistolera en Érase una vez en el Oeste de Sergio Leone.
Cardinale solía ser agrupada junto a Sophia Loren y Gina Lollobrigida como uno de los símbolos sexuales italianos de las décadas de 1960 y 1970, aunque su personalidad en la pantalla era algo más accesible, explicó el crítico de cine italiano Massimo Benvegnù en una entrevista.
"Las estrellas de la época, Anita Ekberg, Sophia Loren, Brigitte Bardot y Jayne Mansfield --conocidas como las maggiorate-- eran mujeres de curvas pronunciadas", añadió. "Ella tenía menos curvas, era más como una chica normal. Era más real".
Pero actuar no había sido su ambición de adolescente, y durante parte de su carrera tuvo problemas para hablar italiano porque había crecido hablando francés.
Claude Joséphine Rose Cardinale nació el 15 de abril de 1938 en el protectorado francés de Túnez, hija de Francesco Cardinale y Yolanda Greco, migrantes de Sicilia.
Era la mayor de cuatro hermanos que crecieron en una comunidad siciliana muy unida en Túnez, la capital del país. Su padre era ingeniero técnico de los ferrocarriles tunecinos, y su madre se ocupaba de la casa.
Claude tenía 18 años cuando participó en un concurso de belleza organizado en parte por su madre en la embajada de Italia en Túnez. Fue coronada como "la italiana más bella de Túnez". Su premio fue un viaje al Festival de Cine de Venecia, donde fue bastante fotografiada por los medios de comunicación italianos. (Más tarde dijo que esto se debió a su bikini). Aunque ya había aparecido en algunas películas, en ese momento le dijo a los periodistas en entrevistas que no aspiraba a ser actriz.
"Después de eso apareció en las portadas de todas las revistas italianas, con titulares como 'Esta es la chica que no quiere hacer películas'", comentó Benvegnù.
Claude volvió a Túnez para vivir con sus padres, rechazando ofertas de actuación. Cuando aún era adolescente, fue agredida sexualmente por un adulto conocido, quien la forzó a mantener una relación abusiva de la que quedó embarazada, explicó su hija, Claudia Squitieri, en una entrevista. En 1957, dio a luz a un hijo, Patrick, en Londres. Debido a las circunstancias, sus padres lo criaron como si fuera su hermano menor; no le contaron la verdad hasta que tuvo 8 años.
Ese año, el productor italiano Franco Cristaldi la contrató para su estudio cinematográfico, Vides Cinematografica (ahora Cristaldifilm), y Claude lanzó su carrera como Claudia Cardinale.
Su papel revelación fue en la comedia criminal Los desconocidos de siempre, dirigida por Mario Monicelli y estrenada en 1958. Protagonizó varias películas importantes consecutivas en poco tiempo, incluyendo, en 1963, 8½ de Fellini, ganadora del Oscar, y El gatopardo de Visconti.
"Entonces pasó a ser conocida como 'la novia de Italia', la chica de tus sueños", dijo Benvegnù.
Cardinale también protagonizó La chica de Bube (1964), de Luigi Comencini, un éxito comercial y de crítica que le valió el premio Nastro d'Argento a la mejor actriz, su primer galardón de prestigio. Interpretó a Mara, una campesina de la Toscana que al final de la Segunda Guerra Mundial se enamora de un joven partisano (George Chakiris) que debe esconderse tras ser acusado de estar involucrado en un doble homicidio.
Se casó con Cristaldi en Las Vegas en 1966, pero no consideraba el matrimonio "oficial", dijo Squitieri, aunque Cristaldi le dio su apellido a su hijo.
En la película de Fellini, ambientada en un lujoso balneario, Cardinale interpretaba a una actriz y la musa (también llamada Claudia) del protagonista, un director llamado Guido Anselmi (Marcello Mastroianni). Él la ve como la encarnación de su mujer ideal, y la imagina como la inocente protagonista de una película de ciencia ficción que planea hacer.
"Eres una de las chicas que reparten el agua curativa", le dice él cuando ella llega al balneario para prepararse para su papel. "Es hermosa, joven y antigua a la vez, una niña y sin embargo ya una mujer, auténtica y radiante. No hay duda de que ella es su salvación".
La caracterización describía acertadamente la manera en que el público empezaba a ver a Cardinale, señaló Vito Zigarrio, crítico e historiador de cine de la Universidad de Roma y organizador del Festival de Cine de Venecia. "En muchas películas se convierte en un ícono, algo entre la realidad y la irrealidad", dijo, "y esta ambigüedad entre fantasía y realidad hace que el personaje sea muy intenso".
En el suntuoso drama de época de Visconti El gatopardo, interpretó a una joven debutante siciliana que rápidamente se gana el corazón de un soldado (Alain Delon) y de su tío (Burt Lancaster). En su autobiografía de 2005, Mes Étoiles ("Mis estrellas"), escrita con Danièle Georget, escribió: "La belleza se puede aprender. Visconti me enseñó cómo ser bella. Me enseñó a cultivar el misterio, sin el cual, dijo, no puede haber verdadera belleza".
En 1964, Cardinale probó la comedia al trabajar por primera vez con un director estadounidense, Blake Edwards. Interpretó a una princesa que pierde una joya preciosa en La pantera rosa, que también protagonizaron Peter Sellers, David Niven y Robert Wagner.
Otro papel que definió la carrera de Cardinale fue en el western de Sergio Leone de 1968, Érase una vez en el Oeste, donde interpretó a una prostituta de Nueva Orleans que se traslada al suroeste de Estados Unidos para casarse con un hombre que, cuando ella llega, ha sido asesinado por unos bandidos.
Como el único personaje femenino en un elenco de antihéroes masculinos encabezados por Charles Bronson y Henry Fonda, Cardinale "fue capaz de mantenerse a la altura de estos actores extremadamente fuertes e importantes, y de transmitir una sensación de interioridad bastante palpable", dijo Jay Weissberg, crítico de cine estadounidense afincado en Roma.
Su marcada independencia en esa película también se convirtió en un sello de su carrera, dijo Antonio Monda, director artístico del Festival de Cine de Roma. "Había algo libre en ella, una personalidad fuerte que nunca sería domesticada", afirmó. "Era sumamente independiente".
Cardinale se divorció de Cristaldi hacia 1975 para vivir con Pasquale Squitieri, un cineasta independiente conocido como un provocador de derecha. "En cierto sentido, quería emanciparse", dijo Monda. "No quería que la consideraran solo el producto de un gran productor".
En entrevistas posteriores, Cardinale describió su relación con Cristaldi como totalmente controlada por él. Él dictaba casi todos los aspectos de su vida, dijo, y se quedaba con casi todo el dinero que ella ganaba cuando era prestada a cineastas estadounidenses. "No era más que una empleada, como una oficinista", declaró a Variety.
La relación se volvió tensa, y su posterior romance con Squitieri provocó lo que de acuerdo con Cardinale fue la marginación de ambos de la industria cinematográfica italiana. En un esfuerzo por reiniciar su carrera se marchó a Francia, donde aceptó papeles secundarios.
Cardinale apareció en más de una decena de películas de Squitieri. Tuvieron una hija en 1979 y permanecieron juntos durante 40 años, hasta la muerte de él en 2017.
Cardinale también formó parte de un reparto de estrellas en la miniserie de televisión de 1977 Jesús de Nazaret, dirigida por Franco Zeffirelli. En ella, interpretó a una adúltera que es amenazada con ser lapidada.
Al principio de su carrera Cardinale se había inspirado en Brigitte Bardot, con quien estelarizó la comedia wéstern francesa de 1971 Las pistoleras, dirigida por Christian-Jaque. Esa película, que parodiaba los clichés de Hollywood, incluía tiroteos entre mujeres y una pelea a puñetazos entre las dos protagonistas.
"Bardot era su ídolo", dijo Squitieri. "Todo el mundo esperaba una gran rivalidad entre ellas, pero en realidad se hicieron muy buenas amigas".
En Fitzcarraldo (1982) de Herzog, Cardinale, aunque tiene un papel secundario (con Klaus Kinski en el papel principal), fue esencial para la historia como la madame del prostíbulo cuya fe en el plan de su amante de construir un teatro de ópera en el Amazonas impulsa su extraño intento, como parte del plan, de arrastrar un barco de vapor por una montaña.
"Cardinale no está en pantalla todo el tiempo que uno desearía, pero no solo ilumina su papel; también ilumina a Kinski", escribió Vincent Canby en el Times, señalando que ella "ayuda a transformar a Kinski en una presencia en pantalla genuinamente encantadora".
La película obtuvo el máximo galardón en el Festival de Cannes y le ganó a Cardinale numerosos admiradores nuevos, lo que puso de nuevo en el radar de los productores de cine y los directores de casting para los años que siguieron.
En sus últimos años, Cardinale vivió con su hijo y su hija en Nemours, donde creó una fundación en su nombre que apoya las artes que le daban atención a las mujeres y al medioambiente. En 2000, fue nombrada embajadora de buena voluntad por la UNESCO, la organización cultural de las Naciones Unidas, "en reconocimiento a su compromiso con la mejora de la condición de las mujeres y las niñas a través de la educación, así como con la promoción y afirmación de sus derechos".
No se dispone de información completa sobre sus supervivientes.
En 2023, en colaboración con Cinecittà, la compañía cinematográfica nacional de Italia, el Museo de Arte Moderno de Nueva York presentó una retrospectiva de 23 películas de la carrera de Cardinale.
Con la edad, Cardinale dejó de tener papeles protagónicos, pero siguió trabajando con constancia y en muchos países, sobre todo en Francia, su patria adoptiva.
"Mi madre era muy adaptable", dijo Squitieri. "No es una mujer exigente que tiene grandes necesidades, que es caprichosa porque es una estrella. Siempre fue muy humilde en sus peticiones. Siempre siempre siempre se paraba a firmar autógrafos. Detestaba la idea de los guardaespaldas; siempre quería estar lo más cerca posible de la gente. Se sentía muy bendecida por su suerte".
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